Siendo Israel uno de los países mas pequeños del mundo con una superficie de unos 27.800 km2, con una presencia climática para nada privilegiada, rodeado de acérrimos, implacables y feroces enemigos, con una escasez extraordinaria de recursos naturales y contando con un poco mas de seis décadas de vida independiente, se ha convertido en un verdadero buen ejemplo para el mundo, con capacidad de influir a otros países en encontrar un camino superador.
Pero yo creo que esto no basta, que Israel necesita ser algo mas que ser “el país de los buenos ejemplos”
Se dice que Januca es la fiesta de alegrías, es la fiesta de los grandes nissim (milagros) y de las niflaot (maravillas) mientras la Real Academia Española define lo que es un milagro: “hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino”. En cambio Albert Einstein sostenía que: “Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro.”
Hoy tenemos el gran privilegio histórico de participar del renacimiento, la consolidación y el crecimiento de nuestro Israel actual, donde la Libertad retorna nuevamente, con grandes sacrificios pero también con muchas y renovadas energías y esperanzas. Aunque hoy aun, no todos somos libres, la lucha por la Libertad todavía no ha culminado, todavía existe un largo camino por recorrer.
El actual Israel está necesitando que se produzcan nuevamente milagros y renovaciones, repensarse en nuevos paradigmas que lo relancen hacia un futuro más acorde con los sueños y las visiones de sus fundadores. Se está haciendo necesario una nueva generación de macabeos que enciendan esa vieja menorah y la hagan arder en relucientes llamas que con su penetrante luz produzcan otra vez milagros, tan necesarios en la crucial hora actual.
Yo creo que Israel, hoy necesita de milagros, de estos ocho milagros:
1. El milagro que se pueda construir un futuro de justicia social y de igualdad de oportunidades. Una economía al servicio de la gente. Un país sin niños pobres, sin ancianos carentes, sin trabajadores precarizados y con la solidaridad hacia los necesitados como un valor supremo. Una sociedad donde la riqueza no se concentre en pocas manos sino que se distribuya entre los que hacen el país todos los días, con sus manos y con sus mentes.
2. El milagro que Israel sea un modelo para el mundo: que sea un país peculiar, que no sea igual a todos y donde imperen nuestros ancestrales valores de ética, justicia y solidaridad. Que sea un gran faro que ilumine a toda la humanidad con su ejemplo, que sea el país que soñaron nuestros profetas, el país que imaginaron nuestros padres fundadores.
3. El milagro que aproveche la excelente situación económica, financiera y tecnológica con la que cuenta actualmente para desarrollar una economía de bienestar, más humana, más participativa, más distributiva, más incluyente, que armonice con nuestros valores milenarios de justicia y bienestar social. Una sociedad solidaria, sin pobres, sin marginados y sin explotados.
4. El milagro que se restablezca aquel Estado de bienestar con justicia y solidaridad social creado por los fundadores de Israel y que fue reemplazado desde hace un tiempo por un modelo socio económico neoliberal globalizado.
5. El milagro que ratifique con absoluta certeza, el carácter eterno e indivisible de Jerusalem como única Capital del Estado de Israel.
6. El milagro que reafirme la defensa, la reivindicación y la soberanía de los derechos inalienables del pueblo judío sobre la Tierra de Israel.
7. El milagro que derrote y envíe al definitivamente al viejo desván de los olvidos a todas las fuerzas fanáticas y oscurantista del Terror que se desvelan por borrarlo del mapa.
8. El milagro de que una paz justa, humana, digna y verdadera reine en el medio oriente y en todo el mundo.
El actual Israel está necesitando hoy, que se produzcan nuevamente estos ocho milagros.
Fuente: Porisrael