El reciente asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi ha puesto a la luz de nuevo la carencia de libertad del mundo árabe. En su último artículo, publicado por The Washington Post, el periodista llegó a decir “lo que más necesita el mundo árabe es libertad de expresión”. Unas palabras que se convierten en epitafio y homenaje póstumo a tan osado mensajero del Oriente.
La necesidad vital que tiene el mundo árabe es la libertad de expresión, de conciencia y de religión. La verdadera convivencia solo es posible cuando los seres humanos gozamos el precioso don de la libertad. Una sociedad donde no hay libertad de expresión, de conciencia y de religión es una sociedad abocada al retraso cultural, científico y artístico. La hecatombe que ha impedido todo progreso y atisbo de libertad en el mundo árabe se llama islamización.
La fuerza de la espada no solo ha cercenado la cabeza de miles de seres humanos a lo largo de la historia, sino también la conciencia de millones de personas que viven sometidos bajo la brutal Ley Sharia. Una inhumana ley de hombres cegados por el odio que ha cauterizado la conciencia del mundo árabe en general. Las honrosas excepciones como el asesinado periodista Jamal Khashoggi permiten pensar que la utopía de la libertad de expresión puede hacerse realidad algún día, en Oriente.
La sangre vertida por aquellos que se atreven a contradecir las milenarias y oscuras leyes disfrazadas de cultura islámica no han sido, ni serán, en vano. La pretensión de encadenar la luz de la libertad de expresión, en las mazmorras islamistas del odio a la humanidad, es otra utopía irrealizable. La luz de la Libertad, con mayúsculas, es imposible ocultarla. Aquellos que han muerto por defender la libertad de expresión, de conciencia y de fe serán recordados por la eternidad. El Cielo no olvida a cuantos viven y mueren por ser libres y liberar a otros que son esclavos de la oscuridad.
La perversa ideología del islamismo radical, por hacer una cierta diferenciación, asentada en la conciencia de millones de seres humanos está dejando un panorama desértico de esperanza, en todo el mundo árabe. No hay crecimiento personal, ni social posible, cuando las fuerzas de la oscuridad se llamen como se llamen y tengan la ideología que tengan gobiernan y deciden lo que tenemos que hacer, pensar o creer. La libertad genera prosperidad, avance, progreso, esperanza y la capacidad de llegar a un cierto objetivo propuesto tanto a nivel personal, como social. Un mundo sin libertad ha sido el sueño de todos los dictadores y la pesadilla de cuantos amamos la vida.
La libertad con la que vivimos no puede ser reemplazada por ninguna ideología por muy amable y atractiva forma que adquiera. El ser humano ha sido creado para vivir libre con una conciencia moral, ética y religiosa que sirva para si mismo y para los demás. La conciencia modelada por el Cielo es la que ha permitido a la humanidad progresar, producir y prosperar. Las tres consecuencias directas de la libertad. No se puede progresar, producir y prosperar sin Libertad de expresión, conciencia y fe.
El ejemplo más claro es Israel que siendo una sociedad democráticamente libre es la cabeza de las naciones que mantienen firmes sus anhelos de vivir respetando a los seres humanos y sus derechos. El mundo árabe sólo podrá ser democráticamente libre cuando acepte el liderazgo moral de Israel y entierre todo prejuicio contra los judíos. En este momento de la historia los árabes, con las honrosas excepciones nombradas, solo se han preocupado de amar la muerte asesinando a cristianos y judíos e incluso a sus más insignes pensadores como Jamal Khashoggi, que murió por defender la libertad de su pueblo ¡Honrada sea su memoria!
Por José Ignacio Rodríguez, colaborador de Unidos con Israel
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