(Foto: Gershon Elinson / Flash90)

Fuente: Yosef Bittom

ÉXITO Y FRACASO EN LA CRIANZA DE LOS HIJOS

Nuestros sabios nunca ignoraron los pequeños y grandes errores de cálculo en algunos actos de nuestros antepasados. Especialmente cuando la Torá aún no había sido revelada, y la mayoría de sus acciones y decisiones tuvieron que ser tomadas sin instrucción Divina explícita. Y precisamente, al des-cubrir sus errores, los Sabios enfatizaron la credibilidad de la Torá, que no cree en superhéroes ni supervillanos. Y nos enseñó el concepto de evolución: en la especie judía, los hijos corrigen los errores de sus padres, y así es como evolucionamos. La lección que aprenderemos hoy proviene del rabino y educador Shimshón Rafael Hirsch (Hamburgo, hoy Alemania, 1808-1888), a quien se considera el fundador de la ortodoxia europea moderna. La idea es muy atrevida. Y puede malinterpretarse fácilmente si se lee superficialmente. Así que la explicaremos con cuidado.

El rabino Hirsch compara dos modelos de «parenting» o educación de los hijos: el modelo de Isaac y el modelo de Jacob. Isaac tuvo dos hijos, Jacob y Esav. Los dos tenían personalidades muy diferentes y opuestas. Uno de ellos, Esav, se desvió y abandonó por completo el camino de Abraham. Por otro lado, Jacob fue un éxito total: continuó el legado de Abraham, tuvo 12 hijos (y una hija), y todos siguieron su camino. La familia que Jacob formó se convirtió en el pueblo de Israel.

CUANDO LO MISMO ES DIFERENTE, Y LO DIFERENTE ES LO MISMO

Ahora, pasemos a los comentarios del rabino Hirsch. Su pregunta es: ¿por qué Isaac y Ribqá no lograron educar a Esav? ¿Qué hizo que Esav abandonara el judaísmo? ¿Acaso sus padres le dieron a Esav una educación diferente a la que le dieron a Jacob? La respuesta del rabino Hirsch es sorprendente: «La continuidad de Esav fracasó porque sus padres le dieron la misma educación que a su hermano Jacob». Con base en el Midrash que citamos abajo, el rabino Hirsch indica que Isaac y Ribqa no se dieron cuenta a tiempo de las profundas diferencias entre sus dos hijos ¡Y pensaron ingenuamente que obtendrían los mismos resultados si le brindaban a los dos la misma educación judía! No sabían que Esav necesitaba una instrucción diferente — personalizada– para continuar en el camino religioso judío. Esav necesitaba un sistema escolar–o un buen maestro- que tomara en cuenta que a Esav no le gustaban las bibliotecas ni los libros. O que tenía algún tipo de ADD, y por lo tanto precisaba una educación religiosa que contemplara sus dificultades de aprendizaje y lo ayudara a canalizar sus talentos hacia el objetivo correcto.

Cito las duras palabras del rabino Hirsch, dirigidas a nosotros, los padres:

Un padre que hace que Jacob y Esav [dos hijos de carácter diferente: Jacob era naturalmente más estudioso, mientras que Esav pasaba su tiempo cazando en el campo] se sienten en el mismo banco de la escuela y les instruye de la misma manera, seguramente arruinará a uno de ellos. [Mientras que el niño que es como] Jacob disfrutará estudiando, como alguien sediento al que se le ofrece agua de un manantial, el niño que es como Esaú solo pensará en el día en que pueda deshacerse de todos esos libros viejos… y dejar atrás el estilo de vida [religioso]…

[Isaac y Ribqá no comprendieron] que la fuerza y el coraje [para la batalla que caracterizaban a Esav] no eran menos importantes que el pensamiento y los sentimientos [que caracterizaban a Jacob]. Nosotros, los padres, necesitamos trabajar con todos nuestros hijos ,con sus diferentes talentos… para lograr el ideal colectivo de Am Yisrael.

EVOLUCIÓN

Según este célebre Rabino, al ver el fracaso de su hermano Esav, Jacob aprendió la lección y educó a sus propios hijos teniendo en cuenta el carácter, la naturaleza, la personalidad y los TALENTOS de cada uno de ellos. Entendió que aunque son hermanos y se han criado bajo el mismo techo, puede haber diferencias significativas entre un niño y otro. Y una de nuestras misiones como padres, ¡quizás la más difícil!, es identificar en qué área en particular sobresale mi hijo o mi hija y guiarlos hacia un camino de Torá sin ignorar su personalidad, talentos y rasgos de carácter específicos.

El rabino Hirsch detecta esta actitud en las bendiciones de Jacob a sus hijos, mencionadas en la Parashá de esta semana.

“Cuando los hijos de Jacob, las futuras 12 tribus, se reunieron para recibir la bendición de su padre, Jacob visualiizó en ellos a la futura nación de Israel: vio sacerdotes y rabinos (la tribu de Levi e Issajar), pero también vio líderes políticos y gobernantes (Yehudá), vio la tribu de aquellos que, en el futuro, se convertirían en grandes comerciantes (Zebulún), la tribu que se destacaría en la agricultura (Asher), y la tribu que produciría los mejores soldados (Gad), o jueces (Dan), etc. … Los bendijo a todos, pero NO con una sola y misma bendición, sino que bendijo a cada uno de ellos con una bendición diferente [deseando que, con la ayuda de Dios, cada uno desarrolle] sus propias virtudes אִישׁ אֲשֶׁר כְּבִרְכָתוֹ בֵּרַךְ אֹתָם (מ»ט, כח) (Génesis 49:28)….Jacob sabía que el pacto de Dios con Abraham implicaba la creación de una nación completa, sana y autosuficiente. Cada individuo tiene que desempeñar un papel diferente hacia el mismo gran objetivo Divino: establecer una nación que mantenga el camino de Dios, practicando e inspirando a otros a practicar la bondad y la justicia.

CONCLUSIÓN

Si Isaac y Ribqa hubieran entendido la profundidad del alma de Esav y se hubieran preguntado qué se debe hacer para que el coraje y la energía física de Esav se canalicen hacia el servicio Divino, entonces seguramente Esav no habría terminado siendo un «cazador valiente» sino un » valiente soldado de Dios». Con sus diferentes tendencias y talentos, Jacob y Esav podrían haber sido mellizos [=socios] también en su vida espiritual y forma de vida… La espada de Esav hubiera estado al servicio de Jacob, y quién sabe cómo la historia [del pueblo de Israel] se habría desarrollado con esa fuerte sociedad entre Jacob y Esav. Pero esto no sucedió, como indica el verso ‘Y los niños crecieron’: sólo cuando los niños ‘se hicieron adultos’, [cuando ya era demasiado tarde] los padres se sorprendieron al ver que sus mellizos… ¡eran tan diferentes! y ahora, opuestos en su estilo de vida y sus acciones.

Creo que la intención del rabino Hirsch no es criticar a Yitzjaq y su esposa, sino enseñarnos esa lección de vida crítica: que como padres judíos, cuyo principal objetivo en la vida es educar a TODOS nuestros hijos para que sigan el camino de la Torá, debemos reconocer –y aceptar–sus talentos individuales y orientarlos hacia una educación religiosa que no mida a todos con la misma vara, sino que reconozca sus límites y sus dones y les ayude a encauzar sus talentos particulares hacia el mismo noble objetivo: Abodat HaShem.

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