Por Efraim Inbar
Las esperanzas de Occidente que Irán modere su comportamiento y “se comprometa” con la comunidad internacional luego del fallido acuerdo en materia nuclear del 2015 (PIDAC) han sido gradualmente reemplazadas por la ansiedad y el nerviosismo.
Más voces en la comunidad internacional se están uniendo a Israel para expresar de eta manera su creciente preocupación por las políticas de Irán.
Si bien Irán parece respetar el acuerdo PIDAC, se resiste a ampliar el alcance de las inspecciones, este continúa sus investigaciones y desarrollo en materia nuclear (por ejemplo, moderniza sus centrífugas) y continúa avanzando en su programa de misiles de largo alcance. Recientemente realizó la prueba de un misil diseñado para transportar como carga ojivas nucleares.
Además, la participación de Irán en la región atestigua sus planes hegemónicos, desafiando la noción, promovida por sus propagandistas, que es una potencia del estatus quo que actúa de forma defensiva. Más bien, Irán sigue en pos de sus instintos imperiales persas los cuales son reforzados por los impulsos yihadistas de los musulmanes. Este ya controla cuatro capitales árabes: Bagdad, Beirut, Damasco y Sana’a; sus milicias y agentes satélites chiitas están combatiendo en Irak, Siria y Yemen y participan en una limpieza étnica; y está a punto de consolidar el corredor chiita desde el Golfo Pérsico hasta el Mediterráneo. Israel trata de capitalizar en la nueva y generalizada preocupación global sobre Irán y un nuevo presidente estadounidense quien no está comprometido con el acuerdo PIDAC en lograr poner fin al acuerdo en materia nuclear del 2015 o su renegociación y el restablecimiento del régimen de sanciones. Sin embargo, estos objetivos son difíciles de alcanzar y no son útiles en prevenir a un Irán con capacidad nuclear.
Israel no puede confiar en que la comunidad internacional detenga a un Irán con capacidad nuclear.
La comunidad internacional, incluyendo a Estados Unidos, se le ve con muy poco apetito para enfrentarse a Irán. El tono beligerante del Presidente Donald Trump pudiera ser agradable para los oídos israelíes, pero no debemos olvidar que aún no ha desmantelado el arsenal nuclear de Corea del Norte. Entendiendo muy bien la renuencia occidental en tomar medidas militares, Irán está emulando el escenario norcoreano.
Muchos estados, como por ejemplo Alemania, estaban ansiosos de renovar relaciones comerciales con Irán luego de la eliminación de las sanciones al régimen y hacerse la vista gorda a las compras de equipos de doble uso realizadas por Irán.
El mundo parece preferir esperar hasta que el acuerdo expire en 10 años o no preocuparse por lo que sucederá después. Irán firmó el acuerdo para ganar legitimidad hacia su programa nuclear sin renunciar al plan de convertirse en una fuerza nuclear en un futuro próximo. Irán, con sus miles de años de historia, es paciente, viendo el acuerdo como sólo un pequeño retraso en el camino hacia el logro de sus ambiciones.
Israel no puede confiarse de que la comunidad internacional pondrá un alto a un Irán con capacidad nuclear. Una ruptura unilateral de Estados Unidos con el acuerdo PIDAC solo energizará el programa nuclear iraní.
La cancelación unilateral del acuerdo en materia nuclear sólo activará el programa nuclear iraní. Incluso si los intentos de convencer a Irán de renegociar el acuerdo son exitosos, el talento iraní en discutir términos prolongará las negociaciones durante años, ganando un tiempo adicional para mejorar su programa nuclear.
Similarmente, el establecimiento de un régimen de sanciones económicas difíciles requiere de años de lucha diplomática. Ni Rusia ni China tienen gran interés en ayudar a los Estados Unidos a neutralizar el problemático potencial de un Irán anti-norteamericano. Además, la eficacia de las sanciones económicas es limitada. Las sanciones pasadas fueron útiles para llevar a Irán de nuevo a la mesa de negociaciones, pero no para cambiar su política.
La afirmación que un acuerdo más duro pudo haber sido logrado en el 2015 y por lo tanto las renegociaciones pudieran suscitar uno mucho mejor para Occidente no es creíble. El PIDAC, con sus lagunas, fue el único acuerdo que los iraníes tenían pensado firmar cuando quedó claro que Estados Unidos bajo la batuta del Presidente Barack Obama de ninguna manera utilizaría la opción militar. A pesar de la retórica anti-iraní, los Estados Unidos bajo el actual mandato del Presidente Donald Trump parecen carecer de la visión estratégica necesaria para detener a Irán a que alcance una hegemonía regional. De hecho, sus políticas del Medio Oriente se ajustan muy bien a Irán.
Las políticas de la administración Trump en el Medio Oriente se ajustan a Irán.
Trump continuó la obsesión con el Estado Islámico (una fuerza anti-iraní) y se amolda junto a los planes rusos e iraníes en Siria. Estados Unidos prefiere la integridad de Irak, un estado satélite iraní, en lugar de apoyar a un estado kurdo al cual Irán se opone. Estados Unidos no se asoció claramente con Arabia Saudita para aislar a un Qatar que corteja a Irán. Un Irán con capacidad nuclear será aún más difícil de contener.
Nada en el mundo puede convencer a Irán de abandonar el sueño de poseer un arsenal nuclear. Sólo el uso de la fuerza puede impedir que Irán cumpla sus ambiciones. Israel se encuentra solo en esta situación. Nadie se ocupará de un Irán que se convierta en un estado con capacidad nuclear. Por lo tanto, Israel debe preparar a su ejército para un ataque contra los principales componentes de la infraestructura nuclear de Irán. Esto no será fácil de lograr, pero con determinación y creatividad es muy factible que suceda.
Un ataque exitoso a la infraestructura nuclear de Irán cambiaría la ecuación regional de poder y revertiría los avances iraníes. La mayoría de los estados se sentirían satisfechos que Israel sea el que hiciera el trabajo sucio y, a juzgar por los anteriores ataques israelíes sobre los reactores iraquíes y sirios, difícilmente crearía dificultades por este motivo para Israel.
Es cierto que Irán tiene formas de tomar represalias y exacerbar los costos de Israel. Sin embargo, esto sería más fácil de soportar que el costo de permitir que Irán posea armamento nuclear.
Efraim Inbar, profesor emérito de estudios políticos en la Universidad Bar-Ilan y ex director del Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat, es miembro de Shillman-Ginsburg en el Foro del Medio Oriente.
Fuente: Hatzad Hashení
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