-Por el Rav Uri Sherki [Traducido del hebreo]
- Libertad – Un concepto que es difícil de entender
Uno de los supuestos fundamentales de la ética en general y en el judaísmo, en particular, es que el hombre es libre para actuar a su antojo. Es decir, está dentro de su poder para elegir hacer el bien o hacer el mal. En este supuesto, se deducen y basan tanto la responsabilidad moral del individuo, como la esperanza de que él puede rectificar su vida. Este concepto se denomina generalmente: el libre albedrío.
Sin embargo, el libre albedrío – o “libertad” – es de hecho un concepto difícil de entender. Cuando asumimos que el hombre tiene libre albedrío el significado simple es que el hombre es una criatura voluntaria y por lo tanto puede decidir de manera independiente qué acciones va a tomar. Pero esta suposición es problemática y difícil de comprender.
El hombre está sujeto a un mundo de reglas estrictas. Las manzanas siempre caen del árbol hacia abajo a causa de la ley de la gravedad. Si miramos dentro del hombre, en el cuerpo del hombre mismo, encontramos que él también vive gracias a diferentes reacciones biomoleculares – al igual que las fuerzas que actúan en la manzana – que son del mismo modo permanentes e inmutables. Si miramos aún más profundo, en la psique del hombre, nos encontramos con que el alma, también, tiene ciertas funciones permanentes. El hombre descubre leyes, en todo lugar dónde se dirige, por lo tanto, a pesar de la sensación básica y positiva de libre albedrío que cada uno tiene, se hace difícil suponer que en un mundo de férrea regularidad, haya una sola criatura que no se rige por las reglas. Especialmente cuando esa misma criatura se encuentra en un sistema ramificado de relaciones y conexiones con otras criaturas. Así, llegamos a proponer lo contrario – que el hombre es en realidad una máquina programada cuya cada función psicológica y física está sujeta a los poderes de la naturaleza, y que toda la discusión sobre la libertad y el libre albedrío es una mera ilusión. Dado que “el hombre es la comida que él come “, si su comida no es libre, ¿por qué el hombre debería ser libre?
- El ataque contra el libre albedrío: Determinismo
Este supuesto – que el hombre no es libre, debido a que está subordinado a un cierto conjunto de leyes – es aceptado por muchos de los principales pensadores del mundo de hoy. Estos pensadores defienden lo que se llama determinismo [causalidad necesaria]. Afirman que todo en realidad es causado por las leyes que obligan al hombre a ser lo que es. El despertar de la voluntad o del deseo también se rige por una estricta causalidad, ya que estos se derivan de la estructura psíquica del individuo y de los acontecimientos que ocurren a su alrededor. Ambos son subordinados a leyes fijas.
Esta idea ha sido vestida de diferentes maneras a lo largo de la historia, desde el concepto de fatalismo (de la palabra latina fata o fatum que significa “destino”), en el Lejano Oriente “karma”, hasta el concepto griego de destino o “Moira”, el “decreto divino” del Islam sunita y todas las diferentes formas de la astrología. La civilización europea occidental contemporánea tiene también la tendencia de ver ciertos principios de comportamiento como más fuertes que la elección del hombre, y así ver su comportamiento como determinista:
El determinismo o historicismo socio-económico que comenzó con la filosofía hegeliana y continuó entre los seguidores de Karl Marx afirma que la conducta del hombre está predeterminada por su valor histórico y cultural, y más en particular por medio de la lucha de clases económica. Uno que nace en el proletariado (clase del trabajador en la sociedad industrial) estará sujeto a los intentos de ser esclavizado por parte de los capitalistas (la clase que controla el capital y los medios de producción), ya que le ofrecerán los bienes de consumo caros, con la intención de obligarlo a trabajar horas extras en la fábrica, lo que aumentará la producción fabril y causando la producción adicional de los productos de consumo – y todo esto con el fin de cumplir con las expectativas de los que controlan el capital. De acuerdo con la afirmación marxista, uno que pertenece al proletariado va a comprar productos más baratos con el fin de disminuir sus gastos y así obtener tiempo libre para planear los principios de la revolución proletaria que lograran una dictadura del proletariado, y así revertir por lo tanto la pirámide socio-económica. El proletario hará todo esto no de su propia voluntad, sino más bien como resultado de la guerra de clases. Es decir, el lugar del individuo en la guerra de clases, su nivel socio-económico, coacciona sobre el individuo y sus acciones, determinando también sus propias preferencias personales.
El determinismo biológico afirma que desde que el individuo nace con un código genético específico, sus preferencias, sentimientos, razonamientos y acciones son dictadas por ese código. Esto es como la astrología, pero con un tipo diferente de sistema en lugar de las estrellas – aquí las estrellas se encuentran en el ADN del individuo – Y de esto tampoco se puede liberar.
