Su historia de amor comenzó hace años; nacidos y criados en Israel, la lucha por el establecimiento del Estado judío era un sentimiento natural para Meir y Sarka (Sarah). Desde temprana edad fueron parte de la Haganá y luego, tiempo más tarde se unieron al Palmaj, una fuerza de combate de élite cuyos miembros finalmente llegaron a formar la columna vertebral de las fuerzas de combate de las FDI.
“Recuerdo que trabajamos en los campos de maíz juntos, pero nosotros no éramos amigos”, dice Sarka. “Los campos de maíz eran enormes. De un lado no se podía ver al otro”, añade Meir.“Pero no éramos amigos”, repite Sarka. Hoy en día, Meir y Sarka Kedem llevan casados casi 65 años.
Meir y Sarka sirvieron juntos en el Palmaj, la fuerza de élite de la Haganá, la organización clandestina de defensa judía. Era un grupo de auto-financiación que combina entrenamiento militar con el trabajo agrícola, y se autoabastecían al tener a sus miembros trabajando en varioskibutzim. “Nos faltaban recursos. No teníamos nada”, explica Meir. “Así que se decidió que durante dos semanas íbamos a trabajar en el kibutz, y luego entrenar durante dos semanas. Todo ese tiempo vivíamos en tiendas de campaña”.
“Cuando entrenamos, era como en el ejército”, dice Sarka. “Hacíamos prácticas de tiro, sabíamos cómo desmontar armas con los ojos cerrados, teníamos correr por la mañana. ¡Y Las chicas hicieron todo al igual que los chicos!”.
“Nunca se nos ordenó hacer nada”, dice Sarka. “Ellos siempre preguntaban quien quería voluntariarse en el kibbutz. Un día, preguntaron quién se ofrecía para ayudar a defender el kibutz Ramat Yohanan, el kibutz donde vivíamos. Yo tenía 17 años y estaba seguro de que nada me haría daño, por lo que me ofrecí voluntariamente. Con el fin de llegar a la entrada, había que correr. Así que corrí en zigzag, como me habían enseñado, las balas volaban a mi lado, pero yo estaba seguro de que nada me pasaría“.
“No teníamos radio ni teléfonos, así que gritábamos cuantas balas necesitábamos y por la noche alguien nos las traía”, explica Sarka. “Las armas que teníamos era lo que escasamente lograbamos comprar”.
“Un día, alguien en mi posición recibió un disparo en el cuello, pero la bala no golpeó su arteria principal. Él entró en pánico, y yo estaba seguro de que alguien más podría tratarlo, porque eran todos adultos y yo sólo tenía 17″, dice Sarka. “¡Pero yo era del Palmaj! Tenía que hacerlo. Así que puse mi arma a un lado y me acerqué a él. Él había empezado a gritar y tocar su herida. Podría haberse matado. Así que lo primero que hice fue darle una cachetada. Supongo que ayudó porque él quitó su mano de la herida. Entonces vendé su herida y le dije que estaba bien y que iba a ser evacuado al hospital por la noche. Y eso fue lo que pasó”.
En 1948, anticipándose a la retirada de los británicos y los posteriores levantamientos militares árabes, se hicieron los preparativos para hacer frente a los ataques de la población árabe local y de los países vecinos. “En última instancia, nuestro trabajo como parte del Palmaj era “defender el fuerte” después de que las fuerzas británicas se retiraran y los ejércitos árabes invadieran Israel”, explica Sarka.
“Uno de los objetivos de las fuerzas árabes era controlar la ciudad de Haifa”, dice Meir. “De esta manera, una vez que el ejército británico se fue, serían capaces de poco a poco acabar con la comunidad judía que vivía en el Monte Carmelo. Ellos planearon apoderarse de Haifa con la ayuda de dos fuerzas; uno era llegar desde el norte y la otra desde Jenin. Por supuesto, los pueblos árabes en el camino podrían apoyarlos”.
“Las tropas provenientes desde el norte tenían que pasar por el kibbutz Malkia. Su ubicación geográfica era tal que si controlamos al kibbutz Malkia, podríamos evitar que las fuerzas árabes pasen a través de Safed, Tiberias, y conquistar Haifa”, explica Meir. “Así que preparamos comida y municiones, y nos reunimos en Ayelet Hashahar. Cuando cayó la noche, empezamos a subir por las montañas que nos llevaban a Malkia. Pero hacía mucho calor, y hubo un error de navegación, y para el momento que llegamos al Valle Kedesh, era casi el amanecer. En el Valle Kedesh podíamos cruzar por la noche, pasar por desapercibidos y luego conquistar Malkia por la mañana. Pero como ya había luz, nos escondimos en las cordilleras orientales para no ser descubierto”.
“Nos escondimos entre los arbustos, era un día caluroso, y cuando se puso el sol, seguimos adelante”, Continúa Meir. “Las fuerzas libanesas nos vieron rápidamente y comenzaron a disparar. De repente, vimos pequeños puntos negros, soldados, subiendo por la montaña, en dirección hacia nosotros. La mitad de nuestro batallón cayó en la batalla. Pero el enemigo se retiró”.
“Tienes que entender”, dijo Sarka, quien también participó en la batalla “el batallón se compone de ‘Hach’sharot Meguyasot’, grupos de entrenamiento. Cada grupo era como una familia, y había personas que murieron de cada grupo. La batalla de Malkia se convirtió en una de las batallas más feroces y significativos”.
“Mientras estábamos en Malkia, Ben Gurion declaró la independencia del Estado de Israel. Otras fuerzas llegaron a Malkia, y fueron enviados a Tzrifín. Yo no era una enfermera certificada, pero trabajaba en el hospital”, dice Sarka. “En aquel entonces no había forma de comprobar si alguien era realmente un médico, porque en ese momento no había licencias médicas, por lo que si alguien decía que era médico, le creímos. Ahora, había un hombre que decía ser un médico, pero una de las enfermeras certificadas que trabajaron conmigo pensaban que estaba mintiendo, así que ella lo denunció. Lo siguió y encontró un transmisor que había escondido en el motor de una nevera”. “Hablaba francés y había afirmado que era un judío de Francia”, agregó Meir. “Él era un espía, Había sido mensajero del ejército libanés por la noche”.
“La cosa más importante que hay que recordar”, dice Sarka, “es que estábamos luchando por nuestra casa, y cuando estás luchando por tu casa, tienes que ser fuerte, porque no tienes otra opción”.
Después de que el Palmaj fue desmantelado, Meir se unió al ejército israelí como comandante de compañía en una Brigada de Infantería. Más tarde, Sarka y Meir se casaron, y ahora son los orgullosos padres de tres hijos y seis nietos.
Fuente: Blog de las Fuerzas de Defensa de Israel
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