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Por: Rabino Yosef Bitton

LA BENDICION COMO RESPUESTA AL ESFUERZO

Esta Perashá nos presenta a Isaac (itsjaq), el hijo de Abraham. Nos cuenta sobre las dificultades que tuvo Isaac para tener hijos, el nacimiento de sus mellizos, la relación entre los dos hermanos, etc. Luego nos cuenta acerca del enfrentamiento entre Isaac y sus vecinos: los filisteos. En Génesis capítulo 26 leemos lo siguiente: «Isaac sembró en aquella tierra, y cosechó aquel año cien por uno [cien veces mas de lo que había sembrado]: ¡HaShem lo había bendecido! Isaac gozó de prosperidad y siguió engrandeciéndose hasta que llegó a ser muy rico, llegó a tener ovejas, vacas y mucha servidumbre. Pero los filisteos le tuvieron envidia. Y todos los pozos [de agua] que los siervos de su padre [Abraham ] habían cavado … los filisteos los inutilizaron, llenándolos de tierra.»

Si bien HaShem lo bendijo, la riqueza no le llovió del cielo. Isaac era muy trabajador. Tuvo que esforzarse muchísimo para sembrar en esa zona árida, y tal como la Torá nos cuenta, tuvo que cavar una y otra vez sin pereza y sin darse por vencido para obtener el elemento más escaso y preciado en el Medio Oriente: agua.

UNA LECCIÓN QUE NUNCA EXPIRA

Pero los habitantes de aquel lugar, los «Pelishitim» o Filisteos no simpatizaron con Isaac. Y la Torá aquí usa por primera vez la palabra quin’a (ויקנאו אותו פלשתים) que significa: «envidia». Los filisteos tuvieron envidia de Isaac. Y es my interesante observar a qué los llevó la envidia. Uno podría pensar que los Filisteos imitarían a Isaac: iban a trabajar más, se iban a levantar más temprano, se emborracharían menos, ahorrarían más, no gastarían tanto, etc, etc. pero nada de eso sucedió…. Los Filisteos decidieron canalizar su envidia de la manera más destructiva y cobarde: ¡Tapando con tierra los pozos de agua que había cavado Isaac! La consecuencia de la envidia fue la destrucción. La envidia los llevó a hacer lo más irracional que un habitante del medio oriente puede hacer: destruir los pozos de agua en el desierto. Lo cual, obviamente, los perjudicaba a ellos también.

LA DIFERENCIA ENTRE CELOS Y ENVIDIA

Hay una gran diferencia entre dos palabras hebreas que son parecidas: Jemdá o Ta’avá (לא תתאוה), celos y quin’a, envidia. «Celos» siempre se refiere a un objeto: estoy celoso de lo que tienes, y quisiera tenerlo yo. La «envidia» es un sentimiento mucho más profundo que los celos, más complicado y, principalmente, imposible de complacer. Y que no se trata de mis sentimiento positivos hacia un objeto, sino de mis sentimientos negativos hacia la persona que lo posee. Te envidio por lo que tienes, y voy a tratar de quitarte lo que tú tienes, y si no puedo, me alcanza con que TÚ no lo tengas. Así, y a diferencia de los celos, la envidia fácilmente se convierte en «odio». La envidia es ad hominem, apunta hacia la persona. Y a diferencia de los celos, es insaciable! El objeto de la envidia cambia. Pero nunca cambia el sujeto. La envidia también es destructiva. Y autodestructiva. Por eso, con mucha sutileza, la Torá yuxtapone la envidia y la destrucción: Los filisteos le tuvieron envidia a Isaac, ¿y qué hicieron? ¡Taparon los pozos de agua!

LA HISTORIA SE REPITE

Rambán, Najmánides, nos aclara que la razón por la cual la Torá se excede en los detalles sobre estos eventos es para enseñarnos que מעשה אבות סימן לבנים , lo que le ocurrió a nuestros no es sólo historia, sino que marca un patrón de conducta que se repetirá con sus descendentes. Es increíble observar como esta historia vuelve a ser relevante en nuestros días. El 15 de agosto de 2005, 8.000 judíos israelíes fueron desterrados de sus casas en Gush Qatif (Israel). Esa tierra, que había sido conquistada militarmente por Israel en respuesta a la guerra iniciada por los egipcios, fue «regalada» a la autoridad Palestina (se dice que este evento precipitó la elección del Hamas en el 2006). Hay un dato interesante que se relaciona con la Parashá de esta semana, y que no se conoce mucho ya que los medios de difusión, como es de esperar, no han demostrado un gran interés en hacerlo conocer. En Gush Qatif, los judíos que vivían allí, hicieron un esfuerzo extraordinario y construyeron «greenhouses» (invernaderos, viveros) con una tecnología ultra-moderna. Allí plantaban vegetales «sin insectos» que se vendían en todo el mundo, y flores, especialmente tulipanes, que se exportaban al mercado de flores de Amsterdam. En total, las ganancias de estos invernaderos llegaban a más de 100 millones de dólares anuales (ver este artículo aquí). Cuando los Yehudim se vieron forzados a abandonar Gush Qatif, el presidente del World Bank, James Wolfenson y algunos judíos americanos (ingenuos) donaron 14 millones de dólares para que no se destruyeran estos invernaderos y que los pobres habitantes de Gaza, que tanto se quejan de su pobreza «causada por Israel», pudieran aprovechar estos invernaderos y brindarle un trabajo honesto y rentable a cientos o a miles de personas y generar un ingreso de 100 millones anuales. Para la sorpresa de muchos (pero no para los que conocen esta Parashá) , ni bien los palestinos recibieron estos modernos invernaderos los destruyeron totalmente, ¡»los taparon llenándolos de tierra»! y establecieron allí bases para lanzar misiles y atacar a Israel. Tal como ocurrió con los filisteos en el tiempo de Isaac, a estos enemigos de Israel les importó muy poco su propia prosperidad: lo que más les importó fue intentar destruir a Israel.

ATENTADOS EN ISRAEL

Estas últimas semanas la historia se ha repetido en una de sus más sangrientas variantes: una vez mas los judíos de Israel, hombres mujeres y niños, han sido atacados con explosivos, balas o siendo atropellados por autos. Lamentablemente, muchos palestinos, algunos de ellos árabes que viven en Israel, se regocijan con esta noticia (ver aquí). A diferencia de los celos, que terminan una vez que la persona «celosa» obtiene lo que desea, la envidia nunca se acaba. Y cuanto más triunfa el envidiado, el envidioso más tratará de destruirlo. Mike Pence, el exvicepresidente de Estados Unidos, formuló con muy pocas palabras esta idea de la envidia / odio hacia Israel de una manera muy simple y profunda. Pence dijo: «Israel no es odiada por sus vecinos por lo que hace mal, Israel es odiada por lo que hace bien» .

Quiera HaShem seguir bendiciendo y quiera Dios proteger a nuestro amado país de las manso de quienes quieren destruirlo, así como bendijo y protegió a nuestro patriarca Isaac y a nuestros antepasados.

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