Al llegar Pesaj, pensamos en las distintas historias de liberación con la que gente ha lidiado en distintas circunstancias. Probablemente una de las más simbólicas del pueblo judío en la era moderna, sea la de los judíos soviéticos. Uno de sus grandes símbolos es Natan Sharansky.
Por: Ana Jerozolimski, Semanario Hebreo Jai
Natan (Anatoly) Sharansky (73) nació en Ucrania y se convirtió en uno de los símbolos de la lucha de los judíos soviéticos al ser detenido en 1977 por las autoridades de la URSS bajo acusación de “traición a la patria”. El trasfondo: era uno de los fundadores del movimiento judío dentro de la organización de Derechos Humanos “ Grupo de Monitoreo de Helsinki”, de la que fue portavoz y por la que actuó desde la clandestinidad. En 1978 la URSS lo declaró culpable y lo sentenció a 13 años de prisión.
Su esposa Avital lanzó una campaña internacional para lograr su liberación. El 11 de febrero de 1986, hace 25 años, consiguió salir de prisión.Esa misma noche llegó a Israel.
En Israel continuó activando en pro de los judíos soviéticos, se dedicó al periodismo y a la actividad pública en pro de la inmigración y absorción de los recién llegados. Con ese propósito, fundó el partido “Israel B´Aliya” al que representó en la Kneset entre 1996 y enero del 2003.
Sharansky fue Ministro de Industria y Comercio , Ministro del Interior, Ministro de vivienda y Construcción y Vice Primer Ministro. En noviembre del 2006 renunció a su escaño parlamentario y en junio del 2008 comenzó sus funciones como Presidente de la Agencia Judía. Hoy está retirado de la política oficial pero sigue siendo percibido como un símbolo de la lucha judía por Israel.
De cara a Pesaj, pensando en historias de liberación, recordamos una entrevista que le realizamos sobre aquella lucha , de la prisión a la libertad. En el momento de la entrevista, era el Presidente de la Agencia Judía.
P: Usted dijo que vivía apartado de su judaísmo y que en determinado momento descubrió sus raíces…¿Cómo fue ese proceso que usted vivió?
R: Yo era uno de los totalmente asimilados. Crecí sin saber nada de nuestras tradiciones, fiestas, de nuestra historia. Nací en 1948, o sea unos pocos años después de la Segunda Guerra Mundial. Crecí de hecho en lugares en los que habían sido asesinados miles y miles y miles de judíos…pero no sabía casi nada al respecto…Las autoridades soviéticas lograron con su política incidir en ello, borrando parte de nuestra identidad..Sabíamos que éramos judíos porque en la cédula de identidad de nuestros padres decía “judío”, algo que iba vinculado directamente a limitaciones especiales a los judíos.Pero no mucho más que eso…
P: Hasta que alguien se lo recordó en forma activa…
R: Justamente. En 1967, cuando la guerra de los Seis Días, la Unión Soviética fue humillada, porque tras haber enviado cantidades enormes de armas a Siria, Egipto, a varios países árabes, y tras planear ya grandes fiestas de celebración, el resultado de la guerra fue diferente al que habían planeado de antemano. Al verse humillada, la URSS comenzó una impresionante campaña contra Israel que influyó también en el trato a los judíos. Quedó claro que tanto los que nos querían como los que nos odiaban, nos vinculaban con Israel.Empezamos entonces, desde la clandestinidad, a leer y buscar el vínculo.Y comprendimos que era por error que nos habíamos visto como quien pertenecía a otra historia. Entendí que mi historia era la del pueblo judío …y que había una continuidad desde la salida de Egipto.
Eso me dio mucha fuerza para luchar, para exigir mis derechos, como judío y como ciudadano. Me convertí en portavoz de dos movimientos , tanto del movimiento sionista como de un movimiento general de lucha por los derechos humanos en la Unión Soviética. Y no había contradicción alguna entre ambas cosas. Todo lo contrario.
P: Y presentó en determinado momento solicitud de visa para emigrar a Israel…
R: Así es. De inmediato fui despedido de mi trabajo , organicé manifestaciones y casi todos los días me reunía con representantes del exterior que llegaban a la Unión Soviética como turistas o periodistas…Todo era ante los ojos de la KGB que por supuesto me perseguía y seguía mis pasos 24 horas al día. Se convirtieron en mi rabo, todo el tiempo detrás mío. Luego de muchos problemas, me detuvieron y me acusaron de “traición a la patria”.
