Han pasado ya seis meses desde que Israel y Hamas se fundieron en una guerra polifacética, ya que además de enfrentar misiles y túneles destinados al terrorismo, Israel se enfrentó también a una guerra mediática en dónde la cobertura de los hechos fue frustrantemente incompleta y tendenciosa.

Demostrar que la lucha contra la propaganda exige de la creación de un organismo central israelí que controle todo el campo de batalla resulta sencillo. En cambio, su establecimiento depende de la voluntad política del Gobierno para crear (con décadas de retraso) esa agencia tan necesaria y para dotarla de los fondos precisos.