La nueva investigación informática del arqueólogo Kfir Arbiv de la Autoridad de Antigüedades de Israel, proporcionó cálculos balísticos del campo de batalla de 2.000 años de antigüedad.
(Comunicado de la portavoz de la Autoridad de Antigüedades de Israel)
Ayer, día de ayuno del 9 de Av, la Autoridad de Antigüedades de Israel, presenta los resultados de un nuevo proyecto de investigación que arroja luz sobre el poder del ejército romano, y los lugares de su ataque sobre Jerusalén, en la batalla que llevó a la destrucción del Segundo Gran Templo.
“El ayuno del 9 de Av conmemora el día de la destrucción del Segundo Gran Templo”, señala el investigador Kfir Arbiv, de la Autoridad de Antigüedades de Israel. “El Gran Templo fue destruido en el año 70 de la Era Común, tras un sitio de cuatro meses y una intensa batalla liderada por el general romano Tito con el fin de conquistar la ciudad y reprimir la revuelta iniciada por los judíos cuatro años antes. Los romanos tenían un ejército masivo y muy bien entrenado, equipado con las mejores innovaciones militares de esos tiempos. Era una máquina bélica implacable”.
Arbiv registró sistemáticamente el equipamiento militar romano recuperado en excavaciones en Jerusalén, muchos de los cuales fueron hallados en las excavaciones que él dirigió, junto con la Dra. Rina Avner, en el Complejo Ruso, adyacente al edificio del Municipio de Jerusalén. El arsenal romano exhibido hasta la fecha incluye cientos de piedras de balista de diferentes tamaños que fueron lanzadas desde sofisticadas máquinas de lanzamiento, a una distancia de 100-400 metros, pequeñas piedras de honda utilizadas por la infantería entrenada y máquinas de catapulta que lanzaban puntas de lanza a una distancia de 150-200 m. Lanzas, espadas y puntas de flecha, incluidas puntas de flecha pesadas, que podían penetrar la armadura.
“Sabemos por las fuentes históricas, que el ejército romano empleaba enormes arietes (carneros) de asedio para quebrar las murallas fortificadas y torres de asedio que alcanzaban la altura de las murallas, pero aún no se han encontrado en Jerusalén”, afirma Amit Reem, el director de la Autoridad de Antigüedades de Israel, de la región de Jerusalén.
La investigación de Arbiv se centró en los cientos de piedras de balista, y su análisis definió diferentes tamaños y pesos. Algunas, dirigidas contra las personas se lanzaban contra las murallas a fin de impedir que los rebeldes judíos salieran por encima de ellas, y otras más pesadas se lanzaban con fuerza contra las murallas para penetrarlas”.
Segun Arbiv, “con la ayuda de la computadora, he ubicado todas las balistas exactamente donde fueron encontradas. Tuve en consideración la topografía local y la ubicación de las murallas fortificadas en la época del Segundo Gran Templo, y realicé cálculos balísticos, incluyendo el ángulo de lanzamiento, y la distancia del lanzamiento de las piedras. Toda la información fue comparada con las detalladas descripciones contemporáneas de la batalla y de la conquista y la destrucción de Jerusalén realizadas por el conocido historiador Flavio Josefo, en su libro “La historia de la guerra de los judíos contra los romanos”.
Según la investigación, muchas de las máquinas de artillería del ejército romano estaban ubicadas en el centro de la ciudad moderna de Jerusalén, en la zona de Nahalat Shiva, denominada «Plaza de los Gatos”. La investigación, también muestra por primera vez, el probable lugar por el cual el ejército romano penetró en la ciudad. Las excavaciones en el Complejo Ruso dejaron al descubierto una parte de la Tercera Muralla, la tercera línea de defensa que rodeaba la ciudad. En un punto se encontró una concentración excepcionalmente grande de piedras de balista, algunas rotas tras su uso. Es evidente que el ejército romano concentró sus esfuerzos aquí, y cientos, si no miles de piedras de balista, eran dirigidas a este lugar. “Esto no es sorprendente”, dice Arbiv, “ya que quien controla este punto, domina todo el área y el destino de la ciudad. Esto coincide con el relato de Flavio Josefo, de que Tito ordenó la penetración a la ciudad desde el sector noroeste de la muralla de la ciudad”.
Según Eli Eskozido, Director de la Autoridad de Antigüedades de Israel: “La evidencia física de los enormes recursos empleados por el ejército romano en Jerusalén, reflejan las encarnizadas batallas que eventualmente derivaron en la destrucción del Segundo Gran Templo. A pesar de las facciones internas y las imposibles probabilidades, un pequeño grupo de defensores judíos retuvo a los romanos por unos meses, hasta la trágica destrucción de la ciudad. El uso de métodos de investigación actualizados revela cada vez más acerca de la fascinante historia de Jerusalén”.