Por Rabí Dovid Rosenfeld
Shavuot nunca tuvo el potencial de “comercialización” que otras fiesta judíos: no hay matzá, no hay velas de colores, no hay lulav, ni hay shofar.
Como resultado de ello, es la menos conocida de las principales festividades judías. No tiene ningún símbolo, nada que recomendar, nada que regalar, ni nada que capte nuestra imaginación.
Una de las pocas costumbres que tenemos en Shavuot es quedarse despierto toda la noche estudiando. La razón dada es que en la mañana de la revelación en el Monte Sinaí, los Hijos de Israel se quedaron dormidos. Dios descendió a la montaña para darnos Su Torá y Moisés tuvo que despertarnos de nuestras tiendas, para llevarnos a ese evento culminante. Para compensar esa actuación del pueblo, nos quedamos despiertos toda la primera noche de Shavuot cada año para estar absolutamente seguros de que vamos a estar despiertos por la mañana.
Cuando Dios se reveló a Israel en el Sinaí, muchos Sabios califican el hecho como un matrimonio. Los Sabios describen a menudo la Revelación en el Sinaí como una boda. Dios era el novio, nosotros éramos la novia. La montaña que se alzó sobre nuestras cabezas era el palio nupcial. Dios no sólo nos da mandamientos para llevarlos simplemente a cabo, más bien nos lo da como un medio de ganarse la recompensa por nuestro buen comportamiento. Él nos ofrece una conexión eterna con él. Y en ese momento, el país no podía estar cansado. El Monte Sinaí tuvo que ser acordonado para que las personas no irrumpieran en él en éxtasis, corriendo por la ladera en su ardiente deseo de estar más cerca de Dios. Tenían que ser advertidos y por ello ÉL volvió a advertir para que no dejen sus puestos (véase Éxodo 19:12-13 y 21-24).
El estudio de la Torá es nuestra manera de obtener una conexión con Dios, de forjar esa relación de amor. No es sólo un libro de derecho, que contiene una lista de hacer y no hacer, es la sabiduría de Dios, sus valores. Mediante el estudio de la Torá obtenemos una mejor comprensión de nuestro Creador y así poder construir una relación con Él. La Torá no es sólo sabiduría para vivir en este mundo. Más bien es un medio de trascender este mundo, de vislumbrar el infinito, las capas espirituales innumerables allá de lo físico. El estudio de la Torá es una recreación de la revelación en el Sinaí, lo que nos permite conectarnos de nuevo con el Todopoderoso, aumentando tanto nuestro amor por Él y Su amor para con nosotros. Por lo tanto se estudia la Torá como un medio para construir nuestra relación de amor con Dios, para conocer mejor a nuestro Creador y así comprender sus caminos. ¿Y sabes una cosa? Cuando las personas sienten ese amor a veces hacen cosas locas. En Shavuot estamos enamorados. Así que… “Crazy Stupid Love”.
Nos mantenemos despiertos durante la noche Shavuot porque una noche al año hacemos precisamente esta afirmación: Dios, Tú nos has concedido el don supremo de la Torá y estamos locos por él. Queremos entender y saber tus caminos. Y vamos a ir a cada lugar para llegar allí. El resto del año vamos a ser normal y vivir con el equilibrio adecuado, pero este día del año “todo” no será suficiente.
Esta es la razón por la que Shavuot no contiene ningún símbolo, ningún mandamiento especial para observar. En Shavuot no estamos celebrando un concepto específico que puede ser simbolizado – tales como la libertad de la Pascua o el refugio de Sucot. Simplemente estamos celebrando nuestra propia relación con Dios. Podemos entender a nuestro Dios y conectarse con Él.
En Shavuot celebramos el último regalo de Dios a Israel, los mismos medios que Él nos dio para crecer más cerca de él. Somos conscientes de lo especial que es ese regalo y de cómo amar a Dios. Por eso, en Shavuot estamos enamorados.
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