“¿De veras Dios existe? Entonces, ¡¿por qué son discapacitados?!…”Esta pregunta no me dejaba en paz. ¿Por qué mi hijo no va a ir a la universidad? ¿Por qué no se va a casar ni va a tener hijos? Pero allá, en la cancha, encontré la respuesta…

“¿De veras Dios existe? Entonces, ¡¿por qué son discapacitados?!…”

Queridos lectores y lectoras, hemos recibido esta conmovedora carta de un amigo de nuestra página Web. Queremos compartirla y que su reflejo nos llegue a todos:

“Hola a todos. Me llamo Isaac y soy el papá de Sauli.

Sauli es un niño muy dulce y muy cariñoso y yo lo quiero mucho.

Pero es un niño discapacitado y me cuesta. Me cuesta pensar que mi hijo no va a ir a la universidad, que no se va a casar, que no va a criar a sus propios hijos, que no va a vivir una vida normal.

Y me pregunto: ¿Por qué Dios le hizo eso? ¿Por qué trajo al mundo un chico discapacitado? ¿Tal vez eso signifique que Dios no existe si vemos que un niño tan dulce nació con un defecto cerebral?

Más de una vez me hice esta misma pregunta, y siendo una persona que cree en Dios, era una pregunta que me resultó muy difícil de formular.

Y aún peor: no encontré respuesta.

Y entonces, un día, encontré la respuesta que estaba buscando.

Sauli y yo pasamos junto a una cancha de fútbol. Había bastantes chicos y había mucha tensión en el aire. Resulta que habían hecho una apuesta: el que pierde tiene que comprarle pizza al que resultó vencedor. Y además estaba el tema de la honra y el prestigio. El partido iba 6 a 2 y faltaban menos de diez minutos para el final.

Mi hijo no jugó fútbol en toda su vida, pero vi la luz. La pelota vino rodando hasta nosotros y Sauli la detuvo con el pie. Con los ojos.
“¡Ey, tú….! ¡Arrójanos la pelota!”.

“Dime algo, ¿te parece que él pueda jugar un rato con ustedes?”, le pregunté.

Y apenas lo dije, me arrepentí. Yo sé perfectamente lo crueles que pueden ser los chicos con aquellos que son más débiles que ellos.
El niño miró a Sauli.

Entendió que Sauli es un chico incapacitado. Entendió que no va a ayudar mucho en el partido. Bajó la vista, respiró profundamente y dijo: “Me llamo Dani, ¿quieres jugar con nosotros?”.

Dani sabía que su equipo estaba perdiendo el partido y que de todas maneras no iban a ganar. Entonces ¿por qué no hacer que Sauli se sienta feliz?

Sauli sonrió y asentó con la cabeza. Y por primera vez en su vida, entró a jugar a la cancha.

Uno de los chicos preguntó cómo es que agregan otro jugador más al equipo, y encima sin ropa deportiva. El chico que estaba parado a su lado le dijo: “Cállate, tonto, ¿no ves que el pobre es retardado? Además, nosotros estamos por ganar el partido.

Y volvieron a jugar.

Y entonces sucedió algo increíble. El equipo de Sauli empezó a jugar en forma fenomenal y empezó a meter un gol después de otro y a los dos minutos de terminar el partido, estaban empatando 6 a 6. Sauli todavía no había tocado la pelota, pero se emocionó mucho por el solo hecho de pisar la cancha.

Y entonces hubo un penal a favor del equipo de Sauli. Un penal que es casi seguro un gol…

Alex, que era el “Maradona” del equipo, estaba a punto de patear el penal que decidiría quién ganaría el partido.

Y entonces Dani se le acercó y le susurró algo al oído. Y entonces Alex miró a Sauli y le gritó: “Ey… ven aquí, patea tú”.

Sauli, como recordarán, no jugó fútbol en toda su vida. Entonces ¿por qué dejar que él patee el penal?

Alex y Dani le explicaron lo que tenía que hacer. Sauli se puso de pie y entonces miró al arquero. También Dani miró al arquero y este miró a Dani y algo en su rostro cambió. Menos duro, más suave…

Sauli fue corriendo hacia la pelota y dio una patada débil. ¡Y la pelota entró en el arco! ¡7 a 6 a favor del equipo de Sauli! El arquero podría haberla detenido, pero dio un salto al otro lado… ¡y Sauli metió un gol!

Todos prorrumpieron en un grito unánime de alegría, incluyendo el equipo que perdió, y los diez futbolistas que estaban en el campo de juego fueron corriendo a Sauli, lo abrazaron y lo ovacionaron: “¡Ma-ra-do-na, Ma-ra-do-na, Ma-ra-do-na!”.

Todos fueron corriendo a festejar junto con Sauli el triunfo en el partido de fútbol. De repente, ganar o perder ya no tenía importancia…
Entonces, volviendo a mi pregunta del principio: ¿Por qué Dios creó también chicos discapacitados?

Porque eso hace sacar a flote todo lo bueno de aquellos que los rodean.

El arquero, Dani, Alex y los demás jugadores se olvidaron de la competencia que había entre ellos y pasaron a ser mejores personas durante varios minutos. Vieron que había algo muy grande más allá del triunfo, de la pizza y del prestigio.

Y en el momento en que uno se da cuenta de eso, y se conecta con esa parte de sí mismo que tiene dentro del alma, esa fuerza que te lleva a dar, a ayudar, uno ya no vuelve a ser el mismo de antes…

Dios existe. Dios estuvo con estos chicos ese día. Y si dejamos por un momento de ocuparnos de nosotros mismos, de lo que queremos recibir y obtener, de lo que perdimos o podemos perder, y en lugar de eso pensamos en cómo hacer que el otro se sienta un poquito mejor -incluso cuando nosotros mismos no obtenemos ningún provecho de eso- descubriremos la verdad.

Dios se encuentra dentro de cada uno de nosotros.

Lo único que tenemos que hacer es dejar que salga a flote.

Saludos,

Isaac y Sauli”.

Me parece que con este comentario está todo dicho…

¡Que tengan una semana fenomenal plena de fe!

Fuente: Breslev en español

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