Por Raymond Ibrahim
“Una nueva oleada de persecución acabará con la Cristiandad [en Irak] después de 2.000 años”, declaró recientemente un líder cristiano iraquí.
En una entrevista de principios de octubre, el arzobispo caldeo de Basora, Habib Nafali, habló de cómo una década larga de persecución violenta ha prácticamente aniquilado a la minoría cristiana de Irak. Desde la invasión comandada por EEUU (2003), la población cristiana ha descendido de los 1,5 millones de individuos a apenas 250.000, una reducción del 85%. Durante estos 15 años, los cristianos han sido secuestrados, esclavizados, violados y asesinados –a veces crucificados–; según el arzobispo, se ha destruido una iglesia o monasterio cada 40 días.
Aunque a menudo se asume que el Estado Islámico (ISIS) está en la raíz de la persecución, lo cierto es que la situación apenas ha mejorado desde la retirada de Irak de la organización terrorista. Como dijo el arzobispo Nafali, los cristianos siguen sufriendo una “violencia sistemática” que tiene por objetivo “acabar con su lengua, romper sus familias y empujarlos a abandonar Irak”.
Según el informe World Watch List 2018, los cristianos de Irak –el octavo peor país del mundo para ser cristiano– están experimentando una “persecución extrema”, y no sólo por parte de los “extremistas”.
Aunque los “grupos religiosos violentos” (como el Estado Islámico) son “muy fuertemente” responsables, también lo son otros dos actores sociales rara vez asociados a la persecución anticristiana, denuncia el informe: 1) “Funcionarios públicos de cualquier ámbito, del local al nacional”, y 2) “líderes religiosos no cristianos de cualquier ámbito, del local al nacional”. Además, otros tres actores –1) “líderes de grupos étnicos”, “ciudadanos corrientes (personas del público general), incluidas las turbas” y 3) “partidos políticos de cualquier ámbito, del local al nacional”– son “fuertemente” responsables. Es decir, prácticamente todo el mundo está involucrado.
El referido documento va más al fondo:
Organizaciones violentas como el ISIS y otros militantes radicales tienen en el objetivo a los cristianos y a los miembros de otras minorías religiosas, a los que secuestran y asesinan. Otra fuente de persecución son los líderes islámicos de cualquier nivel, principalmente a través de los discursos de odio que profieren en las mezquitas. Se ha reportado que funcionarios de todos los niveles amenazan a los cristianos y los ‘animan’ a emigrar. Además, se ha reportado que, en el norte del país, ciudadanos corrientes han hecho comentarios en público en los que cuestionan por qué los cristianos siguen en Irak.
Numerosos líderes cristianos regionales confirman estas revelaciones. Según el obispo ortodoxo siríaco George Saliba:
Lo que está ocurriendo en Irak es una cosa extraña, pero es normal para los musulmanes, porque jamás han tratado bien a los cristianos, siempre han mantenido una actitud ofensiva y difamatoria contra los cristianos (…) Antes vivíamos y convivíamos con los musulmanes, pero después enseñaron sus incisivos (…) [No] tienen derecho a irrumpir en las casas, robar y atacar el honor de los cristianos. La mayoría de los musulmanes lo hacen, los otomanos nos mataron y después de aquello los Estados-nación entendieron las circunstancias, pero siempre dieron ventaja a los musulmanes. El islam nunca ha cambiado.
El padre Douglas al Bazi, sacerdote católico iraquí de Erbil que aún tiene cicatrices de las torturas que padeció hace nueve años, hizo la misma observación:
Estoy orgulloso de ser iraquí, amo a mi país. Pero mi país no está orgulloso de que yo sea parte de él. Lo que le está ocurriendo a mi pueblo [los cristianos] no es otra cosa que un genocidio. Les ruego que no lo llamen conflicto. Es un genocidio (…) Cuando el islam vive en tu seno, la situación puede parecer aceptable. Pero cuando uno vive entre musulmanes [como minoría], todo se vuelve imposible (…) ¡Despierten! El cáncer está a sus puertas. Os destruirá. Nosotros, los cristianos de Oriente Medio, somos el único grupo que ha visto el rostro del demonio: el islam.
