(Yonatan Sindel/Flash90) (Yonatan Sindel/Flash90)
Praying at Western Wall

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Estamos a escasas horas de Rosh haShaná. El día en el cual seremos juzgados. Luego llegarán los aseret yemé teshubá, los días de arrepentimiento que concluyen en Yom Kippur. Nuestra Teshubá tiene que estar acompañada por la Tefilá, nuestra plegaria para pedirle a HaShem que nos perdone y nos dé la oportunidad de continuar en Su libro de la vida.

Me gustaría compartir con ustedes unas reflexiones acerca de la Tefilá. Como mujer judía siempre me enorgullezco de nuestras matriarcas. Una de ellas fue Janá, la madre del primer profeta de Israel, Shemuel. En la Haftará de Rosh haShaná leemos la historia y la Tefilá de Janá.

A Janá no le fue fácil tener hijos. Un problema que se repitió con practicante todas nuestras matriarcas. Nuestros Jajamim reflexionaron al respecto y dijeron que «HaShem desea la Tefilá de las personas justas». Y es por eso que a veces enfrenta a las personas buenas con algunos desafíos muy difíciles. El de Janá es el caso típico. Su situación la forzó a ser creativa. Y compuso una de las Tefilot más hermosas y elocuentes. Veamos.

Janá estaba desesperada. Tenía a Elqaná, un marido que la adoraba, pero podía tener hijos. Era muy doloroso cada vez que veía a Peniná, la otra esposa de Elqaná, que no disimulaba lo ocupada que estaba con sus siete hijos. Peniná no hablaba de otra cosa, y no era sensible hacia el dolor de Janá. En Shiló, donde Elqaná y su familia visitaban el Mishkán, Janá le rezó a HaShem con mucho fervor para que le concediera un hijo. De esta Tefilá nuestros Sabios aprendieron muchos detalles técnicos que aplicamos nada menos que a nuestra Amidá (decir la Tefila de pie; mover los labios sin elevar la voz; no beber alcohol antes de rezar, etc.).
Y también, o principalmente, aprendemos de la elocuencia de Janá.

Al rezar, Janá no se limitó a «pedirle» a HaShem un hijo. Janá «presentó» su caso frente a HaShem con argumentos inteligentes, sólidos y creativos.
1. Janá formuló por primera vez una nueva forma de llamar a HaShem, y se refirió al Todopoderoso como: «Dios de los ejércitos». Nuestros Jajamim explican que aquí «ejércitos» se refiere a los ejércitos del cielo, las estrellas y galaxias. Que, al igual que un ejército humano, se desplazan de una manera precisa y armoniosa obedeciendo las órdenes del comandante en jefe, HaShem. Janá le dijo a HaShem: «Tu, Dios de los ejércitos, que has creado billones de estrellas y cuerpos celestiales gigantescos, qué te cuesta a ti concederme a mí un pequeño bebé?»

2. Janá también le dijo a HaShem: «Soy una mujer. Me has dado pechos y órganos de reproducción. Pero, ¿para que me sirve mi cuerpo de mujer si no puedo concebir y amamantar a un hijo?»

3. De acuerdo al Midrash Janá también argumentó: «He cumplido con los 3 preceptos de la mujer (el nombre de Janá es un acróstico que incluye 3 Mitsvot: Jalá, conceder un pedazo de la masa del pan al Cohén; Niddá, pureza familiar, y Hadlaqat haNer, encendido de las velas antes de Shabbat), ¿no merezco entonces que me des un hijo?»

De Janá aprendemos que cuando rezamos a HaShem y le pedimos por nuestras necesidades tenemos que ser insistentes. Y usar muy respetuosamente todos los argumentos que podamos para demostrar que merecemos recibir una respuesta positiva a nuestro pedido, tal como lo hizo Janá.

Finalmente, también aprendemos de Janá una importantísima lección: como ya sabemos, al final HaShem le concede un hijo. Y entonces Janá reza nuevamente. Esta vez con más devoción y mucha más elocuencia. Porque ahora Janá reza para agradecerle a HaShem. De aquí aprendemos que de la misma manera que rezamos a HaShem con todo nuestro corazón para suplicarle que nos dé todo lo que necesitamos y queremos, no debemos olvidarnos de rezarle a HaShem para agradecerle por todo lo que nos dio y nos da, y muy especialmente cuando nuestros pedidos son respondidos.

Estos Yamim Noraim, tomemos como modelo la Tefilá de Janá. Volquemos nuestro corazón a HaShem, rogándole que nos inscriba en el libro la vida. Y no nos olvidemos de agradecerle por todo lo que recibimos de Él.

Por: Rabanit Coty Bitton, Unidos con Israel

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