Si bien el ideal más alto de un Yehudí es desarrollar un carácter que sea inmune al sentimiento de envidia, la realidad es que es casi imposible evitar que un pensamiento de envidia "se filtre" en nuestra mente.

De niño solía jugar al ajedrez tan fuerte era su pasion por este deporte que logro vencer nada menos que al campeón del mundo Garry Kasparov, en una partida de simulación que tendría lugar en Israel.