HaShem quería dar el Primero de los Diez Mandamientos. En aquel momento, Moshé estaba sobre la cima de la montaña. HaShem le ordenó descender.

El razonamiento de HaShem fue similar. «Si Moshé permanece en la cima,» El dijo, «el pueblo puede no estar seguro de que ellos realmente escucharon los Diez Mandamientos de Mí. Podrían pensar que fue la voz de Moshé. Que él por lo tanto descienda primero, y luego Yo pronunciaré los Diez Mandamientos. HaShem por consiguiente ordenó a Moshé, «Baja y advierte al pueblo que ellos no deben apiñarse más allá del límite fijado para ellos al pie de la montaña, a pesar de su anhelo de verme a Mí. Todo el que toque Har Sinai morirá. Después de la partida de la shejiná (Presencia Divina), una vez más serán autorizados a ascender la montaña.» «Ya les he transmitido esta advertencia,» replicó Moshé.

«No obstante, adviérteles una segunda vez. ¡Ahora es el tiempo cuando la advertencia se aplica!» HaShem le dijo. «Después de haberles advertido, tú, Aharón, y los hijos primogénitos que realizan la avodá (servicio) pueden ascender a la montaña, y cada uno puede asumir su posición designada. ¡El pueblo debe permanecer al pie de la montaña; los primogénitos pueden ascender más alto, Aharón aún más alto, y tú a la misma cima!» Tan pronto como Moshé hubo descendido, HaShem comenzó a hablar, diciendo, «Yo soy HaShem, Vuestro Di-s….»

HaShem primero pronunció todos los Diez Mandamientos simultáneamente. Esta era una proeza la cual está más allá de capacidad humana. El propósito de este milagro fue demostrar claramente que los Diez Mandamientos vinieron directamente de El. Ningún ser humano, demonio o ángel hubiera podido realizar tal milagro. Después de ello, El repitió cada Mandamiento separadamente.

Tan pronto como HaShem exclamó, «ANOJI,» «Yo soy» la Creación fue silenciada. Los pájaros no gorjearon ni volaron en el cielo; los bueyes no mugieron; los ángeles no dijeron shirá (cántico); el océano no se agitó. El universo entero estaba quieto mientras la voz de HaShem estalló. Esto sirvió como una demostración irrefutable de la certeza de que nada existe además de El. Cada uno de los Diez Mandamientos fue dirigido a K-lal Israel en la forma singular. Así, ningún Judío podría excusarse él mismo, diciendo, «Es suficiente si otro cumple la Torá.» Cada Judío debe sentir una obligación personal de guardar la Torá de HaShem, desde que ella le fue dirigida directamente a él.

Los Diez Mandamientos contienen en conjunto 620 letras, de tal modo simbolizando que los Diez Mandamientos son la esencia de la Torá. Puesto que la Torá contiene 613 mitzvot, y los jajamím instituyeron siete mitzvot adicionales, produce un total de 620 mitzvot. Además de escuchar los Diez Mandamientos básicos, Benei Israel también previeron la miríada de detalles incluídos, todos los Midrashím (alegorías) vinculados a cada Mandamiento, toda halajá, kal vajómer y guezerá shabá contenidos en ese respecto.

El Primer Mandamiento: Creer en la Existencia y Providencia de HaShem

«Yo soy HaShem, vuestro Di-s, Quien os sacó a vosotros fuera de la tierra de Egipto de la casa del Faraón donde vosotros fuísteis esclavos.»
«Yo soy tanto HaShem, un Di-s misericordioso para aquéllos que me obedecen a Mí, como elokeja, un Di-s punitivo para uno que rehúsa escucharme a Mí.» La obligación impuesta por el Primer Mandamiento es creer en la existencia de un Creador omnipotente; saber que El ejerce continua Providencia sobre el universo, que El es la Fuerza que dicta todas las leyes naturales, y que El sustenta y provee para todas las criaturas, de la más diminuta a la más grande.

Esta mitzvá no está limitada a tiempos específicos (como la mayoría de las mitzvot); más bien, la conciencia de la existencia y poder de HaShem deben constantemente preocupar al Judío.
¿Por qué escogió HaShem describirse a Sí Mismo como el «Di-s que sacó a los Benei Israel fuera de Egipto?» HaShem se presentó a Sí Mismo a los Benei Israel en Har Sinai como el Di-s que los había redimido a ellos, con ello recordándoles su especial obligación hacia El. (El no empleó la descripción, «Di-s, Señor del Universo,» dado que aquel término general no obligaría en sí mismo a K-lal Israel a guardar la Torá.)

El Segundo Mandamiento: No Servir Idolos

«¡No tendréis otros dioses!»

