La victoria de Israel en la guerra de su independencia que comenzó el 15 de Mayo de 1945 y duró 10 meses no tiene precedentes en los anales de la historia militar.
Esto se debe por un lado, el increíble coraje, ingenio y sacrificio de nuestros líderes y nuestros soldados que lo dieron todo para triunfar. Y a la intervención Divina que, batalla tras batalla, milagro tras milagro lo hizo posible. Para entenderlo mejor, es importante recordar lo siguiente.
LA COMPARACION DEL PODERÍO MILITAR
El mismo día que Israel declaró su independencia las tropas británicas que habían estado allí desde 1922 abandonaron Israel. Inmediatamente después, esa misma noche, los ejércitos árabes comenzaron su ataque para destruir al recién nacido estado de Israel. Los árabes tenían absolutamente todo a su favor, política y militarmente. Siria, Egipto, Líbano, Iraq y Jordania se habían independizado unos años antes, y tanto Inglaterra como Francia les habían vendido armamentos para que tuvieran un ejército organizado. Israel, por el otro lado, recién se acababa de independizar. Inglaterra, Francia y los Estados Unidos habían declarado un estricto embargo de armas que prohibía al mundo entero venderle armas a Israel.
Al comenzar el conflicto armado, la diferencia entre el poder militar de Israel y el de los ejércitos árabes unidos no podía ser más desigual.
Por ejemplo.
Los árabes tenían 50 tanques. Israel tenía 1.
Los árabes tenían 200 vehículos con artillería. Israel tenía 2.
Los árabes tenían 140 cañones. Israel tenía 5.
Pero la diferencia más importante era en la fuerza aérea. Los ejércitos árabes tenían 60 aviones de ataque y 14 aviones de transporte. Israel, al comenzar la batalla no tenía un solo avión.
LA LOGICA DE LA GUERRA
Antes de continuar, quisiera detenerme aquí y reflexionar por unos segundos. En primer lugar es totalmente comprensible que los árabes interpretado la declaración de independencia de Israel como un acto de guerra y responder. Las chances de destruir Israel, con esa absoluta ventaja militar, eran del 100% . También es entendible que los propios árabes avisasen por radio a todos los palestinos que vivían en Israel y que no iban a tomar parte activa en la guerra que se retirasen de Israel. Asegurandoles que iban a regresar muy pronto, cuando la corta guerra hubiese terminado y todos los judíos hubiesen sido “echados al mar” (un eufemismo de: “asesinados”). Cientos de miles de palestinos abandonaron el territorio de Israel y de esta forma los mismos países árabes crearon el “problema de los refugiados palestinos” por el cual nunca se hicieron cargo, y hasta el día de hoy siguen culpando a Israel.
¿QUIÉN NO ES RELIGIOSO?
Lo que resulta inconcebible es que, siendo conscientes de la inferioridad militar, los líderes de Israel hayan tomado la decisión de declarar la Independencia de Medinat Israel, habiendo sido advertidos del inminente ataque árabe. Esta decisión no tenía sentido ni desde un punto de vista militar ni desde un punto de vista lógico. Viendo los números, uno solo puede suponer que era un acto suicida.
Aunque hay otra posibilidad. Una idea que me gustaría compartir con ustedes. Basándonos en lo que dicen los Rabinos de la Kabbalá, todo judío, incluso un judío secular, tiene un “nitzotz”, una chispa de Emuná «escondida». Una conexión Divina, quizás no concientizada, que está allí, como el piloto encendido de un termotanque. Y que en momentos críticos, a veces en temas de vida o muerte, enciende de pronto el alma judía. Creo que David Ben Gurión y todos los líderes israelíes “seculares” de ese tiempo, tuvieron un momento de inspiración Divina cuando decidieron declarar el establecimiento de Israel. Una chispa (inconsciente) de Fe en Dios que encendió su fe judía y los llevó a actuar como Najshón Ben Aminadab, el hombre que cuando el pueblo judío estaba escapando del Faraón, se metió al mar hasta que el agua le llegó a sus narices, y continuó, seguro de que el mar se iba a abrir. Los lideres de Israel (milagrosamente, si se quiere) se entregaron a un milagro que tenía que ocurrir. Y que al final ocurrió.
No encuentro una mejor explicación.
EL MILAGRO QUE SE HIZO ESPERAR
El mundo entero estaba seguro que la derrota de Israel era cuestión de días, o en el mejor casos de algunas semanas. Y no estaban muy equivocados.
Durante las primeras semanas los ejércitos árabes avanzaron significativamente.
Los egipcios llegaron hasta Ashdod, quedando a solo 30 kilómetros al sur de Tel-Aviv. Desde Ashdod las fuerzas egipcias arribaron a Hebrón y de esa manera dividieron al Neguev del resto del país.
La poderosa legión jordana, que había sido entrenada por los británicos, y estaba siendo comandada por generales británicos (sic.) logró sitiar Jerusalem desde todos los flancos. El ataque frontal era inminente. Los jordanos también capturaron Lod y el aeropuerto, que hoy es Ben Gurion International, y se acercaban a Tel-Aviv desde el este.
Las fuerzas iraquíes habían atacado desde el Shomrón y se acercaban peligrosamente a las ciudades de Petaj Tikva y Jadera; camino a Tel-Aviv.
Los Sirios habían llegado por el norte y se estaban acercando a la ciudad de Tiberia. Junto con las fuerzas militares del Líbano estaban aislando al Galil, el norte del país, del resto de Israel. Su destino final era Tel-Aviv.
Desde el 15 de Mayo de 1948 y durante las primeras 4 semanas de la guerra, todos los pronósticos que predecían la brutal derrota de Israel se estaban cumpliendo. A pesar del sacrificio y la valentía de nuestros soldados, la superioridad militar de los ejércitos árabes era insuperable. No había ninguna manera de que las fuerzas Israelíes pudieran frenar los avances del enemigo ni siquiera por unos días más…. el final era inminente.
Y entonces, ocurrió el primer gran milagro de esta guerra.
Fue el 11 de junio, el 4 de Sivan, de 1948.
Continuará
איש-אחד מכם, ירדוף-אלף: כי ה’ א-לוהיכם, הוא הנלחם לכם, כאשר
דיבר לכם
יהושע 23:10