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Si te criaste en un ambiente abusivo o lleno de críticas, entonces puede ocurrir que te cueste más confiar en Hashem…

No es fácil romper las cadenas de toda una infancia. Si tuviste la bendición de criarte en hogar lleno de amor con padres que te nutrieron emocionalmente, va a resultarte mucho más fácil ver a Dios como un padre que te ama y que está siempre de tu lado.

Pero si te criaste en un ambiente abusivo o lleno de críticas, entonces puede ocurrir que te cueste más confiar en Hashem.

Yo tengo clientes que en su infancia les hicieron sentir que “eran de calidad inferior”: o bien no eran suficientemente inteligentes, o diligentes, u obedientes; o atractivos o respetados o exitosos. Estas personas nunca se sintieron valoradas. Y si las valoraban, nunca se lo hicieron saber.

Yo trabajo con una mujer que está tan llena de culpa que no es capaz de tomar una decisión racional, aceptar un cumplido o relajarse en el sofá.

Ella vive muerta de miedo por lo que van a pensar los vecinos, lo que va a sentir el esposo o lo que va a decirle su mamá.

Si nunca fuiste la “máquina de felicidad” que tus padres esperaban que fueras, ¿cómo alguna vez vas a poder creer que Hashem está contento contigo?

La gente que tiene baja autoestima tiene miedo de hacer una evaluación espiritual, porque se transforma en un ejercicio de masoquismo.

Habiendo “fracasado” de niños es difícil creer en el valor intrínseco de uno mismo.

Además, el hecho de ser criados por padres violentos puede causar estragos con el concepto de que Hashem es considerado y afectuoso, y que Él prefiere borrar nuestras faltas en vez de agrandarlas y destruir. Hashem es Salud Mental S.A. Él no necesita que Sus hijos cumplan con Sus necesidades insatisfechas ni Le provean los logros que a Él Le faltan.

Con Su ayuda puedes curarte de tu imagen negativa. Puedes crear el ambiente de amor que tanto anhelas.

Construir el matrimonio que tus padres no construyeron. Ser la madre que nunca tuviste.

Hashem nos da las circunstancias personales que nos tocan en los lugares que nos duelen. Y podemos usar esas situaciones para examinar y desmantelar ideas preconcebidas.

La madre de mi clienta era una persona muy difícil que jamás dominó el arte de ser feliz. Y por eso les delegó a sus hijos la tarea de proveerle su autoestima haciendo que ellos le dieran la sensación de que era necesitada, querida y admirada. Su consejo siempre era buscado por cada uno de sus hijos, soltero o casado. Ellos la mantenían entretenida, le compraban lindos regalos y le informaban de inmediato de cada cosa que pasaba en la familia.

Toda necesidad de privacidad, todo trabajo sin realizar y todo acto “egoísta” era considerado una traición por esta madre necesitada. La autonomía era desalentada y la independencia era considerada traición.

Ahora, muchos años más tarde, mi clienta está aprendiendo a sacarse de encima este rol de “Señorita Proveedora de Felicidad”. Está aprendiendo que su marido y sus hijos son responsables de su propio estado de ánimo. Y que no es “siempre” culpa de ella si su marido está un poco tenso o sus hijos están aburridos. Ella no tiene que ser la entretenedora de la casa ni la terapeuta de su marido ni el saco de boxeo de sus hijos. Si la casa está desordenada, eso no significa que ella sea un fracaso. Pero su constante autocrítica la priva de toda su vitalidad. En vez de disfrutar de su familia, ella se siente resentida con ellos por “hacerla sentir culpable”.  Pero en realidad, ella está haciendo eso consigo misma.

Esta mujer tiene que entender que fue creada con amor y que su personalidad fue formada con mucho cuidado por Dios de modo que se adaptara a su búsqueda espiritual. Sentirse culpable todo el tiempo está evitando la evolución de quien ella verdaderamente es. La capacidad de percibir los puntos buenos que uno tiene, de tener paciencia y confiar en Hashem es el boleto de salida del Infierno de la Culpa.

¿Qué puede ser más doloroso para un padre cariñoso que un hijo que constantemente se tira abajo a sí mismo, que una hija que todo el tiempo no logra disfrutar de la vida y de todas sus bendiciones? Dios es ese padre que nos ama. Tratemos con todas las fuerzas de creer en eso.

Hashem se deleita en nuestra bondad. Y está más que feliz con cada pequeño esfuerzo que hacemos para mejorar y para acercarnos a Él. Él quiere que Lo emulemos y que seamos amables con nosotros mismos. Y recuerden el refrán: “Dios no hace basura”.

Fuente: Breslev en Español

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