בשמונה בטבת נכתבה התורה בימי תלמי המלך בלשון יוונית, והחושך בא לעולם שלושה ימים
Este martes 3 de enero conmemoraramos el Diez de Tebet, un día de ayuno que nos recuerda tres eventos trágicos. El evento principal que recordamos en este día es sitio a Yerushalayim, cuando Nebujadnetsar, rey de Babilonia, rodeó Jerusalem con su ejercito, lo que concluyó con la destrucción del Gran Templo en el año 586 aec (ver abajo). Hay otros dos eventos, menos conocidos, que también recordamos en este día: La traducción de la Torá al idioma griego (que ocurrió en un día como hoy, un 8 de Tebet), y la muerte de Ezrá haSofer (9 de Tebet).
Por: Rabino Yosef Bitton
72 RABINOS QUE PIENSAN LO MISMO
El 8 de Tebet, aproximadamente en el año 260 aec, en Alejandría, Egipto, el rey Ptolomeo ordenó a 72 eruditos judíos, seis por cada tribu de Israel, traducir la Torá al idioma Griego. El Rey Ptolomeo intentaba demostrar la inexistencia de una tradición judía sólida y homogénea y tener así una excusa para deligitimizar al judaísmo y humillar al pueblo de Israel. Para este efecto, los 72 sabios judíos fueron asignados a 72 cuartos de trabajo separados. Así, pensó el monarca griego, sería imposible que todos tradujeran la Torá de la misma manera. Sin embargo, todos los Sabios tradujeron cada palabra de la Torá de la misma forma, y la autenticidad de la tradición bíblica y rabínica quedo nuevamente reivindicada.
EL ORIGEN DEL CRISTIANISMO
Pero, si al final todos los Sabios coincidieron en el mismo texto ¿por qué entonces se considera la traducción de la Torá al griego como una tragedia?
Años pasados (ver aquí ) me referí al impacto que tuvo esta traducción en el desarrollo del cristianismo, cuando la iglesia tuvo acceso a la Biblia judía y se quiso apropiar de ella. Recordemos que el cristianismo, basado en esta traducción de la Biblia, fue fundado con la idea de reemplazar al judaísmo, y que con esa intención en mente demonizó, persiguió y durante mucho tiempo hizo todo lo que estuvo en sus manos para destruir al pueblo judío y justificar su existencia como su «legítimo reemplazante».
Estos últimos años, al haber profundizado un poco más en la historia de Janucá, me di cuenta que hay otras razones por las cuales nuestros Sabios consideraron la traducción de la Torá al griego como una tragedia. Esta traducción contribuyó a la asimilación de los judíos al helenismo, lo cual derivó en la sangrienta guerra civil que dividió al pueblo judío en la época de los Jashmonayim.
MIRARSE AL ESPEJO CON OJOS GRIEGOS
Para comprender el desarrollo de estos eventos hay que recordar ciertas características del helenismo. Aristóteles (384-322 aec.) , según las palabras de uno de sus alumnos, Clearco de Solos, se encontró una vez con un sabio judío llamado Shimón (según nuestra tradición este Sabio fue Shimón haTzadiq) y dijo sobre él que era tan brillante «que parecía griego».
Los griegos veían su cultura como el referente universal exclusivo; juzgaban todas las demás civilizaciones a través del prisma de la cultura helénica, y miraban con desprecio cualquier otro tipo de conocimiento o estilo de vida.
Luego que Alejandro Magno conquistara el imperio persa, comenzó un proceso de adopción de la cultura griega, que no conoció fronteras. Los judíos, como es sabido, nos resistimos. Y los griegos no podían debatir con los judíos, ya que no tenían acceso a nuestras fuentes. Esto fue hasta la aparición de la Septuaginta…. Una vez que la Torá fue traducida al idioma griego, los griegos se sintieron con el derecho de «evaluarla» de acuerdo a los parámetros griegos.
¿DE QUE COLOR ERA EL CABELLO DE ABRAHAM?
Los griegos, que se destacaban en deportes, artes, estética, etc. se habrán preguntado «¿Cómo es posible que el libro de los judíos no escriba nada acerca de los beneficios de las competencias olímpicas, o no incluya ningún elogio al teatro, a la comedia o a la escultura? ¿Cómo es posible que un libro considerado tan importante no describa la fisonomía de sus heroes, la belleza y la destreza física de Abraham, Itsjaq o Ya’aqob, o no diga nada acerca de la perfección física de Moises? ¿Por qué un libro que es un manual de vida no destaca la belleza del cuerpo y por el contrario, exige por ejemplo que se «mutile» el cuerpo de un bebe a los 8 días de nacer?»
¿UNA BANANA, O UNA MANZANA FALLADA?
Para los griegos, entonces, la Torá era un libro primitivo, pasado de moda e irrelevante. Siguiendo un ejemplo similar al que presenta Edwin Abbott en «Flatland», la cultura griega solo conocía una fruta: «la manzana». Y juzgaba a todas las otras frutas comparándolas con la perfección de una manzana. Así, la banana era para los griegos una manzana deforme, amarillenta, encorvada, pálida, sin jugo, aspera y con un incomprensible sabor pastoso.
Pero el problema principal no era la forma en la que los griegos veían a la Torá. El mayor problema fue que una vez que la Torá fue traducida y “evaluada” por los griegos, los judíos mismos comenzaron a ver a la Torá con lentes griegos. Estos judíos, inconscientemente asimilados a la cultura helénica, veían ahora a la Torá como un libro antiguo, pasado de moda y que había que abandonar (¡y muchos lamentablemente lo hicieron!) o en el mejor de los casos «reformar», modernizar y adaptar a los parámetros universales y modernos de la «gloriosa» cultura griega. Y así comenzó un proceso de asimilación tan profundo y devastador que afectó a cientos de miles de judíos en el imperio griego.
OTRO MILAGRO DE JANUCA
Este proceso continuó y fue haciéndose cada vez peor hasta que los Jashmonayim reaccionaron en Janucá y milagrosamente lograron poner fin a este fenómeno (Recordemos que Janucá representa el triunfo no sobre el anti-semitismo, sino sobre la asimilación). Pero de cualquier manera, el pueblo judío perdió muchos de sus hijos en manos de la asimilación.
Por este motivo, nuestros Sabios mencionaron a la traducción de la Torá al griego como una de las 3 razones por las cuales ayunamos en el 10 de Tebet.