Artículo publicado en la página web de nuestros amigos de Aish Latino, donde se expresa los pensamientos y sentimientos del escritor después de asistir al desgarrador funeral de la bebé que fue brutalmente asesinada por un terrorista árabe.

 

Acabo de regresar del funeral de la bebé de tres meses que fue asesinada en el ataque terrorista, y siento que necesito escribir. Puede que sean sólo divagaciones, así que me disculpo de antemano.

Desafortunadamente he ido a funerales en el pasado, a demasiados como para llevar la cuenta. He asistido a funerales de gente que falleció por la edad, por enfermedades, por accidentes, por suicidio y por abuso de drogas. He asistido a funerales de ancianos, adultos y jóvenes. Pero nunca había asistido al funeral de una bebé. Una pequeña bebé de tres meses de edad. Una bebé sana, que fue brutalmente asesinada a plena luz del día.

Me afectó mucho. Muchísimo.

Ahora estoy llorando; he llorado por horas.

Fui al funeral y me abrí paso hacia la parte frontal. Vi a la pequeña bebé, envuelta en una sábana y tendida ante la vista de todos. Era tan pequeña, un diminuto paquete sobre una enorme losa de mármol. La madre estaba allí, sollozando, lamentándose, gritando por su pequeña niña.

Había una gran tristeza en el aire, y también había una gran tensión. Nadie se sentía cómodo. No debería ser así. Los padres son tan jóvenes; ellos mismos parecieran ser tan sólo unos niños. Un rabino de 90 no debería pronunciar un discurso fúnebre por una pequeña bebé. El padre habló e hizo llorar a todos los asistentes. Habían esperado largos años para tener a su bebé y ese día la habían llevado por primera vez al Kotel.

¿Qué podemos decir? ¿Qué podemos hacer?

Dios tiene sus planes y no estamos al tanto de los detalles. Es doloroso y ni siquiera puedo imaginar lo que están atravesando la madre y el padre. Perder a su única hija justo en frente de sus ojos.

Me siento culpable en cierto sentido. Todo esto ocurrió justo frente a mi casa. Escuché la conmoción, pero no vi exactamente qué había pasado. Mi hijo estaba viendo y me dijo que escuchó a alguien decir que una bebé estaba herida. Lo calmé. Me preguntó por la bebé antes de ir a dormir, pero no tuve la fuerza para decirle que había muerto.

Al principio no lloré. No sabía de qué pareja se trataba. Estaba triste, pero…

Luego me enteré de quiénes se trataba y quedé destrozado. Lloré como un bebé y aún sigo llorando. Ni siquiera los conozco tan bien, pero son amigos de la familia. Mi hermana tuvo un bebé al mismo tiempo que ellos y compartió un cuarto en el hospital con la madre. La abuela es una de las mejores amigas de mi madre. No sé qué fue, pero me afectó muchísimo. Perdieron a su bebé, a su pequeña y dulce hija.

Fuimos juntos de paseo en Sucot la semana pasada. Yo me senté atrás de aquella dulce pequeña; ella vestía un lazo rosado.

Dios nos ayude.

Ahora entiendo claramente, como nunca antes, por qué nuestros sabios dicen que es mejor ir a un funeral que a una boda.

Hay algo que debemos hacer diferente. No sé qué, pero desde esta noche algo ha cambiado en mí.

Esperemos que Hashem nos envíe sólo cosas buenas y que le dé consuelo a la familia y a todo el pueblo de Israel.

Su nombre era Zissel. Jaya Zissel bat Shmuel Elimélej z»l.

Artículo publicado en Aish Latino

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