El término «otros dioses» no implica, jas veshalom, que existen otros dioses además de HaShem. La Torá se refiere a los ídolos como «dioses» dado que aquella terminología es empleada por sus adoradores ( a pesar de que en realidad ellas son imágenes impotentes). La palabra «otros» no se refiere a la relación entre HaShem y los ídolos, sino más bien a los ídolos en relación uno con el otro. Dado que los adoradores de ídolos continuamente cambian sus deidades, rechazando las antiguas y volviéndose a otras diferentes en su lugar, el término «otros» dioses significa dioses los cuales son frecuentemente intercambiados por otros por sus adoradores.

Este Mandamiento implica que está prohibido creer en cualquier poder además de HaShem, adorar ídolos, o inclinarse a ellos. Nuestros jajamím (sabios) prohibieron inclinarse ante un ídolo aún sin intención de adorarlo. Tampoco está permitido tener un ídolo en posesión de uno aún si uno no lo adora. Este Mandamiento también incluye la prohibición de hacer una estatua de un ser humano o de cualquier criatura u objeto en el universo.

El Tercer Mandamiento: No pronunciar el Nombre de HaShem en Vano

Está prohibido emplear mal el Nombre de HaShem mencionándolo en conjunción con un juramento innecesario o falso. HaShem dice, «No empleéis mal Mi Santo Nombre. Recordad que Abraham apeló a este mismo Nombre y fue salvado de la caldera ardiente. Moshé apeló a él, y el Iam Suf (Mar rojo) fue partido en doce partes; Iehoshúa lo llamó, y fue asistido; Ioná lo llamó en el interior del pescado y fue salvado. El Nombre de HaShem es invocado por los enfermos y enfermizos, y ellos son curados; por los transidos de dolor, y ellos son consolados. ¡Cuidáos de ser descuidados en mencionar el Nombre de HaShem, porque uno que pronuncia el Nombre de HaShem en vano no saldrá impune!» Un figurativo «mal empleo del nombre de HaShem» sería exhibir una apariencia falaz de rectitud mientras en realidad se actúa inicuamente.

El Cuarto Mandamiento: Observar el Shabat

Este Mandamiento incluye la prohibición en contra de realizar cualquiera de las treinta y nueve Labores principales prohibidas en Shabat. Además de esto, el Shabat debe ser distinguido por nuestro hacer una berajá (bendición) cuando el Shabat comienza y a su conclusión. Esto nosotros lo cumplimos haciendo kidush y havdalá. Shabat debe ser singularizado con deliciosos alimentos especiales y por el usar vestimentas especiales. Una persona es reembolsada por todas las expensas en las cuales incurre en honor del Shabat. A pesar de que el ingreso de toda persona es determinado en Rosh Hashaná para el año entero, las cantidades gastadas en honor de Shabat, Iom Tov, Rosh Jodesh, y para cuotas pagadas para el aprendizaje de la Torá de sus hijos no están incluidas en esta cantidad fija. Si gasta más, HaShem la compensará con más; si escatima, HaShem en consecuencia le devolverá menos. El día de Shabat debe ser un tiempo para ocupaciones espirituales, Torá, y tefilá (plegaria). Una persona no debe pensar acerca de la labor incompleta de la semana sino más bien apartar su mente de sus ocupaciones mundanas. Quienquiera que descansa en el séptimo día testifica que HaShem creó el mundo en seis días.

El Quinto Mandamiento: Honrar a los Padres

«¡Honra a vuestro padre y a vuestra madre!»

Esta mitzvá obliga a uno a atender a las necesidades de sus padres, ocuparse de que ellos tengan comida, bebida, y vestimenta. (El no está, sin embargo, obligado a gastar de su propio dinero, para esto los padres deben proveer el dinero.) El debe acompañarlos cuando salen y atender todos sus requerimientos. Debe dirigirse a ellos de una manera cortés.
Incluidos en esta mitzvá están los mandamientos de honrar a un hermano mayor y a la segunda/o esposa/o del padre o la madre. Existen tres socios en la creación de una persona: HaShem, su padre, y su madre. Si las personas honran a sus padres, HaShem dice, «Yo lo considero como si Yo moré en su medio y ellos me honraron a Mí.» Si una persona causa a sus padres irritación, HaShem dice, «¡Es bueno que Yo no moro en su medio, porque si Yo hubiera estado entre ellos, me hubieran provocado a Mí también!» La recompensa por honrar a los padres es longevidad en olam habá (mundo venidero). Si bien la principal recompensa por la mitzvá está reservada para el mundo venidero, es una de las mitzvot de las cuales una persona también recibe beneficio en este mundo.

