Al finalizar la semana, cabe preguntarse si hubo entre las innumerables historias que colman los medios de comunicación israelíes, una que nos resultó especialmente emocionante.
Por: Ana Jerozolimski, Semanario Hebreo Jai
Y no tenemos ninguna duda que la más singular y humana, fue la de la enfermera judía Yael Cohen y la bebita árabe internada a la que amamantó, cuya madre estaba grave a raíz de un accidente automovilístico.
Todo comenzó cuando una familia del barrio árabe de Wadi Joz en Jerusalem, viajaba, el sábado pasado, en la zona de Hebron. El padre manejaba y con él iban su esposa y los tres hijos de la pareja. Súbitamente, el coche chocó con un enorme camión, y la familia quedó atrapada en su interior. “Nadie entiende, al ver cómo quedó el coche, todo aplastado, cómo es que alguien sobrevivió el accidente”, contó el hermano del padre de la familia.
El padre y el hijo varón fueron evacuados de inmediato al hospital Shaarei Tzedek de Jerusalem, mientras que la madre y las dos hijas –de 6 años y la pequeña bebé de 4 meses-fueron trasladadas al hospital Hadassah, también en la capital.
La madre, gravemente herida y con diversas fracturas en distintas partes el cuerpo, no estaba plenamente consciente y no se hallaba en condiciones de hacer nada.
Su bebé , seguramente también dolorida , lloraba sin cesar.Ella y su hermana estaban en el departamento quirúrgio pediátrico.
Cuando Yael llegó , la bebita lloraba sin cesar. “Me di cuenta enseguida que seguramente estaba con hambre”, comentó la enfermera. En efecto, hacía horas que no comía , y el esfuerzo de los familiares que iban llegando por tratar de que tome mamadera, eran infructuosos. Mientras tanto, con gran esfuerzo, los familiares que iban llegando y el equipo médico del departamento, lograron que la hermana mayor acepte comer . Se fue calmando lentamente. Pero con la bebita no había solución Hasta que Yael decidió intentar calmarla como sólo podía hacerlo quien tenía en su propia familia un bebé que aún mamaba. Ese era precisamente su caso, ya que Yael tiene dos hijos, y la menor , de 1 años y 3 meses, aún toma pecho.
“Cuando llegué y vi el gran esfuerzo que estaba haciendo todos para ayudar a la bebé, me dije que hay que ayudarla, y se me ocurrió amamantarla yo misma”, contó luego Yael. “Aunque nunca di pecho a un bebé que no sea mío, no me resultó raro sugerir esta solución. El instinto maternal me guió . Le pregunté a una tía de la bebé si están de acuerdo con que yo la amamante, y estaba ansiosa por oir que está de acuerdo. La tía se entusiasmó de inmediato y me agradeció con una expresión de felicidad en su rostro. Así que simplemente me senté, tomé a la bebé en mis brazos, la calmé y la amamanté. Y súbitamente, hubo silencio. La bebita comió ansiosamente y se calmó. La tía volvió a agradecerme y al finalizar mi turno, otros familiares se acercaron a mí a darme las gracias”.