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Investigadores de la Universidad Tel Aviv y la Universidad de Nápoles, han analizado la extinción masiva de animales grandes durante los últimos decenas de miles de años y descubrieron que las especies extinguidas tenían, en promedio, cerebros mucho más pequeños que las especies que sobrevivieron.

(Comunicado de la portavoz de la Universidad de Tel Aviv)

Los investigadores relacionan el tamaño del cerebro (en relación al tamaño del cuerpo de cada especie) con la inteligencia, concluyendo que un cerebro grande, que indica-en comparación a diferentes especies de animales-una inteligencia relativamente alta, ayudó a las especies existentes a adaptarse a las condiciones cambiantes y a hacer frente a actividades humanas como la caza, que ha sido una de las principales causas de la extinción.

El estudio fue dirigido por el estudiante del doctorado Jacob Dembitzer de la Universidad de Nápoles, Italia, el Prof. Shai Meiri de la Facultad de Zoología de la Universidad de Tel Aviv y el Museo Steindhart de Historia Natural, y el Prof. Pasquale Raia y la estudiante del doctorado Silvia Castiglione, de la Universidad de Nápoles. El estudio fue publicado en la revista Scientific Reports.

Los investigadores explican que la última Era de Hielo se caracterizó por la extinción generalizada de animales grandes y gigantes en todos los continentes de la tierra (excepto la Antártida). Entre ellos, se encontraban en América, perezosos terrestres gigantes que pesaban 4 toneladas; un armadillo gigante que pesaba una tonelada y mastodontes; en Australia, el marsupial diprotodonte que pesaba una tonelada, canguros gigantes y un “león” marsupial; y en Eurasia, ciervos gigantes, rinocerontes lanudos, mamuts y elefantes gigantes que pesaban más de 11 toneladas. Sin embargo, otros animales como elefantes, rinocerontes e hipopótamos, sobrevivieron a esta extinción y existen actualmente. Los investigadores también señalaron que en algunos lugares, la extinción fue particularmente generalizada; en Australia, los canguros rojos y grises son actualmente los animales nativos más grandes, y en Sudamérica los sobrevivientes más grandes son el guanaco y la vicuña (similar a la llama, que es un animal doméstico), y el tapir, mientras que muchas de las especies de media tonelada o más, se han extinguido.

Jacob Dembitzer, afirma: “Sabemos que la mayoría de las extinciones fueron de animales grandes, y aún no está claro qué es lo que distingue a las grandes especies existentes de aquellas que fueron extinguidas. Planteamos la hipótesis de que la flexibilidad del comportamiento, posibilitada a partir de un cerebro grande en relación con el tamaño del cuerpo, les brindó a las especies sobrevivientes una ventaja evolutiva- les ha permitido adaptarse a los cambios que han tenido lugar durante las últimas decenas de miles de años, incluidos el cambio climático y la aparición de los humanos. Estudios previos han demostrado que muchas especies, especialmente las grandes especies, se extinguieron debido a la excesiva caza por parte de los humanos que ingresaron en sus hábitats. En este estudio, pusimos a prueba nuestra hipótesis para los mamíferos durante un período de alrededor de 120.000 años, desde el inicio de la última Era de Hielo, y el momento en el que el hombre moderno comenzó a extenderse por todo el mundo con armas letales, hasta 500 años antes de nuestra época. Esta hipótesis nos ayuda a explicar el gran número de extinciones en Sudamérica y Australia, dado que los grandes mamíferos que vivían en esos continentes tenían un cerebro relativamente pequeño”.

Los investigadores recabaron datos de la literatura paleontológica sobre 50 especies extinguidas de mamíferos de todos los continentes, que pesaban de 11 kilos (un equidna gigante extinto) hasta 11 toneladas (el elefante de colmillos rectos, que también fue hallado en la Tierra de Israel), y compararon el tamaño de su cavidad craneal a la de 291 especies animales mamíferas evolutivamente cercanas que sobrevivieron y existen en la actualidad, con un peso de 1.4 kg. (el ornitorrinco) y 4 toneladas (el elefante africano). Introdujeron los datos en modelos estadísticos que incluían la ponderación del tamaño corporal y la filogenia entre las diferentes especies.

El Prof. Meiri, señala: “Descubrimos que los animales sobrevivientes tenían cerebros un 53% más grandes, en promedio, que las especies extinguidas evolutivamente relacionadas con un tamaño corporal similar. Nuestra hipótesis es que los mamíferos con cerebros más grandes han sido capaces de adaptar su conducta y lidiar mejor con las condiciones cambiantes-principalmente la caza humana y posiblemente los cambios climáticos ocurridos durante ese período-en comparación con los mamíferos con cerebros relativamente pequeños”.

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