El equipo de paz de Medio Oriente del presidente estadounidense Donald Trump hizo un viaje excepcional a la sede de la ONU en Nueva York el martes para asistir al discurso del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, con la esperanza de escuchar «ideas frescas y constructivas» que puedan conducir a nuevas conversaciones con Israel.
Lo que recibieron en cambio fue un regaño del líder palestino, todavía furioso por la decisión de Trump de reconocer a Jerusalem como la capital de Israel y de trasladar allí la embajada de Estados Unidos.
«Este gobierno tomó una decisión ilegal», aseveró Abbas sobre la medida de Trump en Jerusalem.
Kushner y Greenblatt están «ultimando» un documento detallado de cientos de páginas, que ofrece propuestas específicas a algunos de los puntos de fricción más duros del conflicto. Pero aunque Abbas afirmó que nunca rechazó una oferta para ingresar a las conversaciones, no expresó ningún interés en el plan estadounidense pendiente.
«Expresamos nuestra absoluta disposición a alcanzar un acuerdo de paz histórico», mencionó. Pero agregó: «Ningún país por sí solo puede resolver un conflicto regional o internacional sin la participación de otros socios internacionales».
Jared Kushner, el yerno del presidente dirigiendo su esfuerzo de paz; Jason Greenblatt, representante especial de Trump para negociaciones internacionales; y Nikki Haley, enviada de Estados Unidos ante la ONU, se sentaron en la mesa redonda del Consejo de Seguridad mientras el líder palestino hablaba.
«Es esencial establecer un mecanismo internacional multinacional», continuó Abbas y pidió una conferencia internacional de paz similar a la que se celebró en París el año pasado.
Abbas abandonó la cámara antes de que los representantes israelíes o estadounidenses pudieran responder, un claro desaire diplomático.
«Lamento que se haya negado a permanecer en la sala para escuchar comentarios de otros», definió Haley. Tanto ella como el representante de Israel, Danny Danon, permanecieron sentados durante el discurso de Abbas.
Haley aseguró que la administración «está lista» para trabajar con los líderes palestinos. «Nuestros negociadores están sentados detrás de mí. Pero no perseguiremos a quien no está dispuesto a negociar».
Haley describió que Abbas enfrentaba dos caminos: uno de enojo hacia los estadounidenses e incitación a los palestinos a la violencia contra los israelíes, o una de negociaciones directas con ambos.
Del primero, advirtió: «Les aseguro que ese camino hará que el pueblo palestino no haga nada para lograr sus aspiraciones».
Fuente: Iton Gadol