¡Sanos en 20 Segundos!

Una de las cosas que más nos mantiene ocupados es nuestra salud. A continuación, la fórmula para mantener la salud y curarse de todas las enfermedades, en apenas veinte segundos…

Una de las cosas más importantes en todo lo referido a la medicina del ser humano es no tomar la salud como algo que se da por sentado. Al contrario: hay que pensar exactamente lo contrario. Y hoy, más que nunca, cuando la concientización acerca de este tema está tan difundida y crece día a día, tenemos que hacer el esfuerzo de comer en forma sana, pensar en forma sana, leer todo tipo de material que nos ayude a comer y pensar en forma sana, sonreír, alegrarnos y en una palabra, hacer todo lo posible para cuidar la salud. Y hay una forma maravillosa de alcanzar este objetivo tan importante.

¿Me preguntan cómo?

Presten mucha atención: hay una bendición, una brajá en hebreo, muy breve pero muy poderosa, la bendición Asher Iatzar, que si se dice con la debida intención, es la mejor forma de alcanzar la salud tan anhelada. Esto se debe a que esta bendición damos las gracias al Creador por todos los milagros y todas las maravillas que Él obra para nosotros. Y esto no es algo así nomás, sino que esta bendición es capaz de obrar verdaderos milagros.

He aquí el texto de la bendición, para beneficio de los lectores:

En hebreo (transliteración fonética, para quien no sabe hebreo):

Baruj Atá, Ado-nai, Elo-heinu, Melej ha olam, asher iatzar et ha Adam be jojmá u-bará bo nekavim nekavim, jalulim jalulim. Galui ve-iadúa lifnei kisé kevodeja she im ipateaj ejad mi hem o isatem ejad mi hem, i-efshar leitkaiem ve-laamod lefaneja afilu shaá ajat. Baruj Atá Ado-nai, Rofé jol basar u-maflí laasot

Traducción:

“Bendito eres Tú, oh A-do-nai, nuestro Dios, Rey del Universo, que creó al hombre con sabiduría y le hizo orificios y cavidades. Es sabido y revelado ante Tu Trono de Gloria que si tapares uno de ellos o abrieres uno de ellos, sería imposible sobrevivir siquiera una hora. Bendito eres Tú, Quien cura a toda la carne y obra prodigios”.

Bendito eres Tú, oh A-do-nai, nuestro Dios, Rey del Universo, que creó al hombre con sabiduría– La creación del hombre fue algo que se hizo y se hace con tremenda sabiduría. En nuestro cuerpo hay miembros y órganos que llevan a cabo su función en forma exacta. Hay células cuya función es proteger el cuerpo en forma constante de las miles de bacterias que invaden el cuerpo a cada instante. El Creador nos creó un sistema digestivo que nutre cada célula y descarta los productos de desecho. Si estos órganos no hubieran sido formados de esta manera, el cuerpo no funcionaría como es debido. De esta misma manera podemos reflexionar acerca de todos los órganos y la profunda sabiduría con que el Creador formó el cuerpo humano, como por ejemplo, el oído, que le permite al hombre mantenerse de pie y no caerse; la memoria, que es algo increíblemente maravilloso, etc etc.

Y le hizo orificios y cavidades – Dios nos hizo orificios, como por ejemplo, la boca, la nariz, y el ano, y también nos formó órganos que contienen cavidades, como por ejemplo, el corazón y el intestino.

Es sabido y revelado ante Tu Trono de Gloria que si tapares uno de ellos o abrieres uno de ellos, sería imposible sobrevivir siquiera una hora – el ser humano fue creado de forma tal que el feto en el vientre materno tiene la boca sellada y el ombligo abierto. Pero al momento de nacer, la boca se abre y el ombligo se cierra. Es sabido ante Dios – que si la boca del recién nacido, Dios no lo permita, se abriera cuando el bebé todavía se encuentra dentro del vientre materno, se moriría de inmediato. Y si hiciera sus necesidades dentro del vientre materno, ella moriría de inmediato. Y si, Dios no lo permita, tuviera la boca sellada al nacer, tampoco podría sobrevivir. Y si se taparan aquellos órganos que tienen que estar abiertos, como la boca, por ejemplo, entonces Dios no lo permita no podríamos sobrevivir.

