El tren de la paz entre Israel y el mundo árabe partió, y a pesar de las amenazas de los Guardianes de la Revolución de Irán y su filial libanesa, Hezbollah, y las protestas de Turquía y los palestinos, no es previsible que se vaya a detener.

No tengo buena memoria, pero recuerdo muy bien aquel verano de 1993 porque ingresé en el hospital con un infarto. La operación se postergó hasta los primeros días de septiembre y el 13 recibí el alta.