El determinismo del psicoanálisis afirma que hay muchos factores psicológicos que influyen en el comportamiento del individuo de una manera decisiva, a veces incluso sin la conciencia del individuo. Uno puede elegir una determinada cosa para compensar alguna carencia o trauma que se acarrea desde el pasado, y no es capaz de elegir lo contrario. El Análisis psicoanalítico podría proporcionarle información sobre su mundo subconsciente, y tal vez incluso actuar como una forma de “justificación” por su comportamiento.
El determinismo social-educativo estipula que hay estructuras sociales que obligan a las normas de comportamiento del individuo. Si bien uno puede convencerse de que él elije de su propia y libre voluntad el actuar de acuerdo a las leyes de la sociedad, en realidad, la sociedad lo obliga a actuar como el actúa. Este tipo de coerción social, penetra muy profundamente en el alma, hasta el punto de que la persona está convencida de que sus acciones se derivan de su propia elección.
El denominador común en todos estos enfoques – que se puede encontrar no sólo entre la gente común, sino también entre los filósofos y científicos – es que todos ellos suponen que el comportamiento del hombre es forzado por sobre él. La voluntad es una ilusión, y en verdad sus (aparentes) decisiones son una conducta obligada.
[Nota: ¿El determinismo necesariamente contradice la idea del libre albedrío? Hay aquellos filósofos que afirman que a pesar de la imagen científica de que el mundo es totalmente determinista, el hombre todavía tiene libertad. Por el contrario – en su opinión, es de hecho el punto de vista determinista que nos permite mirar al hombre como una criatura con una “personalidad” y asi decir que esta personalidad está detrás de sus obras de una manera de causa y efecto. Así, vemos a la persona con una estructura fija y estable, y las acciones que esta realiza las conectamos de una manera clara y no de forma aleatoria. Es posible diferenciar entre dos niveles del concepto de “personalidad”. El primer nivel (el significado habitual) se puede encontrar en el ámbito de los rasgos de carácter. Cada individuo tiene ciertas cualidades que lo caracterizan. Sin embargo, esto no puede ser completamente permanente, ya que éstos están sujetos a cambios. El segundo nivel (más profundo) apunta a la singularidad de cada individuo, a su interno “yo”. En este nivel nos encontramos con las preferencias que pertenecen, en principio, a la composición muy especial de todos y cada uno. Aun así, a pesar de la existencia de estas preferencias, se puede argumentar que el acto de elección no se hace según este patrón interno. La aclaración de este asunto está más allá del alcance de este artículo.]
Es posible acusar, de un modo, a todos los enfoques que niegan la idea del libre albedrío, que con esta asunción, liberan al hombre de la responsabilidad de sus acciones. Sólo si uno puede realmente escoger entre ‘A’ y ‘B’, y elije ‘B’, puede ser considerado responsable y capaz de dar explicaciones por qué eligió ‘B’. Pero, si se vio obligado a elegir ‘B’, entonces ninguna responsabilidad recae sobre sus hombros. Debido a que se requiere un gran sentido de responsabilidad el estar detrás de toda preferencia y decisión, a las personas les resulta difícil (psicológicamente) el aceptar la idea de que el comportamiento del individuo se deriva de continuos actos de la elección.
A diferencia de estos enfoques, la Torá de Israel se dirige hacia el hombre como un ser libre, y los sabios de Israel tienden a enfatizar la libertad de la que el hombre disfruta. Hay que aclarar cómo y de qué manera es posible esta libertad.
- El desprecio por la libertad: Declaración de los derechos humanos
Con el fin de evitar errores, debemos primero mirar un concepto que parece similar a la idea del libre albedrío – “el derecho a la libertad” – que aparece en la Declaración de los Derechos Humanos. Se acepta en la civilización moderna que el hombre tiene ciertos derechos, y el primer derecho en la sociedad democrática, es el derecho a la libertad. No hay absolutamente ninguna conexión entre el “derecho a la libertad ‘y’ libre albedrío ‘, por derecho a la libertad entendemos al derecho legal que permite a cada uno a hacer lo que quiera (dentro de los límites de la ley), sin embargo, no determina porque el hombre realmente quiere hacer lo que quiere. Aquí entran en juego todos los enfoques deterministas que estipulan que uno quiere porque se ve obligado a querer. Es maspodemos decir que justamente porque el hombre no es libre, que se le debe otorgar el “derecho a la libertad” desde un punto de vista legal – porque si uno en realidad está forzado a hacer un determinado acto, ¿Cómo es posible que la ley no lo permita? Ya que no podria ser castigado por actuar de acuerdo a su naturaleza. Otorgar el “derecho a la libertad” de forma legal es la única forma de poder enjuiciar a alguien. Se podría decir que en la mayoría de casos el pensamiento que otorga el “derecho a la libertad”, se deriva de la suposición de que el hombre no es libre.