Bendito eres Tú, Quien cura a toda la carne – Dios creó en el hombre los órganos de desecho de excrementos, que asisten a la curación del cuerpo, al eliminar los elementos indeseables.

Y obra prodigios–Dios creó al hombre y lo mantiene con vida de una forma prodigiosa.

Llegaron a nuestra redacción un gran número de historias verídicas que ilustran el enorme poder de esta bendición, al punto de obrar milagros:

Muchas personas que decidieron empezar a recitar esta bendición con la debida intención y en forma clara y sin apresurarse cuentan de grandes milagros que les ocurrieron en virtud de dicha bendición. Muchos de ellos se curaron de toda clase de enfermedades. Por eso le recomendamos al lector que le dedique a esta bendición el tiempo que uno tarda en decirla, vale decir, apenas veinte segundos y que bendiga al Creador por la gran maravilla que tiene lugar en su propio cuerpo a cada instante sin cesar. Como hemos dicho, no tenemos que esperar a que surja un problema para despertarnos y entender que esto constituye un tremendo prodigio, imposible de igualar. Además, desde la mera perspectiva de la salud, no podemos menos que dar las gracias constantemente por el tremendo milagro que HaShem obra a cada momento en nuestro propio cuerpo.

A continuación, una breve plegaria que el Rabino Arush recomienda decir antes de “Asher Iatzar”, que dice así:

“Amo del Universo, Padre Compasivo, ten compasión de todos los enfermos de Tu pueblo Israel y de todos los heridos. Cúralos con una curación total y absoluta, con rapidez, por el mérito de todos los tzadikim verdaderos, los grandes justos, y ten compasión de mí y cúrame con una curación completa, como un regalo, en forma gratis, por el mérito de la bendición “Asher Iatzar” que estoy por recitar ante Ti. Por favor, Padre Compasivo, dame el mérito de recitar esta bendición con gran intención, con gran alegría. Sálvame de todo tipo de pensamientos ajenos al decir esta bendición y en mérito de cada una de las sílabas y cada una de las letras de esta bendición, concédeme todas las curaciones existentes, en todos mis órganos, tendones, en las venas y arterias, en los huesos, en la carne, y en cada una de las partes de mi alma.
¡Oh, Dios mío, Tú que curas toda la carne, cúrame con una curación total y completa, límpiame y quita de mi cuerpo todos los desechos y todas las enfermedades, y todas las infecciones, y todas las inflamaciones y todas las calcificaciones y todo el colesterol y todo el azúcar que tengo en exceso dentro del cuerpo y límpiame todo el cuerpo de todo el pus y de todos los gusanos que puedan existir y que pueda ser una persona fuerte y sana y tenga una larga vida. Amén Netzaj Sela Vaed”.

Y a continuación reciten la bendición “Asher Iatzar” que aparece escrita al principio de este artículo en letra negrita, y recítenla leyéndola, palabra por palabra, con gran intención, y con la ayuda de Dios la persona que la recite se va a curar y va a gozar de buena salud, de la mano de Aquel que cura toda la carne: el Santo Bendito Sea.

¡Atención! Un consejo para poner en práctica todas las mañanas: exprimir el jugo de un limón y agregarle un vaso de aguay beber esto con el estómago vacío y después beber dos vasos de agua. El limón, como es sabido, limpia y desinfecta el cuerpo. Y antes de beber este jugo y antes de tomar cualquier medicamento, conviene decir lo siguiente:

“Amo del Universo, Padre Compasivo, ten compasión de mí y haz que esto me limpie todo el cuerpo de todas las enfermedades (y si, Dios no lo permita, sufre de alguna enfermedad específica, que la mencione aquí) a través de lo que estoy por beber y que me sirva para curarme en forma completa, para que pueda yo servirte y cumplir con Tu Voluntad durante muchos años”.

Dios quiera que podamos gozar de buena salud y que tengamos una curación completa, y que tengamos el mérito de la Redención muy pronto en nuestros días. Amén!
Fuente: Breslev en español

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