P: ¿Qué empuja a una persona a luchar por algo aunque tiene claro de antemano que con ello pone en peligro no sólo su libertad sino su propia vida?
R: Creo que la conclusión clara de mi lucha es que todo ser humano tiene dos voluntades básicas : ser libre y ser parte de algo con lo que se identifica. Las dos cosas van juntas. Nosotros estábamos bajo una dictadura, pero cuando no teníamos una identidad clara , no teníamos fuerza de luchar contra lo que nos oprimía, para sobrevivir. Cuando descubrimos nuestra identidad y sentimos la pertenencia a nuestra historia, el deseo de libertad se junta con los valores y da fuerza para luchar y combatir. El deseo de vivir con tu identidad, de ser una persona libre y de ser parte de tu pueblo, todo eso se juntó e hizo posible seguir adelante.
P: En medio de los recuerdos de todo lo que usted vivió, de todas las dificultades físicas y emocionales con las que tuvo que lidiar ¿es posible decir qué fue lo más difícil de todo?
R: ….Lo más difícil fue pensar, a veces, que quizás nunca salga de allí.Estaba afuera mi esposa, luchando, y yo pensaba que quizás nunca más nos encontraríamos y no formaríamos una familia.Y todo el tiempo, la KGB se encargaba de recordarme que eso sería justamente lo que sucedería, si no cooperaba.Y yo tenía, todo el tiempo, que volver cada vez a tomar la decisión de no cooperar .Y pasaba por mi mente el pensamiento que si ir a vivir a Israel y formar una familia con mi esposa es lo más importante, por qué entonces no transar con la KGB. En una situación así uno tiene que recordarse a si mismo que uno no puede aceptar términos medios y que la única forma digna de llegar a Israel y estar con mi esposa, es esa.
P: Claro que de por medio había fuertes presiones.
R: Por supuesto. No digo que tuve que lidiar con estos pensamientos durante mis nueve años en la cárcel, pero sí, indudablemente, los primeros meses, cuando vivían advirtiéndome que si no cooperaba con ellos, me ejecutarían. Y en esos meses, a pesar del miedo que daba pensar que quizás no saldría con vida de allí, me tenía que convencer por qué no debía aceptar ningún término medio.Ese era el principal desafío moral. Y cuando uno ya se convenció a si mismo, todo lo demás es más fácil.
P: Pero hubo sí no pocos momentos en los que realmente pensó “de esta no salgo”…
R: Si, claro ¡por supuesto! Justamente, para ganar esa guerra en la que yo estaba, tenía que decidir que la meta debe ser , aunque no logre salir, que no consigan quebrarme ni doblegarme. Si la meta es salir a cualquier precio, uno está perdido.Ellos, justamente,de lo que me querían convencer, era que mi objetivo debe ser salir de la cárcel a cualquier precio.Para que ellos no puedan tener éxito en este propósito, uno debe hacerse a la idea de que quizás no logre salir con vida.
P: Y ahora, tantos años después…usted está en Israel, como ciudadano ya por cierto muy veterano…¿Qué es lo que más le gusta de Israel? ¿Y qué quisiera cambiar?
R: (sonrisa)..Me gusta la gente, me gusta la naturaleza, mi familia…Me gusta ver la “cabeza judía”…No me gusta nuestra burocracia y no me gusta ver que a veces hay cierta impaciencia entre nosotros mismos.
P: Mientras los problemas persisten y el futuro de la paz en la zona sigue en una nebulosa,la situación no es alentadora para quienes piensan si tomar o no la decisión de venir a Israel…
R: Claro que no es alentador, pero el hecho es que a pesar de todos estos problemas, no hay ningún otro lugar en el mundo que promete un futuro de vida judía para nuestros hijos, como lo asegura el Estado de Israel. Quien desea influir históricamente sobre el futuro del pueblo judío y de sus hijos y nietos, debe recordar que el lugar más seguro para hacerlo, es el Estado de Israel.
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