Marchas, manchas y manchados
– La Torá presenta en esta Parashá la problemática de las manchas en la piel. No se trata de un Tratado de Dermatología. Las manchas de la piel, según la Torá, tienen un trasfondo netamente espiritual.
Sin embargo, la Torá aborda esta problemática como un tema genérico. No da nombres. Más bien se habla de manchas, no de manchados.
Al llegar al capítulo 12 del libro de Bamidbar, no obstante, la «teoría de las manchas» de nuestra Parashá dará lugar a la práctica. Se trata de Miriam, quien había cometido el pecado de la murmuración en contra de su hermano Moisés.
Miriam no era una mujer más. No hay mujer durante toda la travesía de Israel por el desierto que tenga la trascendencia que tuvo Miriam. Pero la ley era igual para todos. Miriam fue alejada del campamento durante siete días, tal como establecía la Torá.
Moisés sólo atinó a rezar: «¡Te ruego, oh Dios, cúrala!» (Bamidbar; 12-13), la oración más corta que alguna vez haya salido de su boca. Pero lo más importante aquí, es que el pueblo detuvo su marcha durante esos siete días. Nadie le dijo a Miriam: «Nosotros seguimos; después nos alcanzas».
¿Por qué el pueblo se detiene si el pecado había sido de Miriam?
Seguramente porque entiende que aún cuando cada hombre y cada mujer es responsable de sus actos, existe también una responsabilidad del conjunto que no se puede evadir.
Una sociedad indiferente ante las manchas de sus miembros, no tiene derecho a seguir marchando como si nada tuviera que ver con el manchado. Nadie libra a Miriam de su pecado. Pero esa mujer manchada por su transgresión, no era más que el producto de una sociedad.
Una sociedad puede tener miembros sanos, pero estar enferma como conjunto. Es como el cuerpo humano. Nos podrá doler una muela, pero aun al brazo – que está sano – le costará actuar y moverse.
Toda sociedad tiene vicios, defectos, viciosos y defectuosos. Mirar para el otro lado no es la solución. Argumentar que esos vicios son ajenos, es sólo una verdad a medias. Es cierto que es el manchado el que debe alejarse del campamento, pero la marcha la deben detener todos.
Eso se llama responsabilidad colectiva.
¡Shabat Shalom!