El director de la Unidad de Emergentología del Centro Médico Hadassah, Ahmed Naama, recibió a Itongadol en la sede de Ein Kárem, en Jerusalem, la histórica capital del Estado de Israel, y habló entre otras cosas de su trabajo para lidiar con la pandemia del nuevo coronavirus Covid-19
Fuente: Itón Gadol
»Soy un árabe musulmán oriundo de una aldea del Norte, frente a Karmiel. Comencé mi camino en Hadassah en 2009. Aquí hice la residencia y, después, la especialización en Emergentología. Fue algo ciertamente inédito haber hecho una especialización desde cero, pero el Consejo Científico abrió esa posibilidad, como en los Estados Unidos, Australia o Canadá, así que decidí ir en esa dirección. De hecho, soy uno de los primeros, si no el primero, en haber hecho una especialización directa en Emergentología. Recibí el título y después viajé por un año a Australia, gracias a dos médicos israelíes con quienes tengo una buena relación hace muchos años», expresó Naama.
– ¿Por qué necesitó irse al exterior con el excelente nivel que tiene la medicina israelí?
– Antes que nada, si querés progresar como médico, hoy necesitás irte a otro lugar y conocer a más gente. Mi especialidad está muy desarrollada en los Estados Unidos y Australia, que es un lugar donde quizás se hace la mejor emergentología del mundo. Entonces, viajé a un lugar que es verdaderamente mejor y se llama Royal Melbourne Hospital, de primer nivel en traumas como acá, que tiene un muy buen sistema y hace emergentología hace muchos años. En medicina no hay una ley… si decís que sabés todo, es un problema serio… La verdad es que el tiempo que estuve allí lo disfruté mucho, conocí y me reuní con mucha gente, excelentes médicos, enfermeras y miembros del personal. Pero principalmente, allí también aprendí cosas nuevas. No es que no se hacían en Israel, sino en Emergencias, y empezamos a hacerlas, como bloqueos nerviosos, que se hacían en quirófanos. Te vas al fin del mundo, ves métodos nuevos o viejos y te sirve para saber qué cosas estás haciendo bien…
– ¿Cómo logró alcanzar un puesto de tamaña responsabilidad siendo tan joven y musulmán?
– Antes que nada, no estoy solo: dirijo una unidad dentro de un departamento (de Emergentología) que encabeza Kobi Assaf. Dos: debo decir que mi leitmotiv, en la vida y en el trabajo, es muy simple. Un proverbio árabe dice: «Una mano sola no aplaude»… Junto con eso, pienso que somos un equipo que hace el trabajo en conjunto… Pienso que, al fin de cuentas, el ser humano recibe lo que le toca en base al trabajo que hace. Tengo un objetivo, un trabajo que me satisface… En general, si buscás problemas, los encontrás… Pero si venís a trabajar acá, mirás a los ojos a toda la gente a la misma altura y hacés las cosas con profesionalismo, pienso que cualquier ser humano que se comporte así recibirá lo que merece…
– ¿Cuál es el plus que puede ofrecer la emergentología israelí?
– En Jerusalem nos encontramos en el centro de muchas cosas… Una es la geografía: es el centro del país. Dos: es un lugar en el cual estás abierto a la población israelí y a la palestina y también tenemos relaciones exteriores con muchos países. La Sala de Emergencias concentra muchas cosas. Es un departamento muy activo: todo el tiempo hay pacientes nuevos y graves, que llegan con todo tipo de enfermedades. Dentro de la emergentología, estamos en el frente… Ciertamente estás parado en el frente y el coronavirus lo demostró. El coronavirus es una epidemia mundial que tiene muchas desventajas -le hizo mucho daño a la humanidad-, pero quizás hizo algo bueno: probó que la medicina y la ciencia, en general, y la emergentología, en particular, son lugares que si el sistema está bien hecho y se invierte en la gente que está concretamente en el frente, como en una guerra, entonces salvan al hospital y a las personas.
– ¿Tenían un sector especial en la Sala de Emergencias para los pacientes con coronavirus?
– Al principio, si el enfermo llegaba positivo de coronavirus y estaba bien, estable, subía al piso de arriba, y si no, lo mandaban a terapia intensiva. Pero un enfermo que venía tosiendo y no tenía un testeo positivo, aunque podía serlo, ¿adónde iría? Y si se quedaba acá, ¿dónde? Entonces necesitábamos una Sala de Emergencias para coronavirus, a la que llamamos «Sala de Emergencias Biológicas». No quiero dar un número, pero quizá vimos pasar a 10 ó 15 mil enfermos… Estaba todo cerrado y nosotros, obviamente, estábamos en el centro… El paciente venía a nosotros tosiendo y le hacíamos una imagen del pecho por dentro, análisis de sangre, intubación… Hasta el día de hoy, los sospechosos entran allí, al triage, los revisan y los derivan si es necesario hacerles reanimación, una intubación, de todo… Nosotros hacíamos eso…
– El coronavirus fue muy difícil también para ustedes…
– En esta sala, en la primera ola no comíamos ni tomábamos café unos con otros. Durante meses trabajamos vestidos con calcomanías recordatorias de los nombres y nos poníamos máscaras. Entrábamos, nos vestíamos, nos desvestíamos y listo. Con nadie te encontrabas, a nadie veías… Pero ahora, que hay una baja, un paciente «positivo» ni siquiera va directo arriba: viene a nosotros, que lo revisamos, lo evaluamos y decidimos si es necesario ingresarlo o mandarlo a casa.
