Con la salida de la primera estrella de, miércoles, según el calendario hebreo será 25 de elul, el día que, de acuerdo a la tradición, D’s creó el mundo hace 5.781 años.
Suele pensarse que ello es lo que se celebra en Rosh Hashaná (Año Nuevo judío), pero en realidad lo que se recuerda en esa fecha es la aparición del hombre, el único ser vivo capaz de reconocer y servir a D’s, en el sexto día de la Creación.
Enseña la Torá en sus primeros versículos: “En el principio D’s creó los cielos y la tierra. Y la tierra estaba vana y vacía, con oscuridad sobre la faz del abismo, y el espíritu de D’s se cernía sobre la superficie de las aguas. Y dijo D’s: ‘¡Haya luz!’, y hubo luz. Y vio D’s que la luz era buena y separó D’s la luz de la oscuridad. Y llamó D’s a la luz ‘día’ y a la oscuridad la llamó ‘noche’. Y fue la tarde y fue la mañana, día uno” (Breishit -Génesis- 1:1-5).
Rosh Hashaná también es Iom Hadín (Día del Juicio), durante el cual D’s evalúa a todas Sus criaturas, si bien su veredicto recién se rubrica con la culminación de Iom Kipur.
Por ello se acostumbra desear “¡Shaná tová umetuká!” (año bueno y dulce) y “Ctivá vejatimá tová” (buena inscripción y rúbrica -en el Libro de la Vida-).
El Año Nuevo judío también se denomina Iom Truá, el día del toque del shofar (tradicional cuerno de carnero) durante el servicio religioso y en los 29 días previos, que es un llamado a la humildad, la reflexión y el arrepentimiento.
Rosh Hashaná y Iom Kipur son los Iamim Noraím, “días terribles” por la seriedad y rigor del Juicio Divino, y los 10 días que los incluyen son los Aséret Ieméi Teshuvá (Diez Días de Arrepentimiento).
Fuente: Itón Gadol