La eliminación de Abubaker al Bagdadi es una batalla ganada. Pero ni por asomo es el fin de la guerra eterna. El islamismo sigue ahí, con toda su variada furia. Hace cinco años, Bagdadi fue proclamado (por sus seguidores) califa, es decir, sucesor del profeta Mahoma. Ni siquiera Osama ben Laden fue tan audaz.

Soy muy escrupuloso con la soberanía. Las naciones soberanas tienen fronteras y sus líderes deciden quién puede cruzarlas. Excluir a individuos que son hostiles, incluso simplemente cuestionables, es una práctica común.