Pablo Sklarevich – La ola de fanatismo islámico y beligerancia que sacude la región parece estar filtrándose hacia dentro del territorio entre el río Jordán y el Mar Mediterráneo. El nivel de violencia es, por ahora, relativamente modesto si se lo compara con la guerra civil en Siria e Irak, e incluso Yemen, Libia y Egipto.

De acuerdo con las crueles estadísticas, más de una veintena de israelíes han sido asesinados, y centenares han resultado heridos en ataques contra civiles y fuerzas de seguridad. Más de un centenar de palestinos han muerto, una gran proporción de ellos fueron abatidos en el momento en que perpetraban los ataques. Otros palestinos murieron durante violentos enfrentamientos con los efectivos de seguridad israelíes.

No obstante, el furioso conflicto ha sido magnificado por sus enormes consecuencias potenciales. Altos funcionarios norteamericanos, tales como el secretario de Estado, John Kerry, advierten sobre el potencial colapso de la Autoridad Palestina y las fuerzas de seguridad entrenadas por Estados Unidos, que hasta ahora han cooperado estrechamente con Israel para reprimir a los extremistas islámicos en Cisjordania. En el peor de los casos, se puede imaginar un escenario en el que la anarquía allane el camino para que el Estado Islámico haga su entrada en esos territorios.

Según los reportes, el movimiento islamista Hamás ya está cooperando de hecho, a cierto nivel, con la rama del Estado Islámico en la península del Sinaí.

Las campanas de advertencia también suenan al son de una encuesta realizada por el Centro Palestino de Encuestas y Política, con sede en Ramallah, en la que se revela que dos tercios de los palestinos están a favor de una nueva Intifada armada, un porcentaje similar apoya los actuales ataques con cuchillos y reclama la dimisión del presidente palestino, Mahmud Abbás. Además, una creciente mayoría rechaza la solución de dos estados.

Mientras tanto, el primer ministro, Biniamín Netanyahu, se limita a describir la incesante ola de ataques como un “nuevo tipo de terrorismo” perpetrado por “individuos” que nos desafían a “nosotros y a otras comunidades” del mundo.

Simultáneamente, en una significativa movida regional, Arabia Saudita anuncia la formación de una coalición militar de treinta y cuatro países islámicos para combatir el terrorismo, que tendrá su centro de operaciones conjuntas en Riad.

El comunicado saudita enumera a “Palestina” como uno de los treinta y cuatro países participantes; pero el enemigo regional de Riad, el Irán chií como convidado de piedra, no ha sido incluido en la coalición.

Fuente: Aurora