Cuando los reyes de las naciones oyeron el Primer Mandamiento de HaShem, no fueron impresionados. Arguyeron, «¿Qué soberano desea ser negado? HaShem, al igual que cualquier otro rey, comanda que El sea reconocido.» Cuando escucharon acerca del Segundo Mandamiento, similarmente observaron, «¿Existe algún soberano que tolerará a otra autoridad? HaShem, al igual que todos los reyes, quiere ser adorado El solo. ¡Ese es el por qué El decretó que nadie sirva otros dioses!» Tampoco fueron conmovidos por el Tercer Mandamiento, comentando, «¿Qué rey querría que sus súbditos juraran falsamente en su nombre? Tampoco HaShem lo quiere.» Acerca del Shabat dijeron, «¡Desde luego, todos los reyes gustan que su día especial sea celebrado!» Pero cuando escucharon acerca de la mitzvá de honrar a los padres, todos los reyes se levantaron de sus tronos y alabaron a HaShem, admitiendo, «Si alguien en nuestros círculos es elevado a un noble rango, inmediatamente niega a sus padres. HaShem actúa diferentemente. ¡El ordenó que todos honren a sus padres!»

Los reyes entonces entendieron retroactivamente que todas las mitzvot de HaShem no fueron dadas, como originalmente imaginaron, a fin de honrar a HaShem. Las mitzvot fueron presentadas para el beneficio de los seres humanos.

El Sexto Mandamiento: No Matar

«¡No mataréis!» Uno que vierte sangre mutila a la shejiná. (Presencia Divina)

El emperador ordenó que estatuas de sí mismo fueran erigidas en su recientemente conquistada provincia y que monedas llevando su imagen debían ser acuñadas. El populacho demostró su desprecio por el nuevo conquistador derribando las estatuas representándolo y destruyendo las monedas que llevaban su grabado. Similarmente, cuando uno mata a un ser humano quien fue creado a imagen de HaShem, es como si él hubiera dañado a HaShem Mismo.
El castigo Celestial para un asesino es que será asesinado por algún otro. (Bereshit 9:6). Es una forma de asesinato avergonzar a otro ser humano (causando a la sangre irse de su rostro).

El Séptimo Mandamiento: No Cometer Adulterio

«¡No cometeréis adulterio!»

HaShem castiga la transgresión de adulterio lo más severamente, porque El es paciente en el caso de cualquier pecado excepto aquél de inmoralidad. Nuestros Sabios incluyeron en esta prohibición a uno que se lleva la parnasá ( medios de vida) de otro Judío abriendo un negocio competitivo en una vecindad que solía ser el dominio del otro. Nuestros Sabios así explican el pasuk (Iejézkel 18:6), «… y él no deshonró a la esposa de su semejante.» Esto está dicho en alabanza de alguien quien no privó a otro de parnasá comprometiéndose en el mismo oficio.

El Octavo Mandamiento: No secuestrar a un Judío

«¡No robaréis!»

La prohibición de robar en los Diez Mandamientos se refiere a robar seres humanos.(Hurto de propiedad está prohibido por el pasuk en Vaikrá 19:11) Alguien que rapta a un Judío y lo vende o lo utiliza como esclavo está sujeto al castigo capital por el Beit Din (Tribunal de justicia).

El Noveno Mandamiento: No Prestar Falso Testimonio

«¡No prestaréis falso testimonio en contra de vuestro semejante!»

Prestar falso testimonio conduce a la destrucción de la civilización. Causa a las víctimas ser castigadas por crímenes los cuales nunca cometieron. También permite a las personas robar, asesinar, y oprimir a otros y luego escapar al castigo por falso testimonio. Uno que testifica falsamente de tal modo trae destrucción al mundo. También niega la Providencia del Creador.

El Décimo Mandamiento: No Intentar Traer dentro de la Posesión de Uno lo Que Pertenece a Otro

«¡No codiciaréis la casa de vuestro semejante, ni a su esposa, ni a sus sirvientes, ni cualquier cosa que pertenezca a vuestro semejante (y, como resultado, idearéis planes para obtenerlo)» Está prohibido hacer cualquier intento para obtener algo que pertenece a otro porque uno mismo desea poseerlo. Esta prohibición incluye convencer a alguien para vendéros una cosa la cual no desea vender pero que vos le presionáis a vender. Esto está prohibido aún si le pagáis en un pago total. Tampoco está permitido desear aún en el corazón de uno las posesiones que pertenecen a otro (Devarím 5:18). El mal rasgo de desear las posesiones de otras personas causa a una persona volverse un criminal, porque en su ansia de obtener el objeto de su deseo, está expuesto a tornarse violento si le es negado. Puede estar preparado incluso a asesinar al propietario del objeto que ansía.

Mientras los primeros cinco Mandamientos mencionan el Nombre de HaShem, él es omitido de los últimos cinco. HaShem dijo, «Que Mi Nombre no sea asociado con asesinos, adúlteros, ladrones, falsos testigos, y personas codiciosas.

-selección extraída del libro «El Midrash Dice» por Rabino Moshe Weissman, © Ed. Benei Sholem –

(Con la amable autorización de www.tora.org.ar)

Fuente: Breslev en español

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