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¿Servir a Dios porque me conviene?

(Shutterstock)

Nuestros Sabios indicaron que Abraham, nuestro primer patriarca, pasó por 10 nisiyonot, pruebas o experiencias de vida. Cada una de estas experiencias tiene que ser vistas como una lección o aprendizaje, que le enseña a Abraham algo más sobre cómo relacionarse con Dios.

Por: Rabino Yosef Bitton

El aprendizaje es acumulativo y progresivo: Lo aprendido en la prueba anterior es necesario para pasar al próximo nivel y superar la prueba siguiente . La décima y última prueba es el sacrificio de Isaac, el evento que recordamos en Rosh haShaná. Recordemos cómo llegamos hasta aquí. En su infancia, Abraham descubre por sus propios medios que existe un Creador. Luego de muchos años, el Creador se revela a Abraham. Abraham identifica la voz de Dios, la valida,y obedece Su orden: abandonar todo, ir a una tierra lejana y comenzar de nuevo. Primera lección aprendida: Dios no solo es el Creador del mundo, sino que también interviene en la vida de los seres humanos y los guía.

CUANDO LA RECOMPENSA DIVINA NO LLEGA

La vida de un hombre de fe, que cree en Dios y lo escucha, no es necesariamente más fácil que la de un hombre sin fe: ¡está llena de desafíos! Recordemos que cuando el Creador le ordena a Abraham partir hacia la tierra de Canaan, le promete que lo colmará de prosperidad y bendiciones. Es posible que Abraham haya imaginado que esta promesa se cumplirá en términos convencionales: de inmediato. Quizás haya pensado que al llegar a Canaan lo estarían esperando decenas de camellos cargados de riquezas y tesoros, como en un cuento de las mil y una noches. Pero Abraham no encontró riquezas en Canaán. Por el contrario: al poco tiempo de arribar, cuando llega el otoño, la lluvia no aparece y se declara una sequía. La tierra de Canaán no tiene los recursos naturales que tiene la Mesopotamia de donde procede Abraham: un fértil valle entre el caudaloso rio Eufrates y el Tigris. Canaán depende totalmente de la lluvia, y cuando esta no llega, el hambre se instala en la tierra y hay que emigrar….

CUANDO NO HAY LÓGICA NI EXPLICACIONES

Entendamos mejor la tremenda «prueba» a la cual es sometido Abraham: Dios le ordenó a Abraham dejar su tierra próspera y le promete que en la nueva tierra encontrará bendición y prosperidad… Pero cuando Abraham llega a Canaán, se declara la sequía y Abraham se tiene que ir… ¿Qué habrá pasado por la cabeza de Abraham en ese momento? ¿Habrá pensado que quizás Dios no es tan poderoso como él imaginó, y posiblemente no tenga control sobre la lluvia o el clima en Canaán? Para hacerlo más difícil para Abraham, la Voz Divina no se revela nuevamente a Abraham: nadie le explica lo que está sucediendo o lo que tiene que hacer. En estas circunstancias, cualquier otro individuo, me imagino yo, hubiera dado por finalizada su aventura y se hubiera regresado a casa, Ur Casdim o Jarán, donde ahora vive su familia. Pero contra toda «lógica», en lugar de rendirse, Abraham se aferra a su convicción de que la Voz que escuchó fue la Voz del Creador, y ahora asume que Él sabrá lo que hace. ¡Abraham se arma de uno de los elementos más importantes de la fe: la paciencia, y decide seguir confiando en la Palabra Divina! Con esto en mente, Abraham toma las riendas de su propia vida, y decide descender a Egipto para tener lo que comer hasta que acabe la sequía, para luego regresar nuevamente a la tierra prometida y cumolir el mandato Diivno. Es como que Abraham cumple su parte a pesar de que, aparentemente, Dios ח»ו no está cumpliendo la Suya… (esta idea, la lealtad incondicional del pueblo judío, será desarrollada en el hermoso y profundo Salmo 44 de Tehilim). A todo esto, y desde la perspectiva Divina, «Abraham está en observación».

LA REVOLUCIÓN DE ABRAHAM

Tengamos en cuenta que es la primera vez que un evento de esta naturaleza se registra en la Torá. Es decir, que un hombre sigue fielmente el mandamiento Divino (en este caso, instalarse en la tierra de Israel) y persiste a pesar de que, por hacer lo que Dios le pide, sufre. Y todo parece indicar que cada vez está más lejos de obtener las recompensas prometidas. Nosotros los lectores de la Torá sabemos que la historia tendrá un final feliz, y que al final la promesa que Dios le hizo a Abraham eventualmente se cumplirá. Pero Abraham no lo sabía, y nadie lo había instruido respecto a cómo reaccionar cuando las cosas malas le pasan a la gente buena. En el mundo idólatra cuando un «dios» no le concede al individuo que lo sirve los resultados esperados, simplemente se lo reemplaza por otro dios más poderoso y efectivo . En ese contexto, es increíble y absolutamente revolucionario que Abraham decide no abandonar a Dios, confiar en su palabra y esperar. Abraham, en cierta manera, renuncia a la recompensa Divina. Y sigue a Dios incondicionalmente. Maimónides explicará 3000 años después que de Abraham aprendemos a servir a Dios incondicionalmente: ni por temor al castigo, ni por conveniencia, sino por amor a Dios. Empezamos a ver cómo esta y otras evidencias o pruebas van forjando la fe que le permitirá a Abraham Abinu pasar su último examen: el sacrificio de Isaac.

¿QUE APRENDEMOS DE LA SEGUNDA PRUEBA?

En la primera prueba, Abraham aprende a reconocer la Voz Divina. Esto ya no estará en duda. Y será la clave para poder superar todas las demás adversidades. En esa primera prueba Abraham también aprende a obedecer la orden de Dios.

La segunda prueba le enseña a Abraham que las recompensas que Dios le concede a un hombre de fe no son ni inmediatas ni seguras. Esto aparentemente desafía la lógica y el sentido común: Dios es Todopoderoso. ¿Por qué no recompensa inmediatamente a aquellos que lo obedecen? Abraham está aprendiendo que la relación con Dios debe ser diferente. Si solo obedezco A Dios para ser recompensado, entonces debo abandonar a Dios cuando no obtengo lo que espero. Pero Abraham no quiere abandonar a Dios. Su lealtad (o «amor») por Él es incondicional. Su relación con Dios no depende de la recompensa: su relación con Dios «es» la recompensa. La clave de la supervivencia del pueblo judío es su lealtad incondicional a Dios, colectiva e individualmente. Aprendimos de Abraham a no abandonar a Dios incluso cuando sufrimos por por ser leales a Él y a Sus mandamientos.

La fe de Abraham está ahora en un nivel más alto. Y seguirá creciendo.

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