La irrupción del Estado Islámico (EI) ha conmocionado al planeta entero. Su salvajismo y sus crueles prácticas allá por donde pasa vienen a representar un concepto de maldad con altas dosis de pureza. Además, sus éxitos militares y sus golpes mediáticos –decapitaciones de periodistas y ciudadanos occidentales, conversiones masivas, etc.– han propiciado que simpatizantes de todo el mundo acudan a Irak y Siria para unirse al califa Bagdadi y su ejército de bárbaros.
El Estado Islámico es una amenaza de tal magnitud que ha hecho extraños compañeros de cama. El acuerdo para frenar al EI es casi unánime. Así, más de 40 países, entre ellos Arabia Saudí, Bahréin, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, junto a Francia, Dinamarca, Inglaterra o Bélgica, todos ellos capitaneados por EEUU (sin contar con las tropas iraníes y los efectivos de Hezbolá), han formado una coalición internacional para derrotarlo. Además, hay un país que también está ayudando a detener el avance del Estado Islámico y no forma parte de la coalición: Israel.
La Administración Obama no quiere que Israel entre directamente en la ofensiva contra el EI, por razones evidentes (idénticas a las que tenía Bush padre para que el Estado judío quedara fuera de la coalición internacional que atacó Irak en 1991); aun así, Israel, además de la gran ayuda que presta para consumar la derrota y repliegue del EI, también trabaja por la estabilidad de Oriente Medio.
Ciertamente, Jerusalén está prestando una ayuda harto valiosa a la coalición para que ésta pueda atacar las posiciones del EI en Irak y Siria, así como en la búsqueda y localización de los aspirantes occidentales a yihadista que planean unirse al EI o atentar en sus países de origen. Un diplomático occidental ha relatado, según informó Reuters el pasado 8 de septiembre, que los satélites espía israelíes captan ángulos y frecuencias que a día de hoy escapan a los norteamericanos y que han permitido al ejército de EEUU completar su información y obtener una mejor evaluación de daños en los ataques a las posiciones yihadistas en Irak y Siria. El mismo diplomático, que prefirió permanecer en el anonimato, destacó también las habilidades israelíes en el análisis de datos de pasajeros y redes sociales en árabe.
Los líderes israelíes no han ocultado la aportación de su país a la lucha contra el EI. Yair Lapid, ministro de Finanzas y estrella política de las últimas elecciones, ha afirmado que Israel es “parte de la iniciativa regional contra el EI”. En cuanto al premier Netanyahu, quiso dotar de un poco de misterio la implicación israelí:
Estamos desempeñando nuestro papel (…) algunas cosas se conocen, otras son menos conocidas.
El jefe del Gobierno israelí fue un poco más claro en su discurso ante la Asamblea General de la ONU del 29 de septiembre:
Israel está listo para ayudar a combatir al Estado Islámico.
La intervención directa de Israel también está sobre la mesa. Según fuentes diplomáticas citadas en el Canal 2 israelí, Jerusalén se ha comprometido a actuar en consecuencia si el EI ataca Jordania. Israel ya está alerta en los Altos del Golán, en cuyo lado sirio hay militantes del Frente Al Nusra, franquicia de Al Qaeda (que lucha contra el EI también); si los hombres de Bagdadi llegan a la frontera jordana, la implicación israelí en el conflicto sería más que evidente.
No es el único caso en que Israel está sirviendo de contrapeso a la inestabilidad en Oriente Medio. En la guerra civil siria, Israel ha impedido que Hezbolá y otros grupos radicales se hagan con armamento químico perteneciente a Bashar al Asad. Hace unos años, concretamente el 6 de septiembre de 2007, la Fuerza Aérea de Israel llevó a cabo la Operación Orchard para destruir el reactor nuclear que el régimen sirio había erigido en la región de Deir ez Zor, evitando así que Asad se hiciera con la bomba atómica o la pasara a sus aliados de Hezbolá y la Guardia Revolucionaria iraní. En 2010, el virus informático Stuxnet retrasó el programa nuclear de Irán. Según reportajes publicados por The New York Times, The Economist, The Washington Post y The Guardian, fue una operación coordinada de la inteligencia israelí –en concreto la unidad 8200– y la CIA. Los ciberataques al programa nuclear de Irán se han sucedido con nuevos malwares: el gemelo oculto de Stuxnet, el Duqu y el Flame.
Debido a su inteligencia de primer nivel y a su experiencia en la lucha contra grupos que predican y practican el yihadismo (a este respecto, Michael Peck detalla en The National Interest cinco armas israelíes que el EI debería temer), Israel es un aliado ideal en la ofensiva internacional para frenar el avance del Estado Islámico.
Fuente: elmed.io©
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