Asher Tagai viajó a Israel desde Etiopía. Su odisea para llegar a la Tierra Santa es realmente inspiradora.
Asher Tagai, judío de Etiopía ha vivido una vida muy dura. En la década de 1980, el régimen de Etiopía mantuvo una política agresiva en contra de los judíos y de Israel, por lo que muchos judíos etíopes fueron encarcelados por el gobierno al ser falsamente culpados como espías sionistas. Asher relató que fue enviado a la cárcel por las autoridades etíopes por cargos fraudulentos, por lo que obtuvo más tarde su posterior reconocimiento como un prisionero de Sión. En algunas zonas del país, el judaísmo era todavía ilegal y los judíos por la fuerza se convirtieron al cristianismo. Según Asher, «muchos judíos prefirieron suicidarse antes de convertirse en cristianos».
Asher afirma que entre 1979 y 1984, muchos judíos etíopes trataron de escapar de estas condiciones y hacer Aliyáh a Israel. Dejaron atrás una historia antigua y una rica herencia cultural, en pro de su seguridad. Debido al hecho de que cumplía una condena en la cárcel, Asher era parte de una de las olas posteriores del éxodo judío etíope de Israel. Él dijo que rezó a Dios mucho durante este período de tiempo para poder ser puesto en libertad, y así poder llegar a Israel con su familia. Sin embargo, era muy peligroso hacer Aliyáh a Israel durante este período de tiempo. Según Asher, «cualquier persona que fuera sorprendida haciendo Aliyáh a Israel podría incurrir en una sanción tan brutalmente desproporcionada como la pena de muerte».
Asher afirma que lo que la comunidad judía etíope sufrió fue muy similar a la historia del éxodo en la antigüedad. Explicó: «En un solo día, hicimos las maletas, recogimos todas nuestras cosas y si no podríamos irnos ese día, tratábamos de conseguirlo otro día. Había mucha incertidumbre. Nunca podrías saber lo que pasa de un día para otro”. Asher dijo que las familias judías etíopes fueron separadas el uno del otro durante su viaje. Explicó: «Salieron por la ruta de Sudán durante la noche y se escondían durante el día. Había un montón de robos, ladrones, violaciones, asesinatos, todo lo malo que te puedas imaginar, a lo largo del camino».
Siendo la situación crítica en Etiopía, Asher dijo que incluso empeoró aún más cuando los judíos de Etiopía llegaron a Sudán. En Sudán, los miembros de la comunidad judía etíope se vieron obligados a vivir en condiciones terribles en campos especiales. Según Asher, las familias judías de Etiopía con las mujeres embarazadas y los niños muy pequeños «estaban durmiendo en tiendas de campaña» en un clima extremadamente caliente”, “era como vivir en un horno», explicó. Además, «la comida y el agua que recibieron de la Cruz Roja se encontraba en malas condiciones y se enfermaban. Algunos murieron. Por lo menos de 5 a 6 personas por familia murieron”. Asher dijo: «Una persona se iba a dormir sin saber si la persona que dormía al lado se iba a levantar».
Asher estaba traumatizado por el calvario, y aún continúa sufriendo pesadillas hasta nuestros días. Afirmó: «la gente enferma tenía que hacer tumbas con sus propias manos, a pesar de estar en pésimas condiciones de salud. A mi hermana, por ejemplo, se le murió un hijo y ella también se enfermó. Ella quiso volver a Etiopía para ver a su padre y luego murió. Sólo su hija pudo sobrevivir».
Asher estaba traumatizado por el calvario, y aún continúa sufriendo pesadillas hasta nuestros días. Afirmó: «la gente enferma tenía que hacer tumbas con sus propias manos, a pesar de estar en pésimas condiciones de salud. A mi hermana, por ejemplo, se le murió un hijo y ella también se enfermó. Ella quiso volver a Etiopía para ver a su padre y luego murió. Sólo su hija pudo sobrevivir».
Finalmente, Asher logró hacer Aliyáh a Israel y a la llegada en el país, besó el suelo. Hoy, vive y trabaja en Israel, tiene una familia, se asegura de hacer trabajo voluntario con la comunidad judía de Etiopía y también ayuda a otros judíos etíopes para que hagan Aliyáh, para que puedan tener las mismas oportunidades que él tuvo. Cuando él estuvo en la cárcel en Etiopía, prometió a Di-s que devolvería a la comunidad todo lo recibido si le daba la oportunidad de hacer Aliá con su familia. Nada más llegar empezó a cumplir su palabra. Y concluyó: «Sufrí mucho en Etiopía. Hacer Aliá fue como volver a la vida. Todos los días agradezco a Dios por estar en Israel».
Más información (en inglés): http://www.jewishpress.com/blogs/united-with-israel/an-epic-ethiopian-aliyah-story/2013/06/11/
Por Rachel Avraham, escritora del personal para United with Israel
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