Una explosión se escucha e inmediatamente gritos de dolor ensordecen en el lugar. Tu compañero, amigo, recibió una herida profunda de parte del enemigo y solamente tú eres capaz de salvarlo. Para los soldados de la Unidad de Élite 669 este es un escenario posible al que deben estar listos para afrontar.

Ser parte de una unidad de élite no es trabajo fácil y se necesita mucho más que condiciones físicas. Al asumir esta responsabilidad, uno puede verse dentro de situaciones en las que nunca antes imaginó que estaría. Los desafíos y adversidades son tan grandes, que la unión y el trabajo en equipo, son la clave para el éxito. Tus compañeros se convierten en amigos y hasta en una gran familia, en la que confían los uno a los otros plenamente, incluso en el campo de batalla, estos soldados saben que sus propias vidas estarán a salvo a manos del otro.

Por ello, estos soldados requieren realizan diferentes cursos y entrenamientos antes de salir al combate. Uno de ellos, es el curso de paramédicos, donde los soldados aprenden a cómo actuar en caso de emergencias, donde un médico no es accesible.

Su profesionalismo y motivación se ven plasmados también a la hora del entrenamiento. Controlar sus miedos y mantener la calma. Hacer sentir a su compañero que está acompañado y que se hará todo lo posible para socorrerlo, es la primer sensación que se siente cuando se ve a estos soldados entrenar.

Tener lo que hace falta

Compañerismo. Responsabilidad. Motivación. Aunque estas sean algunas de las cualidades que requieren las unidades de élite y que estos soldados llevan innatamente dentro de sí mismos, cuando de la salud se trata, se espera de los soldados un compromiso mucho más alto de lo común. Por la precisión y profesionalismo de sus acciones diarias, tienen en sus manos la posibilidad y capacidad de salvar vidas tanto de mismos soldados, como de civiles.

 

“La satisfacción más grande es cuando soldados que finalizaron el curso llaman a contarte que lograron salvar una vida” nos cuenta el Teniente Moti, comandante del curso. Estar a cargo de este curso, implica también una enorme responsabilidad. “Les transmitimos a nuestros soldados toda las herramientas e información que poseemos y les exigimos para que puedan ser los mejores”.  

 

Si bien todas las cualidades anteriores son importantes, la clave para el éxito de sus operaciones son el trabajo y la cooperación entre los integrantes del equipo. “Ser parte de esta unidad, requiere de mucha fuerza y motivación que se transmiten uno a los otros, eso es lo que hace que seamos cada vez más unidos”. Dice el Sargento Roni.

Unión a pesar de las diferencias

Para muchos de los soldados, su labor en el ejército se convierte en una aspiración para la vida“Salvar vidas es lo que me gusta, y lo que quiero hacer el resto de mi vida” nos cuenta el cabo S. nuevo inmigrante de Canadá. Mientras que otros afirman “nunca pensé en la posibilidad de ser paramédico”, dice el Cabo Y., nuevo inmigrante de Australia. Pero hay algo que sin importar su procedencia, todos tienen comparten:

“Todos mis amigos de la infancia me preguntan por qué estoy en el ejército. Para mi la respuesta es clara: este es el lugar donde debemos estar. Estar aquí, me da la posibilidad de crecer y brillar. Para mi es un privilegio ser parte de las FDI”. dice el Cabo S.

 

“Para mi nunca fue una pregunta si servir al ejército israelí o no. Desde pequeño estuvo claro para mi que al finalizar el colegio me vendría. Siempre quise ser soldado para defender Israel”. dice el Cabo Y.

 

Cuando tu objetivo es claro y el trabajo en equipo exitoso, puedes realizar tu deber, sabiendo que además de esperarte buenos resultados y satisfacción en las tareas recomendadas, al final del camino te llevas más que amigos, una gran familia. “Dejé mi pequeña familia en Canadá, pero aquí mi familia creció”. concluye el Cabo S.

Fuente: Blof de las Fuerzas de Defensa de Israel