“Si una persona peca y comete traición contra Hashem mintiéndole a su prójimo… o estafando a su prójimo” (Levítico 5:21)
El pasaje citado plantea un interrogante: si una persona peca en contra de su prójimo, y en especial si lo engaña o lo estafa, ¿de qué manera eso se considera una traición contra Hashem? Nuestros Sabios responden que dado que el pecador da un juramento en la corte rabínica asegurando que no hizo nada malo, está tomando el Nombre de Hashem en vano y está jurando en falso, que son dos terribles transgresiones en contra de Hashem. Sin embargo, todavía podemos cuestionar: ¿Qué pasa si el pecador se niega a jurar en Nombre de Hashem que no le robó a su prójimo? ¿En ese caso también consideraríamos que está traicionando a Hashem?
Rabí Najman de Breslev nos da la respuesta[1]él explica que la persona que cae en la trampa de la avaricia no cree que Hashem pueda darles el sustento con un esfuerzo mínimo. Por eso transgreden las leyes dela Tora´en un intento por amasar más dinero. Rabí Najman llama a la adoración del dinero “dioses falsos” y sus esfuerzos por acumular más dinero por medios que van en contra de la Torá, los llama “idolatría” – ni más ni menos!
De acuerdo con esta enseñanza de Rabi Najman, todo empleador que esté en falta con su empleado al no pagarle todo lo que le corresponde, recortándole de sus horas de trabajo, sus comisiones, etc, es por definición un idólatra. Lo mismo ocurre con la persona que transgrede en forma deliberada un convenio financiero, como por ejemplo cuando no le paga a un proveedor o a un ayudante tal como se convino antes de que se firmara la transacción o antes de que se proveyera el servicio. Tal vez algunos piensen que esto suena extremo o exagerado, pero si nos fijamos más de cerca, vamos a ver que no es algo tan enérgica. Veamos por qué:
Todo el que engaña, estafa, tima o realiza cualquier clase de trato deshonesto, que son todas transgresiones de la Torá, está llevando a cabo una expresión herética, que es que Hashem no les está dando lo que necesita-quiere dentro del marco de la Halajá (ley judía) y por lo tanto tiene que tomar la ley en sus propias manos a fin de satisfacer sus deseos físicos. Esto es pura idolatría y herejía, prqeu él no cree que exista un Rey Omnisciente que ve todo, y a Quien deberá dar cuenta de sus actos finalmente.
Así que además de estar engañando a su prójimo, también está traicionando a Hashem, ya que sus actos son herejes e idólatras.
Lo bueno es que si la avaricia es idolatría es que estar contento con la parte que le tocó en la vida es una maravillosa manifestación de emuná. Aquel que está contento con lo que le tocó en la vida tiene muchas razones para alegrarse, pues es capaz de alcanzar los más altos niveles espirituales.
Teniendo en mente lo dicho, podemos responder a otro interrogante más: ¿Por qué el Arizal – Rabí Itzjak Luria Ashkenazi, padre dela Kabalá, llama a la comida del Shabat “seudata de-mehemanuta shelamata”, la comida de la emuná completa?
Para poder disfrutar del Shabat y de las comidas del Shabat uno tiene que tener una emuná completa. Obviamente, uno no puede disfrutar si está pensando en el trabajo, en el salario, en el dinero y demás temas mundanos. El hecho de que no está preocupado significa que confía en Hashem. Sabe que es su tarea observar el Shabat y que la tarea de Hashem proveerle el sustento. No tiene la menor duda de que Hashem le dará todo lo que necesite dentro del marco de la semana laboral. Y entonces en Shabat tiene la mente libre para disfrutar de la plegaria, del estudio de la Torá y de los deleites de este día tan especial. Por lo tanto, las comidas del Shabat son verdaderamente comidas de emuná!
[1] Likutey Moharán I:23a
Fuente: Breslev en español