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“Si lo queréis, no será una leyenda” Theodor Herzl

JOSÉ KAMINER TAUBER

Teodoro (Benjamín Zeev) Herzl, considerado como el visionario del sionismo moderno, nació en Budapest en 1860. Fue educado en el espíritu del Iluminismo germano-judío de la época, aprendiendo a valorar la cultura secular.

En 1878 su familia se trasladó a Viena y en 1884 Herzl obtuvo su doctorado en Derecho. Con el tiempo se convirtió en escritor, dramaturgo y periodista.

Herzl tropezó por primera vez con el antisemitismo, que transformaría su vida y el destino de los judíos en el siglo XX, mientras estudiaba en la Universidad de Viena (1882). Más tarde, durante su estadía en París como corresponsal del influyente periódico liberal vienés “Neue Freie Presse” cubrió el proceso contra el militar judío Alfred Dreyfus, un capitán del ejército francés que fue acusado injustamente de traición en el año 1894.

Herzl estuvo presente en el evento de degradación. Como periodista, se enfrentó directamente con el problema. En aquel entonces Herzl consideraba al problema judío como una cuestión de carácter social.

Así, el Caso Dreyfus pasó a ser uno de los factores determinantes en la génesis del Sionismo Político. Después de haber presenciado este acto de irracional antisemitismo, Herzl concluyó que mientras los judíos viviesen dentro de sociedades no judías, ellos serían acusados y condenados en forma colectiva por cualquier delito. Si el clamor ” muerte a los judíos”, fue el escuchado en una Francia liberal – el primer país europeo en otorgar igualdad de derechos a los judíos- , quería decir que este pueblo no estaría nunca a salvo si no tuviera su propio territorio.

Así, Herzl se obsesionó con la visión de un estado judío renovado y renacido. Sus primeros impulsos los dedicó en buscar apoyo para su idea. Fue primero donde los judíos más ricos como los Rothschild y los Hircos, y no logró nada con ellos. Entonces en medio de su desilusión y desesperación, y en una manifestación de creatividad, escribió un libro: “Der Judenstaat” (El Estado Judío).

En él, delineó un programa para crear un estado judío y dejo en claro la factibilidad de su proposición. En la página final de este libro escribió: ” Les repito una vez más que los judíos que quieran tener su estado, lo tendrán.”

A pesar de que la idea del retorno a Sion había estado cobrando cierta fuerza durante la segunda mitad del siglo XIX, fue solo el impulso de Herzl el que convirtió el sionismo en un movimiento político internacional.

Él electrificó al mundo judío con su repetido slogan de: “IM TIRTZU EIN ZU HAGADAH ” (Si lo queréis no será una leyenda). Las masas judías de Europa Oriental, se convirtieron en sus más ardientes seguidores.

En los primeros años de actividad sionista, Herzl se esforzó en conseguir el apoyo del Sultán turco y de su aliado el Káiser alemán.

Años de ilusiones y frustraciones lo llevaron a mirar finalmente hacia Inglaterra. El tiempo premió su visión: 13 años después de su muerte, Inglaterra arrebató Palestina de manos turcas y emitió la Declaración Balfour. En ella los británicos comprometían su apoyo al establecimiento de un Hogar Nacional Judío.

Herzl y su familia pagaron un alto precio personal por su infatigable labor sionista. Su esposa Julie Naschaver cayó presa de una enfermedad mental. Su hija mayor, Paulina, murió drogadicta y su hijo Hans se suicidó el día del funeral de su hermana. Su hija menor, Trude, pasó gran parte de su vida en hospitales y cuando salió de ellos, fue asesinada por los nazis en el campo Theresienstadt.

Con su tremendo esfuerzo y su sacrificio personal y familiar, dio nacimiento al movimiento sionista político que culminó con la creación de un estado judío.

Antes de morir, Herzl dejo instrucciones para ser enterrado al lado de su padre en Viena, hasta el día que el pueblo judío tuviese su estado propio. Sus deseos fueron cumplidos en 1949 y sus restos fueron trasladados a Jerusalem donde descansan finalmente en el Monte Herzl.

Fuente: Enlace Judío de México

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