Aquellos que avivan las llamas del disenso deben ser advertidos de que, al hacerlo, están poniendo en riesgo las vidas de todos sus familiares. Y la tierra abrió sus fauces y se los tragó a ellos y a Koraj (Números 26:10)
Aprendemos muchas lecciones importantes del episodio de la revuelta de Koraj en contra de Moisés, como por ejemplo los terribles daños peligros del disenso, y en especial cuando se manifiesta en un levantamiento en contra de los líderes espirituales que ha elegido Hashem.
Crear disenso entre las personas constituye una gravísima transgresión de la Torá, hasta tal punto que en el caso de Koraj y sus seguidores hasta los bebitos puros e inocentes fueron tragados por la tierra. Aquellos que avivan las llamas del disenso deben ser advertidos de que, al hacerlo, están poniendo en riesgo las vidas de todos sus familiares.
El disenso es el heraldo de la destrucción. Por lo tanto, los hogares, las sinagogas y las comunidades donde reina el disenso no suelen tener finales felices.
¿Qué es lo que tiene el disenso que es tan terrible? Rabí Shimon ben Jalafta enseña que la única vasija veradera de paz de Hashem es la paz.[1] En consecuencia, allí donde no hay paz tampoco puede haber bendición.
La halajá, o sea, la ley religiosa judía, establece una interesante distinción. El Jafetz Jaim escribe[2] que la “pelea” es entre dos compañeros. Pero si una persona entra en disenso con un estudioso de la Torá, aunque este no sea ni su rabino ni su maestro, entonces el pecado es doblemente grave y lo mismo ocurre con el castigo. Rav Yehuda dice en nombre de Rav que todo el que desprecia a un estudioso de la Torá no tendrá cura ni alivio de sus dolencias.[3] La persona que sufre de un problema de salud que no se cura con nada deberá preguntarse a sí mismo si no ha despreciado a algún estudioso de la Torá. Y de ser así, deberá pedirle perdón, porque eso puede posibilitar que se cure totalmente en muy poco tiempo.
El Código de Leyes Judías va un paso más allá y dice que aquel que desprecia a un estudioso de la Torá está sujeto al castigo de karet, que es el mismo terrible castigo que recibe quel que come en forma intencional en Iom Kipur, que transgrede el Shabat o que come jametz en Pesaj.[4]
¿Quién es, por lo tanto, un estudioso de la Torá? El Jafetz Jaim responde que todo aquel que posee una ordinación rabínica en esta generación se considera un sabio de la Torá. Teniendo esto en mente, podemos comprender por qué el crear disenso con nuestros líderes espirituales, y en especial con los grandes de la generación, es tanto más grave.
Pero un momento – todo lo que hemos dicho hasta ahora se refiere a crear disenso en privado. Pero si el pecado fue hecho en público, como en el caso de Koraj y sus secuaces, que se rebelaron contra Moisés y trataron de incitar a toda la nación para que también se rebelara, entonces el pecado es tan pero tan grave que Hashem se ve forzado a crear un nuevo castigo, como en el caso de la tierra que se abrió para tragarse a Koraj y a todos sus acólitos de la tribu de Reuvén.
Incitar públicamente a la gente en contra de los estudiosos de la Torá y los líderes espirituales es muchísimo más grave de lo que se puede expresar con palabras. El Profeta Elías nos advierte que por esa transgresión uno puede incluso perder a sus hijos, tal como ocurrió en el caso de Koraj.[5] Según todas las opiniones, despreciar a un estudioso de la Torá en los medios sociales como Facebook y Twitter ciertamente entra en la categorái de disenso y desprecio en forma pública. Es peor aún que juguetear con un arma cargada.
El Rey Salomón dijo que la vida y la muerte están en manos de la lengua.[6] Por eso, elijamos la vida con las bendiciones de paz y evitemos el disenso con todo ser humano en la tierra, y en especial con nuestros queridos y respetados líderes espirituales.
[1] Mishná, Tratado Oktzim 3:12
[2] “Cuide su Palabra”, Portal del Recuerdo, cap. 15-16
[3] Shabat 119b
[4] Véase Shulján Aruj, Ioré Deá 243:6
[5] Tana Devei Eliahu cap. 21
[6] Proverbios 18:21
Fuente: Breslev en español
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