- El alma del hombre es libre
Volvamos a la cuestión del cuerpo del hombre y las manzanas que él come. La declaración “el hombre es en realidad la comida que él come” suena como una exageración, porque el hombre tiene un sentido de la libertad cuya fuente es difícil de explicar. Si uno en lugar de mirar a la naturaleza con el fin de aprender acerca de sus cualidades, mira en el interior de sí mismo, se llegará a una conclusión muy diferente: Si bien la naturaleza de hecho actúa como una máquina, de forma determinada, el alma humana no está limitada por causa y efecto. El Talmud en el tratado Shabat (109a) establece: “el alma del hombre es libre”.
De acuerdo con este entendimiento, se podría decir que el hombre vive esencialmente en la frontera entre dos mundos – un mundo en que todo es libertad y un mundo en que todo son reglas.
A lo largo de la historia nos encontramos con varios intentos de resolver esta complejidad. Podemos resumir estas en cuatro alternativas:
Hay quienes afirman que mientras que el hombre es en verdad libre, pero que en realidad toda la existencia es libre. Esta es la afirmación de principios del mundo pagano, que juzga al mundo externo de acuerdo con el mundo interior del hombre. De acuerdo con esta línea de razonamiento, el hombre no puede decidir que la manzana no es libre; la manzana, también, tiene su propia voluntad, y es su voluntad a caer del árbol siempre hacia abajo.
Hay quienes sostienen lo contrario. Algunos de los científicos del siglo 19 – los positivistas – afirmaron que la sensación humana de libertad es una ilusión, y que el hombre es totalmente sujeto a la regla de las leyes de la naturaleza. Lo que es común entre estos dos enfoques es que ambos se esfuerzan por la unidad – ya sea toda la creación es libre o toda de la creación no es libre.
Una demanda adicional es la del filósofo Baruch Spinoza, que creía que la divinidad es la suma total de todas las cualidades de la divinidad. Libertad, que se percibe por la intuición religiosa al Creador, está al final realmente esclavizada a la orden natural, que es el ámbito general de todo. De sus escritos surge que la libertad no es otra cosa que una noble ilusión, y pertenece, principalmente, al Creador. Sin embargo, ya que, según su filosofía el Creador mismo es parte de la naturaleza, esto es en realidad una forma educada de decir que no hay tal cosa como la libertad.
Los profetas de Israel, sin embargo, y a continuación nuestros sabios, enseñan que la naturaleza se incluye dentro del Creador y el Creador no puede ser incluido dentro de la naturaleza. De hecho, hay leyes de la naturaleza, pero estas leyes son parte de la libertad del Santo Bendito Sea. Di-s, es la fuente de la libertad, y él quiso que hubiera reglas en el mundo.
- ¿Dónde se encuentra la elección?
Los sabios de Israel, entonces, sostienen un argumento muy grave: el hombre es totalmente libre. Lo que decida hacer realmente proviene de su propia voluntad, y es por lo tanto responsable de sus actos. Ciertamente hay muchos factores forzados en el individuo: su estructura genética, su lugar de nacimiento, el período histórico en el que vive, y hasta las inclinaciones de su alma. Sin embargo, estos son sólo los factores iniciales para la vida en general y para cada situación en particular. Cuando nuestros sabios dicen que el hombre es libre, significa que él es libre de decidir cómo quiere reaccionar ante estos factores dados. Su reacción no se conoce de antemano y siempre queda en sus propias manos. Y todos los diferentes factores dados no le pueden generar una reacción forzada y obligada.
- Di-s como la fuente de elección
Todavía nos quedamos con una pregunta sobre la fuente, el origen de la libertad del hombre. Está claro que la fuente de la libertad no se puede encontrar en la naturaleza, ya que, como hemos visto, se rige por las leyes. Se podría decir que la fuente de la libertad del hombre es su alma, y la libertad del alma proviene del Creador del mundo. De una manera diferente, se puede entender que Di-s tiene libre albedrío total, y él concedió parte de este al hombre, para que el hombre elija por y para Di-s. Por lo tanto, cuando uno utiliza su capacidad de elegir libremente, se conecta a sí mismo con la Causa que está fuera de la Naturaleza, Di-s , y con la libertad que Él concede.
Fuente: Centro Noajida Mundial