Como es sabido, debido a los diversos desafíos que con los que ha tenido que lidiar Israel desde su fundación, desafíos que le impuso su vecindario hostil, ha desarrollado una gran infraestructura de defensa y seguridad. Comandos israelíes son capaces de llegar también fuera de sus fronteras cuando el objetivo es frustrar un atentado en camino. Pero en realidad, el brazo más largo de Israel no es ese sino la disposición constante a prestar ayuda humanitaria dondequiera que sea necesaria.
Fuente: Ana Jerozolimski, Semanario Hebreo Jai
Ahora, ya está organizándose para partir a Turquía, escenario del terrible terremoto en el sur del país.
Las situaciones de emergencia pueden ser una pandemia-como cuando fueron enviadas delegaciones médicas a Uruguay y Argentina durante el Covid-, terremotos o desmoronamientos de edificios, como en Florida, Estados Unidos. La reacción suele ser casi automática. Se confirman las noticias sobre alguna catástrofe en distintas partes del globo-terremotos, inundaciones, aludes, atentados de gran envergadura- e Israel salta como un resorte a ofrecer ayuda.
La unidad de rescate de las Fuerzas de Defensa de Israel ha estado en diversos continentes y en países que lidiaban con urgencias trágicas, desde México a Nepal, Turquía y mucho más. Se ha hecho presente para ayudar tras los atentados de 1998 en Nairobi, Kenya, y en 1999 en Izmit, Turquía, por el terremoto, así como ese mismo año en Grecia por la misma razón y nuevamente en Turquía.En el 2001, instaló un lugar de campaña en India tras un terremoto y en el 2004 rescató a los israelíes atascados en el hotel Hilton de Taba, Egipto, tras un fuerte atentado con explosivos.
En el 2006- volvió a Nairobi, Kenya, por el desmoronamiento de un edificio de cinco pisos que estaba en construcción. En 2010, un potente terremoto mató a un cuarto millón de personas en Haití. En el hospital de campaña establecido por ISrael, fueron salvadas más de 1110 personas.
Al año siguiente se envió ayuda humanitaria a Colombia, a raíz de las inundaciones.El mismo año, fue aquel fuerte terremoto en Japón, con las potentes olas de tsunami, y allí estuvo también Israel, así como lo volvió a estar en 2013 tras catástrofes en Filipinas.
Y ha estado en Haití .Allí, en el hospital de campaña erigido por la unidad de rescate del ejército israelí, nacieron bebés cuyas madres les llamaron “Israel” en señal de agradecimiento.
Recordamos una entrevista que realizamos años atrás a Dani Saban, ex Secretario en la embajada de Israel en Montevideo, quien cuando el terremoto en Haití, viajó antes de partir la unidad de rescate, para ver de primera mano cuáles eran las necesidades. “Una mañana, en determinado momento, oímos como un murmullo que se intensificaba cada vez más, y salimos fuera de las carpas a ver qué era”, nos dijo Saban. “Todo el campamento estaba rodeado por ciudadanos locales que simplemente decían a viva voz ´Israel, Israel, Israel´”. Era una forma de agradecer. Y el solo imaginar la escena, nos hace un nudo en la garganta.
Israel se organiza rápidamente para enviar ayuda humanitaria que en muchos casos consiste en equipos necesarios para mitigar el sufrimiento de la población en el lugar afectado. Y en muchas otras ocasiones, el envío de mantas, agua, alimentos, remedios y mucho más, es sólo un punto en el esfuerzo mucho mayor que se despliega, y cuyas manifestaciones principales son el envío de la unidad de rescate de las Fuerzas de Defensa de Israel y de todo lo necesario -tanto en materiales , equipos y recursos humanos- para instalar en el lugar de la catástrofe, un hospital de campaña de alto nivel.
Llegan al lugar del desastre, se instalan con gran eficiencia, y comienzan a trabajar. Estas misiones humanitarias israelíes suelen ganarse con gran rapidez el respeto y la admiración tanto de las autoridades locales como de la población civil afectada y de otras delegaciones que también tratan de ayudar.
Allí están, trepando entre los escombros, analizando qué hacer de modo profesional, soldados hombres y mujeres jóvenes, junto a oficiales más experientes, con el escudo con la bandera de Israel en el brazo y con la Estrella de David hasta en la prenda que se coloca a los perros entrenados en detectar señales de vida donde el oído humano no los puede captar.
Recordamos en especial lo ocurrido tras el enorme terremoto en Nepal. Dos días y medio después de la catástrofe, una delegación israelí compuesta por aproximadamente 250 miembros de la unidad de rescate y médicos y paramédicos para activar el hospital de campaña, ya había aterrizado en Katmandú. Y la intención era que salga medio día antes, lo cual se demoró por cuestiones procedurales en Nepal. Seis aviones Hércules de la Fuerza Aérea de Israel llevaron todos los equipos y casi cien toneladas de ayuda humanitaria, que comenzaron a descargar de inmediato en camiones nepaleses.
A ello se agregó otra dimensión: la participación de empresas de rescate israelíes, que lograron trasladar de distintos puntos de la zona afectada, a más de 200 paseantes que se hallaban atascados y sin posibilidad de comunicarse. Algunos de los rescatados comentaron sobre lo que sintieron al ver a sus compatriotas llegar, y sobre la admiración que ello provocaba en mochileros con quienes paseaban, de otros países. El comentario común a todos, según relataron, era que Israel, siempre llega primero a buscar a sus hijos en momentos complejos.
Y en los últimos años, numerosos voluntarios israelíes, muchos de ellos de la organización IsraAid, se hicieron presentes en campamentos de refugiados sirios en Grecia, para ayudar. Recordemos que Siria está en guerra con Israel, lo cual no impidió que heridos sirios sean atendidos en hospitales israelíes.
El papel de Israel en todo esto, es totalmente desproporcional a su tamaño y recursos.
Y a mí, como uruguaya judía, radicada desde hace años en Israel, me emocionó en especial, por razones obvias, la misión israelí a Uruguay durante la pandemia. Cuatro especialistas en distintas materias, precedidos por equipos de CTI, cargados todos con fuertes pilas en el corazón y ganas de ayudar. Salieron de mi país para aportar a mi país. Así, por partida doble. Su llegada no ponía fin a la pandemia, pero era un mensaje. Dejó en claro que Uruguay no estaba solo. Y que se podía salir de la catástrofe. Israel, apenas mejoró mucho su situación, empezó de inmediato a ayudar a otros. Mientras la delegación del hospital Sheba estaba en Uruguay, otra se preparaba para partir hacia la India, y otra salió después del hospital Hadassa a Argentina. Y estos son sólo unos pequeños ejemplos en un mar de ayuda humanitaria.
Y ahora, ya se está preparando una gran delegación para partir a Turquía.
No sorprende. Eso es lo bueno. Nunca soprende, esté quien esté en el poder, y sea cual sea el gobierno de turno. Esa es el alma de Israel, que sabemos nunca cambiará.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai