Naftali Bennett. (Photo: Flash90) Naftali Bennett. (Photo: Flash90)
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Por Naftali Bennett*

Itongadol/AJN.- Israel está bajo ataque. Esta vez, sin embargo, la amenaza no proviene de Irán, Hezbollah o Hamas. Viene de un grupo marginal dentro de Israel, que debe ser erradicado rápidamente y con fuerza.

La semana pasada, un hombre ultraortodoxo apuñaló brutalmente a seis participantes en la marcha del Orgullo Gay en Jerusalem, incluyendo a una joven de 16 años, Shira Banki, que unos días más tarde murió por sus heridas. El atacante, Yishai Schlissel, había sido liberado de la cárcel apenas unas semanas antes por cometer un ataque similar en una marcha del orgullo hace una década. Esto nunca debería haber ocurrido.

Un día después, los israelíes se despertaron con la noticia de que un niño palestino de 18 meses, Ali Dawabsha, había sido quemado hasta la muerte en un ataque de bomba incendiaria en su casa en la aldea cisjordana de Duma. Su familia todavía está hospitalizada, luchando por sus vidas.

El asesino de Shira y los presuntos autores del bombardeo atroz e imperdonable que mató a Ali son extremistas judíos radicales que dicen actuar en nombre de Dios, pero hacen exactamente lo contrario: profanan a Dios, nuestra religión y al pueblo judío.

Ellos no representan a nadie más que a sí mismos. Ellos son terroristas. Y al igual que Israel lo ha hecho en nuestras guerras anteriores contra el terrorismo, vamos a derrotarlos con todos los medios a nuestro alcance.

Yo soy el líder del partido de derecha de Israel, y no es ningún secreto que tengo desacuerdos genuinos con nuestros vecinos palestinos. Creo en la legitimidad de los asentamientos en Cisjordania y me opongo a conceder nuestra patria nacional y dividir Jerusalem. Creo que un Estado palestino, si fuera establecido, sería asumido por ISIS, Hamas y la Jihad Islámica y se convertiría en una plataforma de lanzamiento para los ataques contra nuestros ciudadanos, al igual que lo sucedido en Gaza. Es un riesgo que Israel no puede tomar.

Pero, al mismo tiempo, creo en la convivencia y el trabajo conjunto con nuestros vecinos para crear la estabilidad, la prosperidad económica y un futuro seguro para todos nuestros niños, israelíes y palestinos, sin tener en cuenta su religión u orientación sexual. Podemos trabajar juntos para mejorar nuestras economías, la infraestructura que usamos de manera conjunta y en la mejora de nuestras relaciones bilaterales.

Los terroristas que mataron a Shira y Ali no representan a Israel o su gente. Son un grupo marginal, formado por extremistas radicales que no sólo buscan matar. Su objetivo final es la destrucción del Estado de Israel. Actúan en contra y amenazan la premisa de lo que el movimiento sionista imaginó al regresar a la Tierra de Israel después de 2.000 años en el exilio – un Estado judío y democrático comprometido con la igualdad y la libertad para todos sus ciudadanos. Son anarquistas, una quinta columna dentro de Israel y como Hamas y Hezbollah, deben hacer frente a la fuerza del sistema de justicia de Israel y su sistema de defensa.

Pero también son un grupo pequeño. No representan a los 400.000 residentes de las comunidades judías en Cisjordania, la inmensa mayoría de los cuales son ciudadanos respetuosos de la Ley y han condenado estos actos de violencia.

El gobierno, del que soy miembro, ya autorizó a nuestras fuerzas de seguridad a utilizar todas las medidas – incluso las más extraordinarias – para detener a los asesinos de Ali. El modelo es muy similar a cómo combatir a los grupos terroristas que operan a lo largo y dentro de nuestras fronteras – inteligencia superior, acciones legales, como las detenciones administrativas y, si es necesario, la fuerza militar. El terrorismo es el terrorismo, incluso cuando se origina desde adentro.

Como ministro de Educación de Israel, también creo que el esfuerzo tiene que ser en nuestros hogares y escuelas. Tenemos que enseñar una mayor tolerancia, el respeto y el aprecio de todas las personas. Esto se puede lograr mediante el aprendizaje sobre los árabes, su cultura y su historia y con la enseñanza del árabe a los estudiantes judíos.

Lo mismo tiene que ocurrir en el lado palestino. Los libros de texto tienen que dejar de publicar mapas que finjan que no hay Estado de Israel. Tienen que dejar de alabar el martirio, dejar de nombrar las plazas con los asesinos en masa y comenzar la enseñanza de la tolerancia y la convivencia. Tenemos que hablar con respeto el uno del otro y apreciar las diferencias entre nosotros. Esa es la única forma real de alcanzar una paz auténtica y duradera.

Hace unas semanas, el pueblo judío marcó el noveno día del mes judío de Av, una conmemoración de la rápida destrucción del templo judío que solía estar en Jerusalem.

La destrucción romana del Templo también condujo a la pérdida de la república anterior de nuestro pueblo y nos tomó 2.000 años volver a establecer un Estado judío independiente.

Estos extremistas amenazan el sionismo, nuestro futuro y nuestra condición de Estado. Debemos hacer todo lo posible para detenerlos.

*Ministro de Educación israelí. Publicado el 7 de agosto en el New York Times

Fuente: Itón Gadol

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