(Yuriy Chertok/Shutterstock) Marble with abbreviated phrases alluding to the Ten commandments. (Yuriy Chertok/Shutterstock)
Marble with abbreviated phrases alluding to the Ten commandments. (Yuriy Chertok/Shutterstock)

«No invocarás el nombre de HaShem tu Dios en vano; porque no será perdonado por HaShem aquel que lleve/invoque Su nombre en vano.»

Previamente presentamos 2 explicaciones del tercer mandamiento. En síntesis se podría decir que las dos explicaciones difieren en cuanto a la traducción (o el alcance) de la palabra hebrea «TISA». Primero exploramos lo que se aprende del Tercer Mandamiento cuando entendemos LO TISA como no «invocar» el nombre de HaShem en vano, en el contexto de un juramento, promesa, berajá, etc..

En segundo lugar, explicamos LO TISA como «No llevarás el nombre de Dios en vano» y la responsabilidad que esta misión exige (ver aquí).

Siguiendo con este mismo tema, hoy, conversando con mi mama que vive en Buenos Aires, escuché algunas noticias de lo que está ocurriendo en estos días en la Argentina, donde muchos casos de corrupción se están finalmente desenmascarando.

Cuando un ejecutivo de una compañía defrauda económicamente a su empresa, usando fondos de la compañía para beneficio personal, está engañando a su empresa, a sus socios, clientes y empleadores.    Pero cuando un líder religioso usa fondos públicos inapropiadamente, o es partícipe de algún fraude económico,  no solo está engañado a sus «empleadores», sino que por sobre todo está perjudicando muchísimo a la religión que representa. En Argentina, se comenta que ayudaron a un ladrón de guantes blancos a entrar a un convento en la mitad de la noche y esconder allí dinero mal habido. Si esto se comprueba, entonces en primer lugar, tendríamos un ejemplo muy real, aunque no sea dentro del marco judío, de como a veces se puede trivialidad, utilizar en vano o para fines materiales el «prestigio de una institución religiosa» que supuestamente funciona en nombre de Dios.

Esto , por supuesto, puede pasar en todas las religiones y el efecto de frustración y desencanto que estos escándalos causan en los feligreses es devastador. Ya que afectará el prestigio de la religión , y/o aquellos que la representan, quienes supuestamente deben dar el ejemplo de honestidad e integridad moral.

Si algo parecido ocurriera en el pueblo judío se llamaría JILUL HASHEM ,la profanación «del nombre de HaShem». ¿Y por qué se denomina así?

Los judíos «llevamos» el nombre de HaShem, y por lo tanto , somos responsables de no defraudar ni trivializar Su nombre.

Imaginemos que yo trabajo para Federal Express. Llevo el uniforme , la insignia y la gorra que me identifica como Federal Express. Trabajar para esta compañía implica también que yo represento a esta compañía. Si trato bien a los clientes, los clientes no van a decir que Fulano de tal los trató bien, más bien van a decir que el servicio al cliente de Federal Express es excelente. El crédito va para la compañía, no para el individuo. Lo mismo pasaría si yo trato mal a los clientes: la compañía es la que va a sufrir un gran daño en su reputación y en su nombre…..

De una manera similar,  los Yehudim representamos a HaShem: «trabajamos» (o quizás somos Sus socios) en Su compañía. Hasta nos vestimos con un uniforme que nos identifican con HaShem: Kippa, Tseniut y por sobre todo , Talit y Tefilin. Estos últimos, representan en realidad el nombre de HaShem como dice el pasuq כי שם ה’ נקרא עליך  que el mundo es testigo que Nombre Divino está en cada Yehudí.

El tercer Mandamiento no se refiere sólo al caso en el que nuestras palabras pueden trivializar o profanar el Nombre de HaShem. Son principalmente nuestras acciones las que afectan para un lado o para el otro el prestigio y la reputación del Nombre de HaShem que todo judío lleva consigo.

Por: Rabino Yosf Biton, colaborador de Unidos con Israel

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