El octavo de los trece principios de la fe judía dice que la Torá que poseemos en la actualidad es la misma que le fue dada a Moshé Rabenu (Moisés) en Sinaí.
Exploraremos hoy cuál fue el meticuloso método que usaron los Sabios de Israel para transmitir el texto de la Torá de una manera que se eviten los errores involuntarios.
Debemos saber que la presencia de errores en la transmisión de textos era algo absolutamente común, especialmente antes del invento de la imprenta. Ver por ejemplo este artículo (donde dice «Mecánica de la copia») que explica como solían ocurrir «los errores de copistas» cuando copiaban de un texto a otro.
El Sefer Torá (libro, pergamino, rollo de Torá), como lo tenemos hoy, contiene exactamente las mismas las palabras que HaShem le transmitió a Moisés. El texto se ha conservado durante siglos con muchísimo cuidado, ya que nuestros Sabios eran muy conscientes que estaban transmitiendo un texto único: la palabra de HaShem. Y por lo tanto no podían permitir la posibilidad de que hubieran errores involuntarios en la transmisión o la copia de un texto a otro. ¿Qué hacían entonces los Sabios para evitar errores de copistas?
Nuestros escribas o copistas eran llamados en hebreo «Soferim». Ellos fueron los Sabios responsables de copiar el texto Bíblico de un Sefer Torá a otro, manteniendo intacto el texto. La tarea de los Soferim era mucho más difícil en tiempos de guerra, destrucción y el exilio, por ejemplo, después de la destrucción del Primer Bet haMiqdash, donde tenían que huir de un lado a otro y los recursos eran muy escasos.
Para entender el sistema de transmisión que utilizaron esto Sabios tenemos que comprender por qué se llamaban «Soferim». La palabra «Sofer» o el plural «Soferim» es un término que se utiliza en referencia a un «escriba», es decir, al individuo que se dedica a escribir Tefilin, Mezuzot y los pergaminos de la Torá. Pero es curioso que esta palabra «sofer» en realidad significa «contador» no «escritor» o «escriba»… ¿Por qué los rabinos que copiaban y escribían el Sefer Torá se llamaban Soferim y no por ejemplo «kotebim» , escritores? Nuestros Sabios explicaron que se llamaban Soferim porque «contaban todas las letras de la Torá». Es decir, ellos sabían exactamente cuántas letras tenía la Torá, cuántas letras tenía cada Parashá, y hasta cuántas veces aparecía cada una de las 22 letras del alfabeto hebreo en la Torá y en cada Parashá. Y cada vez que copiaban el texto no solamente leían las palabras sino que también para verificar la exactitud del texto contaban las letras, y se aseguraban así que no hubiera ninguna letra de más o ninguna letra de menos.
Por ejemplo: Ellos sabían desde hace mucho tiempo atrás, desde los tiempo de Moshé rabbenu que fue el primer «Sofer, que la Torá, los 5 Libros de Moshé, contiene exactamente 79.847 palabras y un total de 304.805 letras. Los Soferim también sabían por ejemplo cuántas letras contiene cada uno de los 5 libros de la Torá: Bereshit: 78.064, Shemot: 63.529, Vayqrá: 44.790, Bamidbar: 63.530, Debarim: 54.892.
De esta manera, cuando escribían un nuevo Sefer Torá contaban las letras para asegurarse de que no faltara nada.
Un ejemplo personal muy sencillo para demostrar cómo el conocimiento del número de letras asegura la exactitud de la transmisión de una palabra. Mi correo electrónico personal es «rabbibitton@yahoo.com«. Cuando yo le digo o le dicto a alguien la primera parte de mi email siempre aclaro que «rabbibitton» se escribe con 11 letras. Muchas veces la gente me dice que pudieron darse cuenta que mi apellido se escribe con doble «T» gracias a que yo les dije «11 letras». Si no les hubiera dado el número de letras, muchos escribirían «biton», o «rabi» si no saben inglés.
El número de letras garantiza la transmisión fiel de una palabra o un texto.
Este octavo principio de nuestra fe, que la Torá que tenemos hoy es la misma que recibimos en Sinai, tiene que ver esencialmente con la fe que tenemos en nuestros antepasados. Confiamos absolutamente que cuidaron y nos transmitieron con absoluta fidelidad y precisión cada letra de nuestra sagrada Torá. Y desarrollaron un método, contar letras, que garantiza que «la cadena de custodia» del texto más importante del mundo era y es absolutamente confiable.
Por Yosef Bitton