El Gobierno iraquí es cómplice –cuando no directamente partícipe– de la persecución. Comoexplicó un cristiano al ser preguntado por qué sus correligionarios no acuden a las autoridades para pedir protección:
Contactar con las fuerzas de la autoridad nos obliga a identificarnos [como cristianos], y no estamos seguros de que las personas que nos amenazan no sean las mismas que se supone deben protegernos.
Cuando los cristianos sí asumen el riesgo de ponerse en contacto con las autoridades, en ocasiones la Policía les rechaza con comentarios como: “No deberíais estar en Irak, porque es territorio musulmán”.
El Gobierno iraquí no ha hecho sino excitar el sentimiento anticristiano. Así, a finales de 2015aprobó una ley que obliga a los niños cristianos y de otras confesiones no islámicas a convertirse en musulmanes si los padres se convierten al islam o si sus madres cristianas se casan con un musulmán.
El currículum de las escuelas públicas presenta a los cristianos locales como “forasteros” no deseados, aunque Irak fue cristiana durante siglos, antes de ser conquistada por los musulmanes en el siglo VII. Como explicó un político cristiano del Ministerio de Educación iraquí:
No hay casi nada sobre nosotros [los cristianos] en nuestros libros de Historia, y lo que hay es completamente erróneo. No se dice que nosotros estábamos aquí antes del islam. Los únicos cristianos mencionados son los occidentales. Muchos iraquíes creen que nos mudamos aquí. Desde Occidente. Que somos huéspedes en este país.
“Si los niños [cristianos] dicen que creen en Jesús” en la escuela, señala un informe, “se exponen recibir palizas y desprecios de sus profesores”.
Más elocuente es que el Gobierno contrate y dé púlpitos a clérigos radicales con enseñanzas idénticas a las del Estado Islámico. El gran ayatolá Ahmad al Bagdadí, uno de los más importantes clérigos chiíes del país, explicó en una entrevista en televisión la situación de los no musulmanes que viven bajo un régimen musulmán:
Si son Gentes del Libro [judíos y cristianos], les exigimos la yizia [un impuesto a los no musulmanes], y si se niegan, entonces les combatimos. (…) en el caso de que sean cristianos tienen tres opciones: convertirse al islam, o, si se niegan y desean seguir siendo cristianos, pagar la yizia; si se niegan, entonces los combatimos, secuestramos a sus mujeres y destruimos sus iglesias. ¡Esto es el islam! (…) ¡Es la palabra de Alá!
Teniendo en cuenta que los musulmanes de Irak son adoctrinados con esa retórica anticristianadesde muy temprana edad –en las aulas primero y después en las mezquitas–, lo normal sería que no sorprendiera que muchos musulmanes se vuelvan contra sus vecinos cristianos siempre que se presente la oportunidad.
En un vídeo, una traumatizada familia cristiana cuenta cómo sus hijos pequeños fueron asesinados, quemados vivos, “simplemente por llevar un crucifijo”. La madre explicó que el “ISIS” que atacó y asesinó a sus hijos eran sus propios vecinos musulmanes, con los que comían, reían y a los que incluso proporcionaron servicios educativos y médicos, pero se volvieron contra ellos.
Cuando se le preguntó quién, exactamente, amenazó y expulsó a los cristianos de Mosul, un refugiado cristiano afirmó:
Abandonamos Mosul porque el ISIS llegó a la ciudad. La población [musulmana suní] abrazó al ISIS y expulsó a los cristianos. Cuando el ISIS entró en Mosul, el pueblo lo ensalzó y expulsó a los cristianos (…) El pueblo que abrazó al ISIS, el pueblo que vivía con nosotros… Sí, [eran] mis vecinos. Nuestros vecinos y otras personas nos amenazaron. Dijeron: “Marchaos antes de que el ISIS os atrape”. ¿Qué significaba eso? ¿A dónde íbamos a ir? Los cristianos no tenemos apoyos en Irak. Quien diga que está protegiendo a los cristianos es un mentiroso. ¡Un mentiroso!
Los cristianos de Irak están al borde de la extinción, menos a causa del ISIS y más porque prácticamente todos los escalafones de la sociedad los machacan.
“Si esto no es un genocidio, ¿qué es?”, preguntó el arzobispo caldeo Nafali al final de esa reciente entrevista.
© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio
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