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Todos los seres humanos sean religiosamente agnósticos, ateos confesos, simpatizantes de ciertas creencias, fervientes creyentes o sencillamente personas religiosas buscan algo que se pueda llamar bendición para sus vidas. El concepto bendición puede ser entendido de varias formas, pero al final se entienda como se entienda bien puede traducirse en bienestar, salud, prosperidad y felicidad entre otros grandes anhelos de la humanidad.

Por José I. Rodríguez

La forma y el fondo en que buscamos la bendición no es baladí. Bien es cierto que para algunos la bendición solo la entienden como acaparar para sí mismos poder, influencia, fama y dinero mucho dinero ¿Son realmente bendecidos los que solo se preocupan por ellos? La respuesta, aunque pueda parecer obvia merece una reflexión al respecto.

Los gurús de la economía saben cómo sacar el dinero a los pobres incautos asegurándoles que serán felices y bendecidos gozando de la maravillosa libertad financiera. Nadie se preocupe que no vamos a dar las claves de cómo ser egocentrista de eso ya se encargan muchos que cada día se prodigan en las redes sociales demostrando su talento, para hacer dinero. Visto lo visto todo parece indicar que en realidad para una gran mayoría la bendición es una cuestión de dígitos en las cuentas corrientes de los bancos.

El conocido “tanto tengo tanto valgo” es la filosofía más extendida que se confunde con la antítesis del “tanto doy tanto más bendecido soy” que hasta rima. A todos nos vendría muy bien aprender, o al menos meditar, a dar más que a retener y acumular.

La filosofía del cuanto más tengo más seguro estoy, y por tanto más bendecido, no ha hecho a nadie ni seguro, ni feliz, ni bendecido. Qué no le engañen vendiéndole manuales de cómo hacerse millonario en cuatro pasos. La bendición no es una cuestión de lo que tengo sino de lo que soy. Nos podemos conformar pensando que con ser ricos ya estamos bendecidos. La riqueza medible por la cantidad de medios materiales de los cuales disponemos a nuestro antojo y satisfacción no nos dejará nunca satisfechos, ni bendecidos en el sentido más exacto de la palabra.

La historia se ha encargado de demostrarnos que muchos famosos con grandes patrimonios, poder e influencia social han terminado con vidas, e incluso con sus vidas, desechas y palpablemente perdidos bajo la influencia de los estupefacientes y otras clases de adicciones. Lo tenían todo, pero no tenían nada parecido a la bendición que viene de lo Alto. La bendición, como vemos no es un concepto que genere unanimidad ni en la forma de alcanzarla, ni en la forma de entenderla.

El lenguaje religioso, con todos sus intrínsecos conceptos, no son de lo más popular en este mundo, tampoco en el digital, dónde lo que prima es el hedonismo agnóstico. Una clase de personalidad hedonista es aquella que rechaza todo lo que sea religioso y cuya “doctrina moral” busca establecer que el único fin y fundamento de la vida es la satisfacción ¿Qué tipo de satisfacción buscan los hedonistas? Pregúntelo a ellos que sin duda los tendrá a su alrededor más presentes de lo que pudiera darse cuenta. El momento en que vivimos es un conglomerado sintético, de falsa estética sapiencial, que solo persigue satisfacer los más bajos instintos. El hedonismo, egoísmo y egocentrismo son conceptos sinónimos y sintomáticos de una fe fraudulenta, pero con muchos adeptos, que va en contra de todos los seres humanos.

Con todo no es posible definir el concepto bendición sin recurrir a la verdad que brota de la Escritura. Si, ya entiendo que a algunos incluso les ofende los diferentes términos que definen el Bendito Libro de las Bendiciones. Un compendio de sabiduría que como ya hemos dicho viene de lo Alto para rescatarnos de nuestros más bajos conceptos y modismos de supuesta modernidad progresista. La sabiduría gestada desde los oscuros abismos del orgullo humano solo pretende opacar la verdadera forma de vivir bajo la que definiremos como la Ley de la Bendición Recíproca. Aquí está el meollo de la cuestión que tratamos de dilucidar.

La única manera de encontrar, mantener y compartir la bendición, aquella que es digna de ser llamada bendición, tiene tan solo una línea de actuación que pasa por bendecir a Israel. La sabiduría de lo Alto es la fuente limpia de la cual podemos abastecernos para quitar la sed de bendición. Una fuente que siempre corre a favor de Israel y por tanto a favor de los judíos. Además de correr también en favor de los amigos de Israel.

La bendición de bendecir a Israel, entendida como la ya mencionada Ley de la Bendición Recíproca, es la línea de continuidad generacional que nos lleva a nosotros y a nuestros descendientes a ese lugar de emociones estables, de felicidad completa y de riquezas verdaderas que no se corrompen, ni nos corrompen. Un lugar emocional que traspasa todas las fronteras naturales y en donde los afanes de la vida son vencidos con la seguridad prometida que nos dice que aquellos que bendicen a Israel serán igualmente bendecidos. “Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” una promesa sin fecha de caducidad.

La diferencia entre vivir bendecido y vivir bajo el juicio del Cielo está en nuestra forma de pensar, hablar y actuar respecto a Israel. El camino de la bendición empieza siempre por bendecir al Pueblo de Israel. Un estilo de vida que bendice a la nación de Israel, que habla bien de los judíos y de sus verdaderos amigos es la forma idónea de alcanzar las bendiciones prometidas por el Cielo. Si además de hablar bien de Israel, escribes y publicas buenas cosas la bendición será la norma milagrosa diaria para ti y los tuyos. Así como suena.

Bendito seas tú que entiendes que la Ley de la Bendición Recíproca reposa sobre los que atesoran la bendición de bendecir a Israel. El mal se le combate con el bien no lo olvides. Lo que sembramos cosechamos y lo que bendecimos nos bendice. La vida es muy sencilla somos nosotros quienes nos la complicamos.

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