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Años de investigación indican que nuestros recuerdos están sujetos al olvido y a la distorsión. Los recuerdos de las personas no son descripciones precisas del pasado, sino que son propensos al error, incluso, luego de breves lapsos de tiempo.

(Comunicado del portavoz de la Universidad Ben Gurión del Néguev)

Un agente policial escucha el relato de un testigo de un accidente automovilístico, un doctor diagnostica una enfermedad basándose en los síntomas mencionados por el paciente o un amigo recomienda un restaurant. Otros recuerdos son para nosotros una fuente de información que incide en nuestra manera de actuar. Investigadores en cognición y neurociencia de la Universidad Ben Gurión del Néguev examinaron cómo los seres humanos evalúan la fiabilidad de estos recuerdos y la diferencia entre las capacidades humanas y las de las máquinas. Los resultados fueron publicados recientemente en la prestigiosa revista PNAS.

Años de investigación indican que nuestros recuerdos están sujetos al olvido y a la distorsión. Los recuerdos de las personas no son descripciones precisas del pasado, sino que son propensos al error, incluso, luego de breves lapsos de tiempo. La información de estos recuerdos es significativa para nosotros ya que mucho de nuestro conocimiento sobre el mundo se basa en la información de los recuerdos de los otros. Pues, ¿cómo podemos basar la información en los recuerdos que no siempre son fiables?

La Dra. Talya Sadeh, del Departamento de Ciencias Cognitivas y Cerebrales en la Universidad de Ben Gurión del Néguev, decidió examinar este interrogante y comprender cómo los seres humanos pueden reconocer y verificar que los recuerdos de los otros sean precisos.

“Una gran parte del conocimiento de las personas proviene de compartir recuerdos episódicos entre nosotros, un conocimiento que utilizamos para tomar decisiones, formar opiniones y más.”, señala la Dra. Sadeh. “Mi investigación examinó cómo logramos basar el conocimiento, a veces, un conocimiento realmente importante, sobre la base de recuerdos que no siempre son confiables, y si los modelos de procesamiento del lenguaje natural, como aquellos que todos conocemos (por ejemplo, ChatGPT y otros), pueden ayudarnos a identificar la veracidad de los recuerdos”.

Para ello, llevó a cabo un estudio que simulaba situaciones de la vida real en las cuales una persona debe juzgar si los recuerdos relatados por otra persona son verdaderos o no. Por ejemplo: “Recuerdo que una mujer estaba en una fiesta, ya que recuerdo que ella llegó tarde y vestía un vestido realmente muy lindo”, o “recuerdo que el auto no se detuvo en el semáforo en rojo, ya que me di cuenta de la velocidad antes de llegar a la intersección, mientras el semáforo cambiaba de verde a amarillo”. Se solicitó a los participantes que juzgaran directamente si pensaban que los recuerdos eran verídicos o no, basándose en dichas descripciones. Luego, se les solicitó que evaluaran la calidad de los recuerdos de los otros, otorgándole un puntaje cuantitativo en preguntas como: cuán vívido y detallado era el recuerdo, y lo seguro que se mostraba el relator al hablar de él.

La comparación con una máquina de aprendizaje automático se basó en las descripciones de los recuerdos que eran más indicativos de una memoria correcta (o incorrecta), entre los seres humanos y el modelo de aprendizaje automático. De las 20 palabras que mejor indicaban la corrección de la , memoria, 14 fueron compartidas por el hombre y la máquina. Por consiguiente, los resultados indican que los seres humanos tienen la capacidad de evaluar directamente los recuerdos de los otros y determinar si son verdaderos o falsos, y lo hacen basándose en gran parte de la misma información como un modelo lingüistico (Y tan bien como el modelo). No obstante, la fiabilidad de los recuerdos de los otros puede predecirse incluso mejor (con una brecha del 10%), si, en lugar de basarnos en una evaluación directa de la fiabilidad de los recuerdos, le solicitamos a los evaluadores que juzguen las cualidades de la memoria: en qué medida consideran que está asociada con una experiencia sensorial rica, vívida y detallada y cuán seguro suena el que comparte el recuerdo.

Mientras que un modelo de lenguaje se basa en la extracción de reglas estadísticas, las decisiones de las personas dependen de su sensibilidad a la información indicativa de las cualidades de la memoria. Esto le permite a los seres humanos evaluar muy bien los recuerdos de otros y, tal vez, incluso mejor que un modelo lingüístico que está entrenado para extraer reglas estadíticas de los textos que describen los recuerdos de las personas.

Visto y considerando que utilizamos un lenguaje para compartir estados mentales, pensamientos y creencias, este aprendizaje permanente del lenguaje nos sirve como una herramienta para validar los recuerdos y las experiencias de los otros. Este estudio es un paso importante en el desciframiento de cómo los seres humanos piensan sobre el intercambio de recuerdos y su importancia en la creación de conocimiento social.

“Los seres humanos tienen la capacidad de aprovechar que son criaturas sociales para aprender rápidamente de los otros. Gran parte del conocimiento de los seres humanos proviene del hecho de que compartimos experiencias de la vida real entre nosotros, y hemos logrado demostrar que la máquina aún no puede ocupar nuestro lugar en lo que respecta a la memoria personal”, concluye diciendo la Dra. Sadeh.

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