– Desde el principio el mundo observa a Israel en el tema del coronavirus, ¿qué piensa que aportó Hadassah?
– En verdad, no tuve tiempo de pensar demasiado en eso, pero debo decir que desde el momento «cero» hubo aquí un reclutamiento, antes que nada dentro del personal. En el hospital había una sensación de que aquí hay un grupo y un solo enemigo, que es el COVID. De verdad era así… A nadie le interesaba de quién hablabas, en qué o quién creés o de dónde venís. Solo una cosa interesaba: estás acá, combatís como en una guerra contra un enemigo y el enemigo es el virus. Este reclutamiento de todo el personal, unido, fue a mis ojos muy impresionante. Dejó una buena sensación: a toda la gente de aquí le quedó claro que el objetivo era uno y eso le dio fuerza. En Jerusalem, los hospitales, en la periferia o no, pero especialmente aquí, en Hadassah, la experiencia que acumulamos desde el momento «cero» del principio, en la primera y segunda olas, debido a que vimos a muchos pacientes de coronavirus fue muy impresionante y buena. Nos sentábamos sobre una base casi diaria, o cada dos o tres días, en reuniones frecuentes y todo el tiempo pensábamos qué era lo mejor para hacer, cómo se podían mejorar los controles y a los enfermos, qué hacíamos con las familias… Ingresábamos a los pacientes y la familia estaba afuera. ¿Cómo nos reconocería el internado? En verdad, pienso que fuimos de los primeros -no en el país, en el mundo- que trajimos a un fotógrafo y nos hizo las calcomanías para identificación. Al principio solo poníamos nombres y después, también fotos. Aprendimos muchas cosas relativamente rápido, creamos protocolos ciertamente temprano y pienso que fue un «mérito» para este hospital, lamentablemente, que haya habido una situación tal que en la primera ola dimos de alta a muchas personas, digamos de una «población específica», en Jerusalem y en la siguiente, una segunda población se sumó a la ola… Así que fue un mismo grupo de enfermos, pero en diferentes olas; entonces, vimos a muchos enfermos, acumulamos una buena experiencia y hubo un reclutamiento conjunto de todo el sistema del hospital, no solo de Emergencias… No podés hacerlo solo: necesitás que el paciente sea recibido arriba, en el departamento, ¿y eso cómo se lleva a cabo? Necesitás que alguien reciba al paciente, miembros del personal que lo contengan, le tomen imágenes, le hagan análisis de sangre y manden hisopos abajo, y un laboratorio que sea eficiente. El objetivo estaba suficientemente claro para todos, como en todos los hospitales, pero diría que lo diferente respecto de lo cotidiano es que al principio -no había vacunas ni nada, teníamos la sensación de que había una relajación que amenazaba con un crecimiento. Estábamos todo el tiempo con máscaras, seguíamos los procedimientos y la gente se contagiaba el coronavirus, yo mismo… Pienso que este es el principal mensaje que se me ocurre…
– ¿Qué cree que ocurrirá con el coronavirus en el futuro?
– En general, no estoy seguro de que alguien pueda predecir qué pasará con el coronavirus… La llegada de las vacunas al mundo cambió todo lo del coronavirus y eso lo vemos también acá: hace un año y medio, al comienzo del coronavirus, no había vacunas y todo el que venía y decía «estoy tosiendo y tengo fiebre», y después a los que venían con dolores de estómago, los revisábamos y daban positivo; después, el que venia con sarpullido… positivo, y después, con dolor de cabeza… positivo. ¿Entonces qué? Toda la población era «positivo»… Llegó la segunda ola y poco a poco empezaron las vacunas. Con las vacunas hubo una mejora significativa, pero había mucho en la población no vacunada. Entonces empezamos a ver que la población vacunada estaba relativamente protegida y la población no vacunada estaba en riesgo, entonces todavía había ciertos números… Hoy, muchas personas que están vacunadas, e incluso las que se contagian, que todavía pasa, en general su enfermedad no es grave y no contagian. Yo me contagié después de dos vacunas. Tengo en casa una hija de un año y medio, un hijo de 6 y mi esposa y ninguno se contagió. En mi trabajo, acá, otro médico se sentaba conmigo en la misma habitación y no se contagió. A nadie del personal contagié, ni a mis padres, en cuya casa cené. Así que las vacunas disminuyen el contagio y la asistencia a los pacientes graves. La llegada de las vacunas definitivamente ayudó… Pienso que el coronavirus todavía estará con nosotros un tiempo, no sabría decir si uno, dos o tres años, pero lo que es seguro es que estará el próximo. El país está abierto ahora, así que aun si todos acá estuvieran vacunados, llegará gente del exterior, de todo tipo de lugares donde todavía está vigente el coronavirus, y contagiará a otras personas. Pero creo que toda esa globalización, con las vacunaciones globales, definitivamente disminuirá todos los contagios. Pienso que el coronavirus permanecerá, pero será una enfermedad con la cual conviviremos, como la influenza, la gripe… Lentamente aprendimos cómo lidiar con él, los controles son más rápidos y en todo lugar hoy ya hay estaciones. Así que hasta ahora aprendimos a convivir con él, pero pienso que todavía falta…
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