La milagrosa liberación del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto nos deja ver el cuidado perfecto que el Cielo tiene de sus hijos, a través de la historia.
Los hijos de Israel salieron de Egipto vestidos de buenas ropas, que los propios egipcios les dieron. La promesa de que saldrían de Egipto con toda clase de dones y riquezas no fue una casualidad. La promesa se la hizo el Eterno, a Moisés antes de empezar su aventura de liderazgo.
En la Torá encontraremos una línea continua de la bendición del Cielo al Pueblo de Israel también por medio de la ropa que vestirían. Los hebreos no salieron de la esclavitud con ropa andrajosa, sucia y rota. Los hebreos salieron de Egipto con ropa distintiva de su nueva condición de liberados. En este punto cabe recordar que una cosa es ser liberado con una apariencia distinguida y otra es ser libres, que es la verdadera apariencia distintiva y distinguida.
La condición de libres no la da la ropa que llevamos, sino la libertad que nos cubre desde los Cielos en forma de bendición. No somos libres por la ropa, o la marca comercial que llevamos, sino por la marca espiritual con que nos cubre el Eterno. En este mundo de vanidades transitorias la ropa que llevamos juega un papel superficial, en la percepción que otros tienen de nosotros. Por lo general nos vestimos acorde a cómo nos vemos a nosotros mismos. Cuando nos sentimos bien nos vestimos bien, pero cuando nos sentimos frustrados o desanimados nuestra apariencia deja mucho que desear. Con todo sabemos que “el hábito no hace al monje” pero ciertamente si afecta al plano de las emociones, los sentimientos y la forma en que percibimos lo que creemos ser.
Los reyes visten como reyes porque se creen reyes ¿Significa esto que tenemos que vestir con ropas caras y a la última moda para sentirnos bien? Tal vez vistiendo con ropas caras y de reconocida marca nos sentimos mejor, pero solo es una forma superficial de cubrir lo que realmente somos. La ropa no nos hace reyes lo seamos o no lo seamos. La ropa no nos hace esclavos o libres lo seamos o no lo seamos. La ropa solo cubre el cuerpo, pero no cambia lo que somos, aunque como ya dijimos nos ayuda a vernos de otra manera.
El Pueblo de Israel salió de Egipto con otra percepción de sí mismos, entre otras cosas, por la ropa que llevaban. La imagen que nos ha dado la industria del cine, por medio de épicas películas de carácter histórico, es la de una multitud de esclavos andando por el desierto con ropas raídas y sucias. La descripción que hace la Torá no encaja con la representación teatral que el cine nos ha transmitido.
Algunos tal vez dirán que no se pusieron la ropa que les entregaron los egipcios para el viaje, pero ¿Saldrían semidesnudos con ropas de esclavos aquellos que habían sido liberados? Bueno lo dejo a la especulación de cada uno. En lo que quisiera centrarme es que cuando el Cielo nos libera, nos cubre con ropas especiales y distintivas. La ropa que hace a Israel ser lo que es, está confeccionada con libertad y amor a la vida. Las acciones justas que hace Israel en favor de la humanidad les distingue de aquellos pueblos que solo existen, para ser depredadores de los demás.
El moderno Israel sigue la estela que la historia ha dejado en los genes de cada generación vistiendo las auténticas ropas de libertad. En un mundo donde todos se disfrazan de lo que no son, o de lo que quisieran ser, Israel representa la moda más conservadora de la libertad de opinión, de conciencia y de fe. Un país Israel que es el garante de la libertad en Oriente Medio y sin exagerar, en el mundo entero.
Por José Ignacio Rodríguez, colaborador de Unidos con Israel