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En estos días, la Real Academia de la Lengua Española ha anunciado la incorporación de nuevas palabras (de momento a la edición digital, hasta una nueva publicación en papel), entre otras, kosher, que define en dos acepciones: la primera, “dicho de un producto alimenticio, una comida, un menú, etc., obtenido o preparado según los preceptos del judaísmo”; y la segunda, “dicho de un establecimiento que vende o sirve productos kosher”.

Sin duda es un bienvenido avance en el reconocimiento de la presencia de los judíos en las sociedades de habla hispana. Pero convendría recordar algunos detalles. Por ejemplo, en la propia entrada del diccionario se recoge como fuente la expresión hebrea “kasher”, traducida como “correcto, adecuado al rito”. Lo que llama la atención por qué entonces se ha optado por la utilización de una O y no una A como primera vocal. Resulta evidente que en realidad han adoptado una transliteración habitual en el mundo angloparlante, donde no se usan tildes y la palabra en cuestión se pronuncia con acentuación grave, lo que en español debería transcribirse en ese caso como “kósher”. Pero resulta que en el hebreo original y bíblico (donde se estipulan dichas normas alimenticias) la acentuación es aguda, de modo que lo más ajustado hubiera sido adoptar la palabra “casher” (entre otras razones porque la k sólo es útil cuando las expresiones están en lengua extranjera y no ya normalizadas al español).

Lo importante, no obstante, es que el concepto del kosher ya es “casher”, aunque para la mayoría de los españoles sea un completo desconocido (no tanto para los no judíos estadounidenses que buscan esa certificación como garantía de calidad de producción) y sus normas exactas lo sean para la mayoría de los propios judíos no ortodoxos.

No vamos a recordarlas aquí, aunque sí detenernos a observar el origen del propio término, que en hebreo va más allá de lo alimenticio e incluso de lo religioso, ya que con su misma raíz es posible construir, por ejemplo, “lehajshir”, traducible como capacitar, inducir el desarrollo de talentos y habilidades. Por tanto ya estamos habilitados (mujsharím) para usar kosher en nuestro idioma sin tener que recurrir a cursivas o comillas, aunque el corrector ortográfico aún la subraye en rojo.

Lista de deberes: hay una palabra hebrea, cuyo significado no se corresponde de forma total con ninguna existente en español, y de uso mucho más habitual, no sólo entre los judíos, sino en la prensa e incluso la política. Shoá. Una palabra que no se usaba para lo que se usa ahora antes del fenómeno que la generó, y que recibió al principio, incluso de los judíos, otros nombres, pero que ha adquirido ya carácter universal. Espero que pronto sea incorporada también a la legalidad lingüística y, esta vez, sin dejarse arrastrar por transliteraciones inglesas como “shoah” (el sufijo –ah es la manera anglófona de acentuar la última sílaba a falta de tildes). Ello sin duda contribuiría a mejorar la aptitud (kashrut, en hebreo) de nuestro idioma para expresar de forma correcta y más exacta la complejidad y diversidad del mundo actual.

Jorge Rozemblum
Director de Radio Sefarad
www.radiosefarad.com