Los palestinos parecen moverse en dos frentes para frustrar el plan de paz para Oriente Medio del presidente de EEUU, el denominado “Acuerdo del Siglo”.
Por Jaled Abu Toameh
La Autoridad Palestina (AP) y sus aliados políticos de la Margen Occidental han lanzado unacampaña diplomática y mediática para recabar apoyos internacionales a su rechazo al inminente plan de Trump. Por su parte, Hamás, la Yihad Islámica (YIP) y otras organizaciones extremistas están dando a entender que recurrirán a la violencia en su empeño por frustrarlo.
La semana pasada, Hamás pidió a Bahréin que no permitiera que “el enemigo sionista deshonrara su tierra” con su asistencia a la conferencia económica que se va a celebrar en el país del Golfo el mes que viene.
Los palestinos han intensificado sus ataques al futuro plan de paz, en particular después de que la Administración norteamericana anunciara que desvelaría sus aspectos económicos en la conferencia de Bahréin. Los palestinos han expresado su enérgica oposición a su celebración y advertido de que van a boicotearlo, a pesar de tiene por objetivo mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la Margen Occidental y la Franja de Gaza.
En una extraña muestra de unidad, Fatah, facción gobernante del presidente Mahmud Abás, y sus rivales de Hamás y la YIP están diciendo que los palestinos no sólo van a boicotear la cumbre de Bahréin, sino que todos los países invitados a la misma deberían hacer lo propio.
Los palestinos se están centrando en persuadir a los países árabes de que no vayan a Bahréin. Les aterra que se rindan a la presión estadounidense y finalmente asistan, lo que a sus ojos sería abandonar a sus hermanos palestinos y dejarlos aislados en la arena internacional.
Arabia Saudí y Emiratos ya han anunciado que enviarán delegados. También se espera la participación de Jordania, Egipto y Qatar, a pesar de la feroz oposición palestina.
Abás visitó la semana pasada Qatar y Jordania con la idea de convencer a sus gobernantes para que se unieran al boicot. Lo más que consiguió fueron las habituales y lacónicas declaraciones deapoyo a la causa y los derechos palestinos. Su esperanza de que Doha y Amán apoyaran públicamente el boicot palestino no se materializó.
Incluso Arabia Saudí y el propio Bahréin, anfitrión de la conferencia, han hecho declaracionesparecidas para expresar su pleno apoyo a los palestinos, sin dejar a la vez de ignorar su petición de boicot. A los árabes siempre se les ha dado muy bien apoyar a los palestinos de boquilla y al mismo tiempo ofrecerles muy poca ayuda real.
Como temen volver a verse abandonados por sus hermanos, los funcionarios palestinos estánllamando públicamente a los países árabes a boicotear el encuentro de Bahréin. Han llegado incluso a advertir de que la participación en el mismo sería un acto de traición contra los palestinos y los árabes. Varias facciones palestinas, incluida Fatah, han insistido en que cualquier árabe que acuda al susodicho será acusado de traidor.
En otras palabras: los palestinos están amenazando a los jefes de Estado árabes con que podrían ser tachados de traidores por “conspirar” con la Administración Trump e Israel para liquidar la causa y los derechos de los palestinos. Esta insólita amenaza indica los crecientes apuros y la sensación de aislamiento de los palestinos, a los que los países árabes parecen estar dándoles la espalda.
La amenaza es una señal del aumento de las tensiones entre los líderes palestinos y los jefes de Estado árabes, que semejan estar hartos de la intransigencia de los palestinos y de su negativa a adaptarse a la nueva realidad de Oriente Medio, sobre todo en lo relacionado con la persistente injerencia iraní en los asuntos internos de los países árabes.
Los líderes de la OLP que se reunieron esta semana en Ramala (Margen Occidental) pidieron a los árabes que hicieran caso a la petición palestina de boicot contra la conferencia de Bahréin. “El Comité Ejecutivo de la OLP pide a los países árabes que hayan accedido a asistir a la cumbre que reconsideren su decisión”, manifestaron por medio de un comunicado. Asimismo, advirtieron de que ningún país árabe está autorizado a hablar o a negociar en nombre de los palestinos.
También el secretario general de la OLP, Saeb Erekat, pidió a los países árabes que se han comprometido a asistir a la cumbre de Bahréin que reconsideren sus planes.
Tras alabar a varios empresarios palestinos que anunciaron que habían rechazado las invitaciones de EEUU para acudir a Bahréin, Fatah afirmó que no dudará en “señalar” a cualquiera que se atreva a vulnerar el boicot palestino o piense en “conspirar” contra la causa palestina. “Nuestra paciencia no durará mucho, mientras somos testigos de los intentos de algunas personas sospechosas de abrir canales con la Administración norteamericana”, advirtió la facción del presidente Abás.
En la Franja de Gaza, gobernada por Hamás, varios representantes del sector privado dijeron que la mera participación en la cumbre de Bahréin era una “traición a la sangre de los mártires palestinos, al sufrimiento de los presos y al dolor de los heridos. La causa palestina no está en venta”.
A la luz de estas amenazas, es difícil ver cómo cualquier empresario palestino que viva bajo el régimen de la AP en la Margen Occidental o de Hamás en Gaza se va a atrever a dar el peligroso paso de participar en una conferencia auspiciada por EEUU y que los líderes palestinos ven como una “conspiración” para acabar con la causa y los derechos de los palestinos.
Las amenazas palestinas no se dirigen sólo a los empresarios palestinos, también, como hemos visto, contra países y líderes árabes. Pero por ahora parece que estos últimos no se han inmutado.
Mientras Abás y sus funcionarios recurren a la presión política para convencer a los árabes de que boicoteen la conferencia, organizaciones palestinas como Hamás y la YIP parecen estar preparándose para una respuesta violenta al Acuerdo del Siglo de Trump. En los últimos días, estos grupos han emitido varios comunicados dando a entender que usarán todos los medios, incluido el terrorismo, para frustrar el plan de paz de EEUU.
El secretario general de la Yihad Islámica, Ziad al Najalah, declaró la semana pasada: “La resistencia [palestina] tiene suficientes ases en la manga como para desbaratar el Acuerdo del Siglo”. Aunque no dio detalles, aparentemente Al Najalah estaba aludiendo a la posibilidad de que la YIP, con el respaldo de Irán, recurra a la violencia.
La YIP y Hamás dicen que están cooperando con Hezbolá, satélite terrorista de Irán en el Líbano, para arruinar la cumbre de Bahréin y el Acuerdo del Siglo. La semana pasada, el jefe de Hezbolá, Hasán Nasrala, expresó su enérgica oposición al mismo y recibió elogios de Hamás, la YIP e incluso la AP.
Este es el mensaje que los palestinos están enviando al mundo árabe: “O boicoteáis a la Administración de EEUU, o incitaremos a los árabes y a los musulmanes contra vosotros”. Tal vez lo más preocupante para los líderes árabes es que las amenazas provienen de las marionetas de Irán: Hamás, la YIP y Hezbolá. Está por ver si se verán disuadidos por ellas o las ignorarán, arriesgándose a convertirse en objetivo terrorista.
Los mismos palestinos que están boicoteando una cumbre cuyo objetivo es ayudarlos a superar la devastación económica provocada por sus líderes acabarán siendo los grandes perdedores de este despliegue de odio. Esta vez, parece que no sólo se van a privar de miles de millones de dólares, sino que van a perjudicar –quizá de forma irrevocable– sus relaciones con influyentes países árabes. Se mire como se mire, tiene toda la pinta de que los palestinos se están encaminando a una nueva nakba (catástrofe).
© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio