La tierra que tenemos bajo nuestros pies parece tan estable, tan firme. ¿Qué siente una persona cuando nota que algo tan sólido tiembla y se tambalea como si fuera un flan?

Hace varios días han tenido lugar terremotos desoladores, que han causado muchos heridos, fallecidos y daños materiales en México. Me pregunto qué sensación tendrán en este momento aquellos cuyas vidas han corrido peligro con riesgo de ser devorados por las fauces de la tierra, enterrados bajo los escombros. Esta sí que es una prueba de emuná.

Al leer las noticias sobre los derrumbamientos y los fallecidos, también he visto colaboración y unidad: solidaridad con los ciudadanos de este lugar, rezos que se hacen por personas a las que no se conoce. Esto es el amor gratuito, hacer el bien sin mirar a quién.

Hay testimonios desgarradores que hielan el corazón y hay palabras que le hacen sentir la calidez del amor fraternal. Hay una historia me ha llamado especialmente la atención, probablemente ya la habrán visto en los periódicos de todo el mundo porque se ha hecho viral en las redes sociales. Es la imagen de un soldado que rompe en llanto tras rescatar los cuerpos sin vida de una madre y su hija. El marido ha hecho circular la fotografía por todo el mundo con el único propósito de agradecer a este hombre que rescatara los cadáveres. Este es todo un ejemplo de gratitud. Se podría esperar que el marido se enfadara de forma irracional con el soldado o con los medios de rescate por no haber sacado a su única familia con vida de los escombros. Pero esta persona se ha enfocado simplemente en agradecer porque, al menos, pudo recuperar a sus seres queridos y darles sepultura. Son dos actitudes ejemplares: el soldado que no se ha deshumanizado a pesar de las escenas que ha tenido que presenciar y el padre dolorido que solo tiene palabras para agradecer.

Cuando todo tiembla, cuando sentimos que el mundo no tiene sentido y se ha vuelto loco, podemos tener siempre una referencia fija, sólida, estable e inamovible: la Torá. Hashem nos enseña a través de ella que Él gobierna el mundo y decide quién va a seguir con vida y quién va a dejar este mundo. Solamente nuestro Creador tiene la capacidad de hacer temblar el suelo que pisamos y comprender que nada está garantizado y que tenemos que apoyarnos solamente en Él.

Y también nos enseña a través de la Torá, que debemos agradecer por cada cosa que nos sucede, cada segundo cuenta y es un regalo por el que tenemos la obligación de dar las gracias. La vida que tenemos es un bien preciado que no debemos malgastar ya que no sabemos qué va a suceder en el instante siguiente. Por ello, tenemos que aprovechar cada instante para acercarnos más a Hashem. Debemos procurar arrepentirnos de las faltas que cometemos, perdonar a los demás y amarles sin reticencias.

El amor debe darse sin ningún “pero”, no podemos faltar el respeto a los demás puesto que nuestro comportamiento con el prójimo determina nuestra relación con Hashem. Incluso aunque el suelo tiemble, debemos siempre tener claro el objetivo de nuestra vida, nuestra reparación espiritual y el deseo de apego al Creador del Mundo. Solamente así seremos capaces de seguir adelante y sobrevivir a todas las catástrofes, ya sean naturales o personales, que acontezcan en nuestra vida.

Si tienes alguna pregunta o quieres compartir tu historia o inquietudes, escríbeme a tali.mandel.18@gmail.com

Fuente: Breslev en Español

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