Hasta no hace tanto, la gente en Israel pensaba que se había logrado vencer al Covid-19 y que se había conseguido la inmunidad colectiva gracias a la campaña de vacunación más exitosa del mundo.
Por: Abigail Klein Leichman, Israel21c
De hecho, el 18 de abril Israel derogó la condición del uso obligatorio de los barbijos al aire libre y reabrió por completo el sistema educativo.
En sintonía, el 1 de junio el Estado levantó la mayoría de las restricciones y dos semanas después ya se dejó de requerir el uso de máscaras en interiores.
De acuerdo con como iban las cosas, el país esperaba con impaciencia la llegada de turistas internacionales a partir del 1 de julio.
Sin embargo, la altamente contagiosa variante Delta de la India empezó a provocar lo que muchos creen que es una cuarta ola de COVID-19. Y eso trajo consigo la reinstauración del uso de tapabocas dentro de espacios cerrados y la duda de cuándo y cómo se reanudará el turismo, entre otras cuestiones.
Si bien es cierto que la vacuna de Pfizer parece mantener leves a las nuevas infecciones, el número de contagios en Israel y en todo el mundo aumenta de forma alarmante.
En el país, la variante Delta representa alrededor del 90 por ciento de los casos diagnosticados en julio. Solo el 25 de julio, se informaron alrededor de 1.400 nuevas infecciones.
“La situación comenzó a crear un ambiente de desesperación”, afirmó el doctor Manfred Green, director del programa de maestría internacional en liderazgo en salud global de la Universidad de Haifa, y exdirector del Ala de Salud Pública de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y director fundador del Centro de Israel para el Control de Enfermedades.
Una hoja de ruta
Green le dijo a ISRAEL21c en Español que todas las personas necesitan cambiar la forma de pensar y trazar una hoja de ruta para vivir con la nueva enfermedad.
“Si a largo plazo conseguimos en todo el mundo tasas de vacunación muy altas, es posible que veamos que el virus del SARS-CoV-2 se convierta en un problema de salud pública mucho menor, tal como ocurrió con la gripe española de 1918”, indicó el especialista.
Para él, hoy es el momento de aceptar que se estará lidiando siempre con pandemias y que no es posible detener el ritmo del mundo. “En cierto sentido, es como aceptar que siempre habrá algunos accidentes de tráfico pero no por ello dejamos de conducir aunque sí de minimizar el impacto”, expresó.
Un virus diferente
“Los virus siempre estarán presentes mientras los humanos compartan el mismo espacio con ellos”, explicó Green.
La humanidad ha llegado a aceptar la probabilidad de que se produzcan brotes anuales de gripe pero así y todo no se toman más precauciones más que alentar a las personas a inocularse a pesar de que la vacuna contra la gripe solo tiene un 40-50 por ciento de efectividad.
Pero el SARS-CoV-2 se destaca debido a varias características problemáticas. Green dijo que desde el comienzo de la pandemia, éste no ha dejado de mutar, se sigue propagando con facilidad y no se limitó a una temporada particular como ocurre con los virus respiratorios como la influenza.
Este coronavirus es particularmente peligroso para la tercera edad y además puede causar COVID prolongado con síntomas persistentes durante un período extenso, hasta en uno de cada tres casos.
La prevención es la clave
El doctor Green señaló que ninguna enfermedad, salvo la viruela, pudo ser erradicada por completo y que el sueño de eliminar al COVID-19 en un año o dos es imposible.
“Con frecuencia, las enfermedades virales son difíciles de tratar. Hasta el momento, la humanidad no tuvo mucho éxito en el desarrollo de medicamentos específicos eficaces para combatir al COVID-19. El mejor enfoque es prevenir las enfermedades virales con vacunas”, enfatizó el científico.
Israel vacunó a más ciudadanos de forma más rápida que cualquier otro país. En junio se empezó a inmunizar a niños de entre 12 y 15 años, y ya se comenzó a administrar dosis de refuerzo a poblaciones vulnerables como receptores de trasplantes y pacientes con cáncer.
“Las vacunas contra el COVID-19 desarrolladas en tiempo récord, de diferentes porcentajes de eficacia, cambian la naturaleza de la pandemia. Las dosis de refuerzo y las vacunas más específicas que vendrán pronto serán más protectoras. En principio, todo lo que podíamos hacer era ralentizar la transmisión para no colapsar los servicios de salud”, estimó Green.
El especialista también dijo que hoy, con diferentes vacunas en uso, las tasas de mortalidad se redujeron de forma drástica, sobre todo luego de inmunizar a la población de más edad. Y remarcó que incluso si las vacunas son solo parcialmente efectivas contra la variante Delta, la enfermedad será mucho más leve.
En ese sentido, Green instó a los países más desarrollados a ayudar a Estados más carenciados a acceder a las vacunas. “No vamos a controlar la pandemia si no logramos vacunar a grandes poblaciones del mundo”, definió.
Los pasos más prácticos
Muchos expertos como Green coinciden en que para vivir de la forma más normal posible, hay que seguir usando barbijos y mantener el distanciamiento social en espacios cerrados.
“Son acciones de muy bajo costo que pueden ser eficientes para reducir la propagación de la enfermedad, especialmente entre las poblaciones más débiles porque la vacunación no es ciento por ciento efectiva. Así, mientras haya una alta circulación del virus, tenemos que cuidar a los vulnerables”, se explayó.
En lo que respecta a políticas de salud pública, Green llamó a los países a invertir de forma continua y generosa en la preparación de la sociedad para futuros brotes de enfermedades infecciosas.
Esto incluye invertir en mejoras de infraestructura como mejores sistemas de ventilación y filtración de aire en escuelas y salones de eventos, y sencillamente asegurarse de que haya un suministro adecuado de máscaras y otro equipamiento de protección personal.
“También necesitamos fondos para la investigación epidemiológica y para contratar a especialistas en enfermedades infecciosas. Porque muy pocas personas se volcaron a combatir la pandemia justamente por falta de fondos”, finalizó.
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