El clima de la tierra está cambiando más rápidamente de lo esperado. Un nuevo estudio llevado a cabo por el Instituto Weizmann de Ciencias revela que las tormentas en el Hemisferio Sur ya han alcanzado niveles de intensidad que estaban previstos que ocurrieran en el año 2080.

(Comunicado del portavoz del Instituto Weizmann de Ciencias)

Alrededor de 30 redes computarizadas masivas, intrincadas, sirven a los científicos que se hallan a la vanguardia de la investigación sobre el cambio climático. Cada red ejecuta un programa software comprendido por millones de líneas de código. Estos programas son modelos computacionales que combinan las miríadas de los fenómenos físicos, químicos y biológicos, que juntos forman el clima de nuestro planeta. Los modelos calculan el estado de la atmósfera, los océanos, la tierra ay el hielo, captando la variabilidad del clima pasada y presente y utilizando la información para predecir el cambio climático futuro. Estos resultados son analizados por los principales institutos de investigación del mundo, incluido el Instituto Weizmann de Ciencias, y luego son incorporados en el informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC). Los responsables políticos se basan en el IPCC a la hora de elaborar estrategias de adaptación y mitigación del cambio climático, una de las mayores crisis de nuestra generación.

Un nuevo estudio, publicado recientemente en Nature Climate Change, hará seguramente que el IPCC y otros organismos ambientales, tomen nota. Un equipo de científicos, dirigido por el Dr. Rei Chemke del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias, del Instituto Weizmann de Ciencias reveló una considerable intensificación de las tormentas invernales en el Hemisferio Sur. El estudio, llevado a cabo en cooperación con el Dr. Yi Ming de la Universidad de Princeton y el Dr. Janni Yuval, del MIT, seguramente hará revuelo en la conversación sobre el clima. Hasta ahora, los modelos climáticos preveían una intensificación de las tormentas de invierno causadas por humanos, sólo para fines de este siglo. En el nuevo estudio, Chemke y su equipo compararon las simulaciones de modelos climáticos con las actuales observaciones de tormentas. Su descubrimiento fue sombrío: quedó claro que la intensificación de las tormentas durante las últimas décadas ya ha alcanzado niveles proyectados para el año 2080.

“Una tormenta invernal es un fenómeno meteorológico que dura apenas unos días. Individualmente, cada tormenta no tiene demasiado peso climático. No obstante, el efecto a largo plazo de las tormentas de invierno, se convierte en evidente al evaluar la información acumulada durante largos períodos de tiempo,” explica Chemke. En forma acumulativa, estas tormentas tienen un impacto significativo, que afecta la transferencia de calor, la humedad y el momento dentro de la atmósfera, lo que consecuentemente afecta las diversas zonas climáticas de la tierra. “Un ejemplo de esto es el rol que desempeñan las tormentas en la regulación de la temperatura en los polos de la tierra. Las tormentas invernales son las responsables de la mayor parte de la transferencia del calor de las regiones tropicales hacia los polos. Sin su aporte, el promedio de temperatura en los polos sería aproximadamente 30º más baja”. Asimismo, la intensificación colectiva de estas tormentas plantea una amenaza real y significativa para las sociedades del Hemisferio Sur, en las próximas décadas.

“Elegimos focalizarnos en el Hemisferio Sur porque la intensificación allí registrada ha sido más fuerte que en el Hemisferio Norte”, afirma Chemke. “No hemos examinado el Hemisferio Norte, pero parece ser que la intensificación de las tormentas en este hemisferio es más lenta, comparada con la del Hemisferio Sur. “De persistir la tendencia”, agrega Chemke, “habremos de observar aquí una intensificación más significativa de las tormentas invernales en los próximos años y décadas”.

En su laboratorio, en el Instituto Weizmann de Ciencias, Chemke investiga los mecanismos físicos que subyacen al cambio climático a gran escala. En este estudio, él y sus compañeros investigadores trataron de comprender si estos cambios en los patrones climáticos eran causados por factores externos (como la actividad humana) o si han sido resultado de las fluctuaciones internas del sistema climático global. Analizaron los modelos climáticos que simulaban los patrones de intensificación de las tormentas bajo la influencia aislada de causas climáticas internas, sin impacto externo. Demostraron que durante los últimos 20 años, las tormentas se han intensificado más rápidamente, lo cual puede ser explicado solamente por el comportamiento climático interno.

Además, los investigadores descubrieron el proceso físico que subyace a la intensificación de las tormentas. Un análisis del ritmo de crecimiento de las tormentas demostró que los cambios en las corrientes en chorro atmosféricas durante las últimas décadas han causado estas escaladas, y que los modelos climáticos actuales no están en condiciones de reflejar estos cambios con precisión.

El estudio de Chemke, Ming y Yuval tiene dos consecuencias inmediatas y considerables. En primer lugar, demuestra que no sólo las proyecciones climáticas para las próximas décadas son más graves que las evaluaciones previas, sino que también sugiere que la actividad humana podría tener un impacto mayor al estimado en el Hemisferio Sur. Esto significa que se requiere de una intervención rápida y decisiva, con el fin de detener el perjuicio climático en esta región. En segundo término, es necesario corregir el sesgo de los modelos climáticos, de modo que éstos puedan proporcionar una proyección climática más precisa en el futuro.

¿Acaso podrían los modelos climáticos estar prediciendo incorrectamente otros fenómenos importantes? “Los modelos están haciendo un muy buen trabajo en el pronóstico de casi todos los parámetros”, señala Chemke. “Hemos descubierto un parámetro para el cual la sensibilidad de los modelos requiere ser ajustada. Los cambios en la temperatura, las precipitaciones, el hielo marino, y los patrones de las tormentas estivales, por ejemplo, se están simulando con precisión”.

Se espera que los resultados de este estudio ayuden a los investigadores del clima en todo el mundo, a corregir el sesgo en los modelos y a crear una predicción más precisa de los patrones climáticos futuros. Además, la comprensión actualizada de la intensificación de las tormentas de invierno durante las últimas décadas ayudará a lograr una mejor comprensión del estado del clima de la tierra. Ahora, los científicos del clima, podrán estimar con mayor precisión el alcance del daño que el cambio climático puede llegar a provocar- daños que sólo serán mitigados si la humanidad interviene y asume la responsabilidad por el futuro del planeta.

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